
Cristiano Ronaldo y Griezmann, las estrellas de Real Madrid y Atlético, tienen mucho que decir en Milán.
El padre de todos los derbis en la madre de todas las competiciones. Ha llegado el día, 28 de mayo de 2016, sábado, justo dos años y cuatro días después de la inolvidable final de Lisboa, Real Madrid y Atlético de Madrid se volverán a ver las caras. En juego está la Undécima o la Primera, la hegemonía blanca o la revancha colchonera. Escenario: un aula magna del fútbol europeo, el estadio de San Siro, en Milán. Horario: las 20:45, la hora bruja del fútbol europeo. Y se podrá ver en Antena 3 y Bein Sports. Hecha la presentación de rigor, pasemos al diván de las emociones, que siempre abundan en un partido de estas características épicas.
No diremos, en principio, que es un partido único. No caeremos en la trampa del tópico y no hablaremos de acontecimiento extraordinario, irrepetible y demás palabrería barata. El fútbol ha demostrado que esta final es perfectamente viable. El derbi más castizo del fútbol español ya es un clásico del fútbol europeo. Sirva un dato pata certificarlo: éste será el tercer choque consecutivo de Real Madrid y Atlético en la Champions. Además de en Lisboa 2014, saldada con ese archirecordado 4-1 para los blancos, ya se cruzaron en los cuartos de final de la pasada edición de la Liga de Campeones, una eliminatoria extremadamente igualada y emocionante (0-0 y 1-0) que se fue a la prórroga en el partido de vuelta en el Santiago Bernabéu y allí se impusieron los madridistas gracias a un gol de Chicharito Hernández, el mexicano que llegó en el último momento del verano de 2014 para meter al Madrid en las semifinales de la Champions.
Los precedentes emocionales europeos sonríen a los madridistas, sí, pero cuidado… Porque a nivel doméstico el panorama es completamente distinto. En los derbis jugados en las competiciones nacionales, mandan los colchoneros. Desde Lisboa no han perdido ni uno, excepción hecha de la eliminatoria europea del año pasado. En Liga han jugado cuatro partidos desde entonces y los cuatro se saldaron con balance favorable para los atléticos: tres victorias (1-2, 4-0 y 0-1) y un empate (1-1 en el Vicente Calderón en la pasada liga); un enfrentamiento en los octavos de la Copa del Rey 2015 que pasó el Atlético (2-0 y 2-2) y la Supercopa de España 2014 se vistió de rojiblanco (1-1 y 1-0). En total, 5 victorias y 3 empates del Atleti, con 14 goles a favor y solo 5 en contra. A la espera de lo que ocurra en Milán, si nos basamos en los títulos españoles, ya se puede decir que el Atleti manda en la capital. Y al que lo dude, los colchoneros le esgrimirán, cuan espadachines, la final de Copa del año 2013, cuando le metieron el agua en casa (1-2) al Madrid de Mourinho.
Pero las finales no se juegan, se ganan. Como decía el inolvidable Luis Aragonés, «del segundo no se acuerda nadie». Los primeros que lo saben son los madridistas, que no saben lo que es perder una final de la vieja Copa de Europa desde el año 1981 (cayó 1-0 frente al Liverpool en París). Hasta ahí nos tenemos que ir para encontrar la última derrota del Real Madrid en el último partido de su competición fetiche, de la que es el rey absoluto. Tienen diez poderosas razones para creerlo: 1956, 1957, 1958, 1959, 1960, 1966, 1998, 2000, 2002 y 2014. De la Primera en París a la Décima en Lisboa pasaron 58 años que confirman el idilio blanco con la primera competición de clubes a nivel continental. En ese tiempo, 58 años, nunca se encontraron Madrid y Atlético.
