Las calabazas de Halloween causaron pavor por lo alto y por lo bajo. Empezando por el otrora líder, un Fútbol Club Barcelona tan de capa caída que perdió el liderato para jolgorio de un Real Madrid imparable. Por la cumbre también se está moviendo con soltura el Valencia, vencedor indiscutible del derbi regional contra el Villarreal y decidido a constituirse en firme candidato al título. De momento, los valencianistas ocupan el segundo puesto, a un punto del líder, por delante de Atlético y Barcelona, que gracias a la derrota del Sevilla en San Mamés mantiene su plaza Champions, porque si los de Emery hubieran sumado un punto habrían relegado a los azulgrana a la zona de Europa League. Por allí anda el grandioso Celta de Berizzo, un equipo sin complejos y capaz de tumbar al todopoderoso Barça en el mismísimo Camp Nou; lo sigue muy de cerca (a un punto) el Málaga, que encadenó en Anoeta su cuarta victoria dejando a Jagoba sin curro. Aparecen las calabazas en Donosti porque la Real es penúltima, a dos puntos de una salvación a la que se acerca el Levante tras su triunfo en casa contra el Almería y de la que sigue lejos el Córdoba tras su naufragio en el Manzanares a pesar de la mejoría en el juego que ha venido de la mano de Djukic. Todavía estamos en noviembre, así que muchos ritos y rituales quedan por delante de aquí a mayo.
El imperio contraataca
Recuerda este Madrid triunfal al Barcelona de la época de Rijkaard, ese que llegó a encadenar 14 victorias seguidas en la Liga 2005-06, un curso en el que terminaron ganando el doblete Liga-Champions. ¿Quién no recuerda a aquel Barça con Valdés, Puyol, Edmilson, Sylvinho, Belletti, Márquez, Xavi, Deco, Giuly, Eto’o y Ronaldinho? Pues este Madrid, de momento, lleva la mitad de triunfos consecutivos (7), pero ya ha pasado a lo grande la reválida del clásico y tiene un potencial de tal calibre que arrasa sin reparos a cualquier rival de perfil medio. Dos colosos atrás, Pepe y Ramos, que si se tienen que crujir entre ellos en aras del cumplimiento de su deber de mantener la portería a cero, se crujen; dos laterales de largo recorrido, Marcelo y Carvajal, concebidos para cubrir trayectos largos y cortos sin despeinarse; un triunvirato estelar en la medular formado por Modric, Kroos y James, tan capaces de sofocar el juego rival sin aspavientos a base de presión y recuperaciones, como de fabricar fútbol de muchos quilates; y todo ello culminado por un tridente espectacular con el hambre de Cristiano, la magia de Benzema y la calidad de Isco (más Bale en la recámara). Es el Dream Team blanco, el líder en solitario de la Liga. De Rijkaard a Ancelotti y de Ronaldinho a Cristiano, el Madrid es un bloque imperial que contraataca a la velocidad de la luz. Estos sí que son los galácticos y no los que sucumbieron contra aquel recordado Barça.
El Valencia ha vuelto
A los que crecimos con un Valencia campeón de ligas, copas, supercopas y finalista de la Copa de Europa, no nos sorprende verlo en lo alto. Aquel Valencia que sabía sufrir, que sabía competir y que no perdonaba cuando alcanzaba la portería rival, ha vuelto. En ello tiene mucho que ver el cuidadoso trabajo de pizarra que está llevando a cabo Nuno Espírito Santo, un hombre que no es ni una solitaria flor de la liga portuguesa ni un enchufado de Jorge Mendes; Nuno es un magnífico entrenador, principalmente porque pertenece al selecto club de técnicos que saben optimizar al máximo las virtudes de sus equipos. Esa capacidad para resistir minutos y minutos en El Madrigal el asedio de un rival tan correoso como el Villarreal y esa eficacia, sobre todo a balón parado, que tan importante resulta para aspirar a todo, son imprescindibles en cualquier aspirante. La columna vertebral que forman Diego Alves, Shkodran, Otamendi, Javi Fuego, Piatti y Paco Álcacer, más un sinfín de recursos, es uma garantía de prosperidad. Si hasta las estadísticas le acompañan: solo 2 puntos separan al líder del quinto clasificado, algo que no ocurría en nuestro campeonato desde la temporada 2001-02, una edición que curiosamente terminó con el Valencia campeón.
