El Barcelona gana por la mínima el primer asalto de una igualada eliminatoria que se decidirá el próximo miércoles en el Vicente Calderón. El argentino falló un penalti que le detuvo Oblak, pero el rechace le dejó el balón a placer para marcar.
Al revés que el cartero de la novela de James M. Cain, Lionel Messi nunca llama dos veces. El astro argentino puede fallar una vez, pero nunca dos veces seguidas. Y menos aún ante un rival al que le tiene tan tomada la medida como el Atlético de Madrid, el equipo al que más goles le ha marcado en toda su carrera (22). Podrá fallar penaltis pero la jugada no se termina con el lanzamiento desde los once metros y si la buena intervención de Oblak le deja un rechace en bandeja como ocurrió en este partido, el desenlace resulta inevitable. Gol determinante del rosarino, que se sobrepuso de la mejor forma posible a su decimocuarto fallo desde el punto fatídico. Así se decidió el primer asalto del nuevo clásico del fútbol español.
Dentro de una semana habrá más en el Vicente Calderón y esperemos que sea mejor porque hemos de reconocer, en honor a la verdad, que el espectáculo visto anoche en el Camp Nou no resultó todo lo vistoso que debería. La ortodoxia futbolística no va mucho con Luis Enrique, pero menos aun con Simeone. Son dos grandes entrenadores que prefieren antes un fútbol intenso, aguerrido y con rápidas transiciones que el virtuosismo, la circulación lenta y las digestiones perfectas. Entre dos estilos tan parejos, uno tiene que controlar el balón y llevar la iniciativa del juego. Ese papel le correspondió al Barcelona, apoyado en la preponderancia de Iniesta en la circulación del esférico y los movimientos entre líneas de Rakitic, siempre bien escoltados por esa pared que todo lo devuelve llamada Sergio Busquets.
Todos los intentos del Barça resultaron improductivos desde el arranque del choque ante un Atlético protegido por dos perros de presa en la medular como son Mario Suárez y Gabi, bien secundados por esa guardia pretoriana que forman Siqueira, Godin, Miranda y Juanfran. Como los mejores ataques empiezan en una buena defensa, la solidez atrás garantiza el peligro de las llegadas desde segunda línea de Koke, Griezmann y Arda, siempre buscando la peligrosa referencia de Fernando Torres en vanguardia. La sombra del Niño es tan alargada en el Camp Nou, un estadio donde ha marcado 5 goles (4 de ellos con el Atleti), que la vigilancia extrema de sus maniobras termina descuidando la marca de hombres tan escurridizos como Antoine Griezmann, que firmó en el ecuador del primer tiempo la mejor ocasión de los visitantes con un cabezazo que se marchó alto.
Lo cierto es que la propuesta ofensiva del Atleti resultó escasa por no decir nula, de modo que el partido se convirtió en un monólogo blaugrana. Esa idea conservadora de los colchoneros resulta un riesgo ante este Barcelona del tridente, un conjunto más vertical y peligroso que el del Tata Martino, ese que no fue capaz de ganarle ni un solo partido a su compatriota Simeone la temporada pasada (cinco empates y una victoria rojiblanca). Han cambiado las tornas y de momento Lucho gana dos a cero al Cholo en el bagaje de duelos disputados entre ellos en el presente curso. El Barça actual ya no precisa de posesiones eternas para crear peligro y las ocasiones terminan llegando por desgaste del rival, empuje propio o alguna genialidad de sus estrellas. Esta vez hubo un poco de todo eso. Antes avisó Luis Suárez aprovechándose de un inesperado descuido de Godín, pero su remate a bocajarro se marchó alto. También lo intentó Messi, cómo no, pero abusando de las acciones interiores y estrellándose continuamente contra el frontón defensivo del Cholo, que buscó en Mandzukic una solución atacante que no pudo superar la resistencia que le opusieron Piqué y Mascherano.
Con tantos hombres del Atlético agazapados en campo propio y con un despliegue tan portentoso como el del Barcelona resultó inevitable que el partido se termina enredando en el juego duro y las batallas cuerpo a cuerpo. Se sucedieron faltas, roces y choques varios, siempre en el terreno de juego visitante, permitiéndole al Barça explotar la baza del balón parado. Y de un libre directo en la frontal del área colchonera nació el gol que decidió el partido. Siqueira cometió una falta sobre Messi, el lanzamiento del argentino rebotó en la barrera y el cuero le cayó a Busquets, que fue derribado por Juanfran justo cuando estaba haciendo la maniobra de girarse para enfilar portería. González González no dudó y pitó el claro penalti cometido por el lateral rojiblanco, que golpeó claramente la pierna de apoyo del centrocampista azulgrana. La pena máxima la lanzó Messi a la izquierda de Oblak, que le adivinó el lanzamiento rechazándolo con su guante derecho, pero el rechace volvió a los pies del rosarino y éste no perdonó a la segunda para marcar a placer. Si los grandes duelos se suelen decidir por pequeños detalles, este detalle puede resultar determinante para dilucidar una eliminatoria que vivirá su segundo y último asalto el próximo miércoles en el Vicente Calderón.