Desde el punto de vista de muchos colchoneros, siempre tan abonados al fatalismo del histórico «Pupas», nunca más se encontrarían con una oportunidad como la de Lisboa. Pues dos años después de aquella afrenta tendrán la oportunidad de desquitarse. Hasta en eso ha influido el Cholismo, la religión mayoritaria a orillas del Manzanares, que ha cambiado por completo las convicciones de un equipo que ha venido para quedarse entre los grandes y que este sábado tiene otra ocasión para tocar con los dedos el cielo del fútbol. Los atléticos pueden sacar pecho ante sus eternos rivales: «Sí, nos ganasteis en Lisboa, pero aquí nos tenéis otra vez».
El palmarés y la heráldica sonríen al Real Madrid
La heráldica madridista es mucha heráldica y ese escudo luce especialmente majestuoso en este tipo de acontecimientos. Eso lo corroboramos los que hemos nacido entre los ochenta y los noventa: nunca hemos visto perder una final de la Liga de Campeones al Real Madrid. Le vimos ganar, contra todo pronóstico, la Séptima en 1998 ante la poderosa Juventus de Turín (1-0) en Ámsterdam. También les vimos levantar la Octava en 2000 ante un Valencia que llegó crecido a París y terminó hincando la rodilla (3-0) ante el Madrid de Morientes, McMananam y Raúl, los autores de los goles aquel 24 de mayo. Alucinamos con la volea mágica de un tal Zinedine Zidane que sirvió para ganar en Glasgow la Novena (2-1) ante un combativo Leverkusen que terminó encerrando a los blancos en su área, donde emergió el ángel de Íker Casillas. Y contemplamos atónitos el salto de Sergio Ramos en el minuto 92 para igualar en el último instante una final que se les había puesto muy cuesta arriba tras el gol de Godín en el primer tiempo; el gol de Ramos forzó la prórroga y, a partir de ahí, los blancos fueron una apisonadora que se llevó por delante (4-1) a los rojiblancos.
Con estos precedentes y la rutilante calva de Zidane brillando en el área técnica, es inevitable atribuir al Real Madrid la vitola de favorito en la cita de Milán. Hasta la diosa fortuna parece iluminar a los blancos, que no tuvieron precisamente un camino de espinas rumbo a Milán. Superaron la fase de grupos en primera posición por encima de PSG, Shakhtar y Malmoe; apearon en octavos sin problemas a la Roma (0-2 y 2-0); remontaron en cuartos (2-0 y 3-0) para dejar atrás al Wolfsburgo; y en semifinales pudieron, no sin algún sustillo, con el Manchester City (0-0 y 1-0). El gol de Bale en el Bernabéu valió un pasaporte para la capital de la Lombardía y al galés, que ya marcó el dos a uno en Lisboa, se le espera este sábado. Igual que a Benzema y, por supuesto, a Cristiano Ronaldo, los otros dos estiletes de la temible BBC blanca.
Cristiano Ronaldo, que también se lució en su tierra hace un par de años cerrando la goleada desde el punto de penalti, aspira en Milán a levantar su tercera orejona (ganó una en 2008 con el Manchester United y otra con el Madrid en 2014) y quiere batir dos plusmarcas: ser el primer futbolista que marca en tres finales de Champions y mejorar su propio registro goleador en este torneo (está a un solo tanto de los 17 que consiguió hace dos años) para ser el máximo goleador en una edición de la Liga de Campeones.
Lo demás será lo habitual en las filas blancas, excepción hecha de la baja del lesionado Varane, que no influirá en el once titular que dispondrá Zidane: Keylor Navas, Carvajal, Ramos, Pepe, Marcelo, Casemiro, Kroos, Modric, Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo. Zizou, que ya sabe lo que es ganar una Champions como ayudante de Carlo Ancelotti en 2014, espera que a la primera vaya la vencida para ser el primer entrenador francés en ganar una Copa de Europa.
