David Ferrer no pudo encontrar su tenis en ningún momento y Rafa le pasó por encima en tres rápidos, aunque no cómodos, sets para cristalizar el octavo Roland Garros de su carrera
Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
La final española disputada en Roland Garros entre Ferrer (5º) y Nadal (4º) se decantó del bando mallorquín en una tarde semilluviosa y encumbró, por si no lo estaba ya, a un Rafael Nadal que cerró su retorno a la élite tras más de 7 meses parado por la lesión en las rodillas. Las dos horas y media que supusieron el 6-3, 6-2 y 6-3 desembocaron en el octavo Roland Garros para Nadal, todo un devorador de records y títulos desde la humildad y el trabajo. Y lo que queda, ya que Nadal sale de la capital francesa con la moral por las nubes y aunque descienda hasta el quinto puesto del ranking ATP, ahora mismo es el coco del circuito, el jugador más en forma y el tenista a batir, ¡¡¡vamos, el capo del tenis!!!
El alicantino David Ferrer se presentaba en la final desplegando el mejor tenis de su carrera, sin haber cedido un solo set en todo el torneo y aplicando a todos los rivales grandes dosis de su tenis rocoso y escaso de fallos. Pero la final iba a ser un duelo entre dos grandes amigos, con más de 20 enfrentamientos entre ellos y de los que solamente en 4 había salido vencedor ‘Ferru’. El año pasado en las semifinales del mismo torneo la situación era la misma pero el resultado, como en casi todos los enfrentamientos entre ambos, también era el mismo: un Ferrer voluntarioso pero atascado y sin recursos continuados para hacer frente a la apisonadora Nadal.
El primero en golpear iba a ser el mallorquín, que con pasmosa facilidad se fabricaba un break, pero el tesón del alicantino le llevó a igualar la contienda a 3 juegos y parecía que se podría ver un parido parejo. Nada más lejos de la realidad, porque Rafa ponía el turbo para anotarse 7 juegos del tirón y dejar encarrilada la final con el primer set en el bolsillo y el segundo a punto de caramelo. Ferrer tenía que remar a contracorriente, siempre muy por debajo en el marcador y únicamente una sucesión de breaks y contrabreaks al final de ese sgundo parcial dieron algo de mordiente a la paliza que Nadal estaba sometiendo a Ferrer.
El tercer set no fue sino la constatación de lo ya visto en los dos anteriores y únicamente un amago de parón por la lluvia pareció descentrar al Rey de la tierra batida, quien acabó reconociendo que juega con dolores permanentes en las rodillas pero que justamente aprovecha ese dolor para reconvertirlo en su fuerza sobrenatural. Ferrer lamentaba no haber sabido aprovechar mejor su primera presencia en una final de Grand Slam pero ahora ya les toca a ambos, en un no parar continuo, centrarse en la temporada de hierba, con las miras puestas en Wimbledon, que se disputa en apenas dos semanas.
Leerlo al son del ‘Toxicity’ (2001) de los System of a Down.