El equipo aragonés sigue soñando con la salvación después de remontar el gol de Juan Muñiz
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
No está este necesitadísimo Huesca para regalos, así que recurrieron a un invitado de lujo para merendar. Llegó el Sporting y sirvió de festín. Un dulce piscolabis a media tarde. No hizo falta que los asturianos llevaran boños preñaos, ni buñuelos, ni arroz con leche; el simple hecho de que el equipo asturiano se presentase por El Alcoraz y tuviera la osadía de adelantarse en el marcador sirvió de inmejorable aliciente. El partido fue un vodevil en toda regla, un espectáculo dantesco protagonizado por dos equipos que jugaron a compartir sus miserias. Y como los maños andan bastante más necesitados que los gijoneses, el resultado fue una victoria que sus seguidores celebraron en las gradas como si fuera la mayor de las gestas. En parte lo fue. Porque estos tres puntos les mantienen con vida y aferrados al milagro de la salvación. Han salvado un punto de partido en su contra porque si el Sporting hubiese ganado, el Huesca habría quedado automáticamente descendido a Segunda División B. Con o sin maletines, los de Sandoval iban a ser jueces de la lucha por la salvación. Pero no está este Sporting para ser juez y parte de nada. Bastante tienen con el juicio que se celebrará el día 4 de junio en Sevilla y donde se puede dirimir buena parte del futuro de esta entidad en pleno pulso entre José Fernández y José María González de Caldas.
El gol de Juan Muñiz, los detalles de calidad de un Trejo que puede estar disfrutando de sus últimos minutos como rojiblanco, la lucha de Guerrero y el empuje de Casquero fueron lo mejor de un Sporting que ha vuelto a naufragar. Otra actuación esperpéntica a domicilio, la enésima en lo que llevamos de temporada. Y eso que el partido se puso de cara gracias al oportunismo de Muñiz, vestido para la ocasión con el traje de goleador aprovechando el rechace del palo al disparo de Guerrero. Muñiz, asentado en la titularidad en estos últimos coletazos de la Liga, hace méritos para convertirse en uno de los fijos la próxima temporada. No sería descabellado teniendo en cuenta la ingente calidad del canterano, la liquidación por deuda que se avecina este verano y la apuesta por Mareo que, ahora o nunca, se antoja imprescindible. Poco duró la ilusión de la victoria en la casa del sportinguista porque cuando todos contaban con llegar al descanso con ventaja en el marcador, apareció Pacheco para empatar en el último coletazo del primer tiempo inventándose para la ocasión un gol olímpico digno de Champions. Parece empeñado el Sporting en ensalzar a sus rivales cumpliendo aquel mítico lamento de los entrenadores: «Los hacéis internacionales».
El ambiente en El Alcoraz no era el idóneo para apelar a a la épica sportinguista. El estadio estaba entregado a la causa de la salvación del Huesca y sus incansables aficionados animaban y cantaban sin cesar confiando en la remontada. Y entre tanto, el Sporting a lo suyo, intentando controlar la situación para no ser sorprendido nuevamente. A estas alturas de la película, con todo el pescado vendido, no se puede exigir más a un Sporting que debe mantener el tipo y dar la mejor imagen posible. Triste, pero real como la vida misma. Una situación extremadamente cruel que salta a la vista en partidos como éste. Una imprecisión tras otra, una permanente concatenación de errores y un paripé en toda regla que convirtió el segundo tiempo en un espectáculo deplorable, culminado con la absurda autoexpulsión de Mendy nada más entrar al terreno de juego. Se veía venir el segundo del Huesca, que no llegó hasta los instantes finales del partido dada la incapacidad de los hombres de D´Alessandro. Le vino la inspiración a Tariq para plantarse solo ante Cuéllar y batirlo arreglando su hasta entonces desafortunada actuación. Y así llegó el enésimo castigo de la temporada para los sportinguistas, que siguen con su particular vía crucis. Se prevé tensión la próxima semana en el duelo contra el Recreativo de Hueva en el último partido del curso en El Molinón. Lamentable epílogo a una de las temporadas más grises de la historia de la entidad rojiblanca.