Alberto Arauz (@arauz84)
Belo Horizonte. Eso imaginaron los argentinos allá por diciembre cuando el azar les emparejó con la débil Irán. Intuían un plácido panorama, exento de estrés y libre de sobresaltos. Lo que no sabían es que en Brasil no se sirven peritas en dulce. Son más de asados contundentes de difícil digestión. Y eso fue lo que encontraron en el plato los muchachos de Sabella, que ya desde el primer bocado, no superion como hincarle el diente al menú que les fue servido. Sin embargo, existe entre los mortales un Mesías, un elegido que hasta en sus horas más bajas, destroza lo que le viene en gana.
Mal harían los argentinos en subirse a la ola de la euforia. Por muy dulce que sepa el triunfo, el partido destila un buen puñado de conclusiones que invitan a la preocupación. El equipo no tiene fútbol. Carece de cualquier cosa que se pueda asemejar a la creatividad en la zona donde nace este juego. Ni Gago ni Mascherano, son capaces de generar ni por asomo una circulación fluida que surta de balones decentes a los puñales de arriba, que encima, ninguno está para grandes epopeyas. Lo de Messi no mejora. Su apatía, falta de chispa e incluso cierta ausencia de claridad mental, quedarán empañadas por su ramalazo de genialidad que lapidó a los iraníes. Pero no nos engañemos. Este no es Leo. Lo de hoy lo hará incluso de octogenario y con demencia senil. Los genios son así. Pero tampoco Higuaín y Agüero colaboran por la causa. Ambos distan mucho si quiera de aproximarse a lo que tantas veces mostraron. Y el resultado de tanta merma, es una Argentina mediocre.
Pero sí hay un albiceleste que rayó a un enorme nivel. El cancerbero Romero rescató a los suyos de un naufragio sonado. En la segunda mitad, frustró el sueño iraní con sendas paradas a Dejagah y a Reza avanzado el segundo acto. Eso, y un penalti escamoteado por el colegiado serbio, terminaron de fulminar a la selección asiática que puede salir de Brasil (si es que sale) con la cabeza bien alta. Pero con los dioses no se lucha. Se agacha la cabeza y se les reverencia. Y en Argentina juega uno. Algo venido a menos, es cierto, pero aún asi le da de sobra para seguir reventando partidos.