Jimena Bañuelos (@14ximenabs)
Doce minutos de infarto se vivieron en el Santiago Bernabéu. Cuando todo parecía imposible, en el ochenta y tres, Benzemá encendió la mecha de la remontada. Cinco minutos después, Sergio Ramos marcó el segundo…Todo comenzó a ser posible. Quedaba tiempo para soñar con la final. Las pulsaciones elevándose a gran velocidad, los merengues a todo gritar “si se puede” y la adrenalina de todos los aficionados disparada…Pero llegó el pitido final y el milagro no se produjo. Ya se sabe que el Real Madrid se encomienda a la diosa Cibeles y no a la diosa Fortuna. Así es el fútbol.
Otro gallo cantaría si no hubiesen perdonado tantas ocasiones de gol los de Mourinho. En un partido como el de anoche no se puede fallar tanto. Los errores se pagan muy caros, tanto que la décima tendrá que esperar.
Con energía comenzó un encuentro en el que la afición blanca se había volcado con el equipo. Soñaban con una remontada épica, de esas que hacen historia. Pero el Borussia había llegado a Madrid para defender su ventaja. Los de Klopp querían estar en la final y pelearon como suelen hacerlo. La primera mitad será recordada por las tres claras oportunidades de gol que tuvieron Higuaín, Özil y Ronaldo y que no entraron. También el Borussia se acercó a la portería que defendía Diego López. La pesadilla del Madrid, Lewandowski, estuvo a punto de anotar en más de una ocasión. Pero al descanso se llegó con un empate a cero.
Muy enfadado se vio a Klopp con los suyos y, eso, que no lo estaban haciendo mal. Conociendo al técnico alemán es posible que esperase más de sus jugadores. La lesión de Götze fue un duro golpe para los germanos. Por su parte, el empate a cero hacía presagiar que el Real Madrid tenía que echar el resto en la segunda mitad para poder estar en Wembley. Nadie sabía la que se avecinaba, sino mas de uno se hubiese tomado un tranquilizante.
Con fuerza empezó el Borussia Dortmund tras la reanudación. A los cuatro minutos Lewandowski tiró dos veces a puerta y puso nervioso a más de uno. De hecho, en el cincuenta y siete, Mourinho hizo los cambios oportunos para ir a por todas. No estaba su equipo para perder tiempo. Los minutos pasaban y no había novedad hasta que Benzemá desató la euforia blanca. La remontada era posible y sino solo había que pensar en cómo el Dortmund remontó al Málaga en cinco minutos. Más leña al fuego echó Ramos con el segundo, pero no fue una noche de milagros.
Tras el pitido final es el momento de ensalzar el partido de los blancos, de hablar de las ocasiones falladas, del potencial del Madrid, de la calidad de sus jugadores, etc. Pero no dejan de ser palabras. La realidad es que no van a jugar la final de la Champions. El Borussia Dortmund ya tiene una plaza en Wembley. Y si no pensad en la adaptación futbolística de un gran refrán español: No dejes para la vuelta, lo que puedas hacer en la ida. De poco sirve que Mourinho diga: “Teníamos que haber marcado mucho antes. Si lo hubiéramos hecho, nuestras posibilidades hubieran sido mejor.” Lo hecho, hecho está.
Después de una cena de tapeo por Concha Espina a base de salchichas y cerveza, que mejor manera de acabar la noche que comiéndose un merengue a la salud de los que pudieron estar en Londres y no estarán. Si unos dicen adiós a la décima, otro esperan con ansia la segunda. La copa ya tiene un candidato alemán, hoy sabremos su otro aspirante.