Ayer el Barça con la derrota por 2-8 contra el Bayern de Múnich, terminó de certificar el fin de ciclo de la generación que más le ha dado al club. El partido puso un punto y final al agónico debacle blaugrana que llevamos viendo en los últimos años.
Dejando de lado el resultado, lo que se vio ayer es muy diferente a lo que se vio frente a la Roma o el Liverpool. En esos encuentros se vio un equipo sin orgullo y con una mentalidad perdedora, pero ayer el problema era de nivel. El Barcelona fue sobrepasado (y de que manera) constantemente en todos los aspectos del juego por un equipo cuya plantilla ha costado menos de una cuarta parte que la de los culés.
El equipo catalán es un equipo sin alma que cuando no le dan las piernas o el juego, no es capaz de tirar de orgullo para, por lo menos, no recibir un ‘repaso’ de este calibre.
Los bávaros dieron una lección al propio Barcelona de lo que es jugar bien al fútbol. Verticalidad, velocidad y orden; tres atributos que la plantilla culé parece haber dejado atrás hace tiempo.
El Bayern es una apisonadora y volvió a mostrar ser sin duda uno de los equipos más sólidos de toda Europa. Müller, Perisic, Gnabry, Lewandowski, Kimmich y hasta Coutinho fueron los verdugos de un equipo sin recursos.
Veremos que medidas se toman en el club, de momento Piqué después del partido se mostró muy crítico llegando incluso a decir que si era necesario para el bien de la entidad, se marcharía.
Este equipo ya no es ni la sombra de lo que era, pero no va a ser una tarea fácil hacer una reestructuración tan grande como la que se debe hacer si no quieren hundirse todavía más.