Ni truco, ni trato
El truco o trato (trick or treat) es una costumbre de Halloween en la que los niños recorren las casas de su vecindario disfrazados y pidiendo dulces. El truco es una amenaza de broma a los dueños de la casa en caso de que no les proporcionen golosinas. Lo del sábado en el Camp Nou tuvo poco de broma. Fue bastante serio porque el Barça no solo le entregó en bandeja el liderato a su eterno rival (una semana después de regalarle el clásico), sino que pasó de la primera a la cuarta posición, algo que no ocurría desde hace 11 temporadas. Ni truco, ni trato; el Celta no amenazó y golpeó directamente porque los rivales ya tienen bien tomada la matricula del Barcelona. O se ponen las pilas Lucho y los suyos, empezando por apostar por una defensa seria sin Alves ni Mathieu y por una reubicación táctica de sus hombres (lo de Luis Suárez, que ganó la Bota de Oro siendo uno de los mejores delanteros centro del planeta, jugando por la derecha sí que es una broma de mal gusto), o la pesadilla que se vivió la pasada temporada en Can Barça será solo el prólogo de un cuento terrorífico para el barcelonismo.
Pesadilla en Riazor
El fantasma del descenso persigue al Deportivo de La Coruña. Ese asesino silencioso y letal que campa a sus anchas en el pozo de la clasificación tiene en su macabro punto de mira al equipo coruñés. Ni siquiera les ha bastado a los intrépidos muchachos de Víctor Fernández con la goleada al Valencia y el punto sumado contra el Espanyol, dos equipos que evocan tiempos felices para el deportivismo, para relajar su angustiosa situación. Y en una noche tan señalada como la de Halloween, se vivió una pesadilla en Riazor. El Getafe se vistió el traje de verdugo para aterrorizar a los locales recurriendo para ello al cuarteto implacable que forman Yoda, Sarabia, Hinestroza y Lafita. Entre los cuatro causaron estragos a la orilla del Atlántico desnudando las carencias de un bloque demasiado ingenuo atrás y escasamente productivo por delante. Ni siquiera el gol de Postiga sirvió para lograr una remontada que garantizaría la tranquilidad, al menos durante una semana. Perdió el Dépor y el fantasma de la Segunda División asoma por la bahía coruñesa aprovechando ese diabólico triple empate entre Deportivo, Elche y Levante.
Respira el Levante
Hubo que sufrir de lo lindo, pero las alegrías saben mucho mejor después. El Levante volvió a la senda del triunfo cinco jornadas después y sumó tres puntos contra el Almería que le permiten respirar. Cinco partidos llevaban los granotas sin marcar un gol en el Ciutat de Valencia y el golazo marcado por David Barral en el minuto 26 ya les insufló un oxígeno que les duró hasta el final del encuentro, aunque necesitaron respiración asistida después del tanto de Zongo. Pero el nuevo Levante de Lucas Alcaraz se sabe sobreponer a las adversidades y tan solo cinco minutos de encajar el empate se volvieron a adelantar en el marcador en lo que, a la postre, resultaría determinante. Gavilán se sacó de la chistera un impecable lanzamiento de falta, el balón se estrelló en el larguero y como si la diosa fortuna quisiera congraciarse con la genialidad del centrocampista granota, el esférico le cayó a Casadesús para que firmara el triunfo. Por fin una alegría por el barrio de Orriols. El levantinismo no quieren dejar a la capital del Turia sin su segundo equipo en la máxima categoría de nuestro fútbol. Aunque bien es cierto que con este derroche de ganas, parece complicado que el Levante se vaya de nuestra liga.
EL SACAPUNTAS
Marcelino García Toral: «Estoy hasta los cojones de jugar bien y perder»
No me extraña. Pero tranquilo, don Marcelino, que jugando tan bien es imposible que el Villarreal no termine haciendo algo grande.