Lorenzo bate a Márquez en una última vuelta de infarto, en un duelo para recordar.
La mañana comenzó agitada en MotoGP, con la caída de Marc Márquez en el WarmUp, en la curva 8. Esa caída provocó que se le saliera el hombro y aunque se le permitió correr, está claro que no lo hizo en plenitud de condiciones.
Cuando se apagó el semáforo tanto Máquez como Lorenzo salieron como un rayo y tras dos parciales ya sacaban más de un segundo a Stefan Bradl, que rodaba en tercera posición. Y de cara al Mundial, Dani Pedrosa quedaba atascado detrás de Valentino Rossi en quinta posición, perdiendo ya en la primera vuelta toda opción -a priori- para seguir la estela de los dos primeros.
Tras tres vueltas, y mientras Lorenzo y Márquez estaban en una décima, rodando en 2:01.9, Dani conseguía superar a las Honda de Bautista y Bradl, y a la Yamaha de Rossi, y cuando llegó a la tercera posición ya estaba a 2.7 segundos de la cabeza. Y aquí se vio reflejado el cambio de Pedrosa este año. No se rindió y a base de vueltas rápidas, a medio segundo por vuelta, al paso por el séptimo giro ya estaba a rueda de su compañero de equipo. Esfuerzo titánico del de Castellar que bien merece un reconocimiento. El otrora piloto conformista, quizás espoleado por la llegada de Márquez, ha desaparecido.
La prueba transcurrió entonces con normalidad hasta que faltaban tres vueltas para la bandera a cuadros. Ahí comenzó el éxtasis. Márquez y Lorenzo nos brindaron un espectáculo digno de un Mundial de MotoGP. Recordando batallas no muy lejanas como las de Rossi con Stoner en Montmeló, o Rossi y Lorenzo en Motegi. Se pasaron y repasaron hasta la última curva, donde el vigente campeón adelantó al rookie de leyenda por un hueco inexistente y se llevó la victoria, merecidísima.
Pese a todo, solamente pudo recortar cinco puntos a Márquez, quien a su vez amplió en cuatro la ventaja con Dani Pedrosa.