Athletic y Barcelona despiden sus duelos en San Mamés con un 2-2 que deja atónitos a ambos
La crónica de Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
La baja forma acreditada por el Barcelona en los últimos meses y acrecentada hace unos días en Múnich, deambuló durante mucho tiempo por San Mamés hasta que el mejor jugador del mundo ingresó en el campo. Todo dio un giro radical gracias a un Messi que dejó destellos de sobra y síntomas de frescura que abren una pequeña esperanza para los culés de cara al Bayern. De estar jugando medianamente bien pero perdiendo ante el empuje local, el Barcelona pasó a ofrecer un monólogo en el segundo tiempo que recordaba al gran Barça de no hace mucho tiempo y solamente el ímpetu final de los bilbaínos privó a los catalanes de retirarse a los vestuarios a la espera de un tropiezo merengue que les diera un nuevo título liguero.
Hubiese sido una extraña forma de celebrar una Liga, no en el campo sino en el vuelo de vuelta, con lo que el alirón solamente se retrasó una semana más, independientemente de que el Madrid no consiguiese ganar en el derby de la capital. Por parte vasca, flota en el ambiente la idea de que el colchón de puntos respecto al descenso no es tan amplia y máxime viendo que el Celta, próximo rival, había ganado y que en pocos días podía pasar de desahuciado a respirar en el cogote de los leones si el choque de Balaidos caía del lado celtiña. No obstante, los jugadores rojiblancos llevan jugando varias semanas mejor que nunca y parecen abstraídos de tanta presión y agonía que rodea su clasificación liguera.
Europa había dejado trazas entre semana de cómo había que jugarle al Barça de Tito y en ello se afanó el ‘Loco’ Bielsa, decantándose por un perro de presa como Gurpegui en el medio del campo en sustitución del sancionado Iturraspe y devolvía la titularidad a Aduriz en detrimento de Llorente. Vilanova no hacía jugar a Iniesta o a su gran estrella argentina, pero tampoco ponía en el campo una legión de troncos, sino unos suplentes de oro como Thiago, Abidal o Alexis acompañando a seis de los titulares en Alemania. La contienda sorprendió a muchos en San Mamés cuando para el minuto 15 los locales eran capaces de discutir la posesión a los catalanes y, con una presión descarada, ahogaban el juego combinativo de Xavi, Thiago y Cesc, de nuevo como falso 9.
Un palo de Alexis y un flojo tiro de Song fueron los avisos visitantes hasta que Aduriz dejó en evidencia la empanada de Piqué últimamente y con una preciosa bicicleta escorada en el área conseguía sacar un centro-chut que entre Jordi Alba y Susaeta se convertía en el 1-0. La parroquia bilbaína disfrutaba desde hacía meses de ventaja en el marcador ante uno de los grandes y ésta aún pudo aumentarse al borde del descanso si Aduriz no hubiera enviado ligeramente alto un cabezazo en carrera que parecía flagrantemente placentero. Fabregas dibujó en la última jugada del primer tiempo una internada ladeada que pudo haber dado bastantes réditos a los catalanes, quienes en el segundo tiempo hubieron de ver como la excesiva fama de piscinero de Alexis dejaba sin sancionar una incursión frenada por Aurtenetxe en el típico empujón que solamente se convierte en penalti muy pocas veces.
Messi impone sus galones
El Athletic solamente pudo ir al ataque con una falta a la escuadra de Susaeta en esos compases del partido porque fue entrar Messi y comenzar el canguelo en Bilbao. Con la capitanía cedida por Xavi, una arrancada en el medio del campo y varios lances en los que metía la pierna con más gallardía que en Múnich, desvelaban que ‘La Pulga’ quería reivindicarse y no tardó en driblar por el centro del área a cuatro rivales para batir con un golazo a Iraizoz que empataba el choque y después luchando de cabeza un centro de Alves para que Alexis fusilara a placer. Ya no había toma y daca como en el primer tiempo sino que el Barcelona jugaba en campo del Athletic, pero por una vez en mucho tiempo en Bilbao, Bielsa acertó con los cambios y recurrió a Ibai para marear a Alves, desplazando a Muniain al centro para asociarse con Ander Herrera y sobre todo con Llorente sobre el verde, fijó a los centrales blaugranas, valga la redundancia, en el centro del mismo área visitante.
Un leve repliegue de los casi campeones de Liga a la espera del pitido final posibilitó un balón colgado y mal despejado que aprovechó Ander Herrera para en semifallo batir a un inédito Víctor Valdés y despedir así uno de los grandes de los clásicos del fútbol español con unas tablas en el marcador que, más que nunca, dieron la sensación de ser la salida más honrosa para la historia de La Catedral del fútbol.