No era una carrera sencilla para Marc Márquez, por más que la superioridad de su Honda con respecto al resto de motos -salvo la Yamaha oficial- asegurase desde el principio la cuarta plaza. Salía por detrás de dos de sus rivales y junto a Jorge Lorenzo. Cuando se apagó el semáforo rodaba quinto superado por Rossi, Lorenzo, Dovizioso y Pol Espargaró.
Mientras al italiano se le pegaba su compañero de equipo, Márquez se deshacía primero del piloto satélite de Yamaha y unas vueltas más tarde hacía lo propio con Dovizioso. El buen rendimiento de la Ducati no tiene nada que hacer por el momento con las otras cuatro motos oficiales. En esos momentos Marc no era campeón, tenía que quedar por delante de Valentino.
Y se lo tomó con calma. Lorenzo adelantó a Rossi y se escapó en solitario con una ventaja que superó los dos segundos. Márquez, por su parte, iba pasito a pasito, precavido, sin errores. Sabía que su ritmo era en ese momento más rápido que el del Doctor. Y, como era de esperar, se pegó a la rueda del italiano y aunque éste presentó batalla -siempre lo hace-, al final no pudo detener a la moto número 93. Márquez se puso segundo y ya nadie le bajaría del escalón intermedio del podio. No le interesaba pelearle la victoria a un estratosférico Lorenzo. Le valía ser segundo y segundo terminó. Campeón del Mundo. Dos de dos. 21 años.