El Sporting se reencuentra con la victoria (3-1) ante el Sabadell guiado por el criterio de Álex Barrera y el instinto goleador de Lekic y Scepovic
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Entre delanteros anda el juego. Hacía tiempo que el Sporting no se podía permitir la licencia de presumir de sus dos puntas. Con permiso de Álex Barrera, asociativo y vertical hasta la extenuación, el equipo gijonés ya tiene permiso para alardear no de uno, sino de sus dos arietes. Casi hay que remontarse a la la pareja formada por Barral y Bilic para encontrar un tándem tan productivo. A la ya consabida eficacia goleadora de Stefan Scepovic, que le granjeó la admiración unánime del sportinguismo, se une ahora el estado de gracia de Dejan Lekic, decisivo ante el Córdoba el pasado domingo y hoy ante el Sabadell. Los dos son serbios y ambos llegaron este verano en un movimiento acertado del club, necesitado de referencias ofensivas tras las salidas de Sangoy, Trejo, Bilic y David Rodríguez. Scepovic sigue aupado a lo más alto de la tabla de goleadores con sus 10 tantos, mientras que su compatriota Lekic lleva dos jornadas consecutivas marcando, una alegría merecida para este balcánico que lo pasó mal para adaptarse a los planteamientos futbolísticos de Sandoval y tuvo que chupar mucho banquillo. La única piedra en el zapato que le queda al entrenador madrileño es Miguel Ángel Guerrero, que ha sido totalmente eclipsado por la conexión serbia y no está disponiendo de minutos.
Las luces de los goles no tapan las sombras que sigue mostrando este Sporting. Aunque se ganó cinco jornadas después, al equipo de Sandoval le sigue costando resolver los partidos y tuvo que remontar ante un rival tan ordenado y limitado como el Sabadell, que tuvo una eficacia casi plena al marcar en una de sus escasísimas llegadas. Hubo que remar a contracorriente e incluso se escucharon pitos en El Molinón. No es de extrañar, la afición estaba inquieta porque se temía otro disgusto como los que se llevó contra Jaén y Las Palmas. Se había entregado el fortín en que se había convertido el estadio gijonés al principio de la temporada y las prisas comenzaban a atenazar al sportinguismo, que no se conforma con la voluntarista apuesta de Sandoval que, hasta la fecha, se había mostrado poco productiva. Mucho enredo defensivo, excesiva descoordinación, desacierto en el pase y poca producción ofensiva. Así se escribió el guión del partido hasta que Sagués Oscoz señaló un penalti a favor del Sporting por mano de Carlos, no falló Scepovic y la historia acabó con final feliz.
Nada de nada hasta el segundo tiempo
Todo lo interesante ocurrió en el segundo tiempo porque el primero resultó simplemente infame. Basta recordar que la mejor ocasión de los primeros 45 minutos la tuvo López Garai con un disparo al que respondió Nauzet con una excelente intervención. Mandaba el Sporting con más intensidad que fútbol, una circunstancia alimentada por la nula propuesta del Sabadell, que se limitó a defender las alocadas acometidas rojiblancas confiando en causar estragos a la contra. O sea, la receta del Jaén pero a la catalana. Parece evidente que el Sporting se encontrará con muchos rivales así, y más en su campo; no todos son Las Palmas y pueden aspirar a llevar el timón en todos y cada uno de los partidos gracias a un tal Juan Carlos Valerón. Entre la precipitación sportinguista y la pachorra catalana fue una primera parte para olvidar.
Se desataron las hostilidades en el segundo tiempo motivadas por el tempranero gol de Llorente para el Sabadell después de anticiparse a Cuéllar y a los centrales. Las pinzas que sujetaban a la pareja de centrales que el míster improvisó para la ocasión (Mandi-Iván Hernández), motivada por la sanción de Bernardo, saltaron en la primera aproximación peligrosa del rival. Eso desató la ira de la grada que, desesperada por tanta improvisación y semejante desastre táctico, abucheó el nulo juego del equipo, encarnado en un López Garai absolutamente desbordado en la medular. Sandoval localizó bien el desacierto del vasco y acertó al sustituirlo por Lekic en una salomónica decisión que terminaría cambiando el curso de los acontecimientos. Porque también acertó antes con el ingreso de Álex Barrera y Santi Jara al terreno de juego. Entre los tres le cambiaron la cara al Sporting y eso lo notó especialmente Nacho Cases, que volvió a llevar el timón sin estorbos innecesarios.
Cambios, frescura y goles. Una fórmula tan simple le bastó al Sporting para remontar el partido. Empató Scepovic de penalti, Lekic reventó la portería con un trallazo inapelable que se estrelló con contundencia en el larguero antes de besar la red y sentenció Álex Barrera con un buen disparo cruzado para culminar un contraataque. La conexión serbia impulsó al Sporting, siempre con permiso de Barrera, clave en los dos últimos goles. En la jugada del segundo, el ovetense inició la jugada con una cabalgada imparable hasta la frontal del área, desde donde habilitó a Lekic para que se sacara tan extraordinario disparo. El serbio se sintió en deuda con el ovetense y le devolvió el favor poco después sirviéndole una precisa asistencia, Scepovic la dejó pasar y el canterano sentenció el partido con una calidad propia de sus compañeros serbios. Por los escasos méritos del Sabadell para ganar el partido, la victoria sportinguista resulta justa y merecida. Veremos lo que ocurre el próximo fin de semana ante el Murcia sin Scepovic, que se marcha con la selección serbia. Será otra buena ocasión para que Lekic siga demostrando que es un delantero de confianza.