El Atlético nunca deja de creer
Ni el palmarés ni la heráldica blanca asustan al equipo que nunca deja de creer. No renuncia a nada el Atlético de Madrid, la más firme demostración de que cuando se cree y se trabaja, se puede conseguir cualquier cosa. No hay más que echar un vistazo a su portentosa andadura por la presente edición de la Liga de Campeones. Después de clasificarse como primero del complicado grupo C, por encima de Benfica, Galatasaray y Astana, empezó su imponente camino por las rondas finales dejando en la cuneta por penaltis al PSV en octavos de final tras empatar a cero en Eindhoven y en el Vicente Calderón. Después apeó al vigente campeón de Europa, el Fútbol Club Barcelona, en cuartos tras remontar en casa (2-0) lo que perdieron fuera (2-1), no sin polémica por la discutible expulsión de Fernando Torres. Y en semifinales dejaron en la cuneta al poderoso Bayern de Guardiola tras ganar (1-0) en el Calderón gracias a un golazo de Saúl Ñíguez y perder por la mínima (2-1) en Múnich con un providencial gol de Griezmann y un paradón de Oblak al penalti ejecutado por Müller. El Atlético puede presumir, pues, de haber eliminado a los campeones de Alemania, España y Holanda, así como de haber quedado por encima del campeón de Portugal.

Fernando Torres espera repetir en Milán esta imagen del partido de ida de cuartos de final en el Camp Nou.
Aunque solo marcó un gol en la presente Champions, fue nada más y nada menos que en el Camp Nou, abrió el marcador y regaló medio billete para semifinales. De sus botas nació también el gol de Griezmann en Múnich que valió más de la mitad del pase a la final. Hablamos de Fernando Torres, ese Niño que se hizo hombre y habitó entre los más grandes del fútbol europeo. Torres sabe lo que es jugar finales y ganarlas, básicamente porque solo ha perdido dos.
Su victoriosa andadura por las finales empezó en 2001 en el Europeo Sub-16, que decidió desde el punto de penalti a favor de España; siguió un año después en Noruega, donde el combinado Sub-19 se impuso también por uno a cero con otro gol de Torres; tocó el cielo en 2008 en la final de la Eurocopa marcando el gol de la victoria ante Alemania en el Ernst-Happel de Viena; tuvo un papel decisivo en la final del Mundial 2010 en Sudáfrica participando en la jugada del gol de Andrés Iniesta, pues suyo fue el centro desde la izquierda que cortó Van der Vaart, dejando el balón a Fábregas para la asistencia a Iniesta; dos años después también jugó un papel determinante con el Chelsea en la final de la Champions 2012, provocando el córner que dio origen al gol del empate de Drogba para forzar la prórroga frente al Bayern Múnich; en la final de la Eurocopa 2012, ante Italia, también dejó su sello marcando el 3-0 y asistiendo a Juan Mata en el 4-0; su primera derrota en una final fue en el Mundial de Clubes 2012, que perdió el Chelsea (1-0) contra el Corinthians; en la final de la Europa League 2013 se sacó la espina frente al Benfica, abrió el marcador y se convirtió en el primero en ganar Eurocopa, Mundial, Champions League y Europa League; su segunda derrota llegó en la Copa Confederaciones 2013, que España perdió 3-0 ante Brasil.
La presencia en ataque de Fernando Torres y Griezmann, el segundo máximo goleador del Atlético en la vieja Copa de Europa (lleva 9 goles, a tres de Luis Aragonés), completa un equilibrado equipo que inicia Oblak en la portería, protegen Juanfran, Savic, Godín y Filipe Luis, y organizan Gabi, Augusto, Koke y Saúl en la medular. Estos once gladiadores, con el emperador Simeone en el banquillo, desean traducir al italiano la palabra revancha, convertirla en vendetta y ajustar cuentas con el Real Madrid, que a su vez serviría para desquitarse también de la derrota contra el Bayern Múnich en el 74. Esta vez no hay bajas ni dudas como las de Diego Costa y Arda Turan de hace un par de años; tropa en perfecto estado de revista, moral óptima. Solo les falta ganar la Champions para consagrarse en la gloria.