Alejandro Rozada (@alexrozada)
No golean de oídas. Igual que los buenos músicos no tocan sin experiencia, los grandes futbolistas no marcan goles si carecen de maestría. Lo saben y lo ponen en práctica los indiscutibles líderes del Barcelona. Como si hubiesen llegado a un acuerdo para intercambiarse los galones en Europa, Neymar y Messi dirigieron la partitura interpretada por la orquesta blaugrana durante la fase de grupos de la Liga de Campeones. Con permiso de músicos de la casa como Piqué, Fábregas, Busquets y Xavi, que también saben afinar el conjunto cuando corresponde, brasileño y argentino alcanzaron un pacto de caballeros para intercambiarse la batuta goleadora e impulsar al Barça hacia los octavos de final como indiscutibles cabezas de serie. Poco importó que su grupo estuviera integrado por viejas glorias europeas como Milan, Celtic y Ajax, que lucen imponentes en sus vitrinas las copas ganadas en sus días de vino y rosas. Ni la lesión del Pibe de Oro detuvo la inercia goleadora. Incluso han conseguido que ni la derrota en Armsterdam desentonara la composición final. Eso lo agradece especialmente Gerardo ‘Tata’ Martino, al que le empezaban a pitar los oídos por las críticas procedentes del inmisericorde entorno.
Los roles en la orquesta quedaron repartidos desde la primera actuación. La tempranera goleada al Ajax en el Camp Nou (4-0), con hat-trick de Leo Messi, demostró que el argentino volvería a ser el director de la orquesta blaugrana a la espera de confirmar cómo se maneja Neymar con la batuta de los goles. Aunque le costó encontrar el ritmo al flamante fichaje, el desarrollo de la competición demostró que el brasileño se maneja con igual o mejor destreza que su compañero. Por el medio hubo tiempo para que se reivindicara un percusionista de lujo como Fábregas, decisivo en la mínima victoria (0-1) conseguida ante el Celtic en Escocia, el país de los gaiteros. Sin embargo, la cita en un magno escenario como San Siro devolvió su protagonismo habitual a Messi, fundamental para que el Barça no desafinara ante el Milan y la opereta interpretada ese día al menos sirviera para sumar un punto (1-1). Le sonó tan bien la sinfonía al maestro de Rosario que también lideró el triunfo conseguido ante los italianos en el Camp Nou (3-1) y que valió el pase matemático a los octavos de final. Eso fue el pasado 6 de noviembre, una fecha que marcó un punto de inflexión porque es, de momento, el último partido en esta Champions de «la Pulga», lesionado cuatro días después en el Benito Villamarín.
La ausencia del líder argentino alimentó las dudas en torno a la figura de Neymar, incrementadas después de la derrota (2-1) en el Armsterdam Arena contra un Ajax que comenzó a padecer las diabluras del genial futbolista brasileño, protagonista en la jugada del gol al provocar el penalti que transformó Xavi Hernández. Fue un pequeño aviso de lo que estaba por venir, una ráfaga que demuestra el potencial de un futbolista capaz de asumir el liderazgo cuando más lo necesita su equipo. Y lo demostró contra el Celtic en el Camp Nou liderando una escandalosa goleada (6-1). Tres goles y un sinfín de detalles de calidad en una magistral actuación del artista brasileño, un virtuoso del fútbol capaz de interpretar las más variopintas y geniales sinfonías con un balón en los pies. Él, sin duda, fue el principal protagonista del hermoso colofón que el Barcelona le puso a la fase de grupos. Lo agradece especialmente su entrenador al que, no nos engañemos, aún le queda mucho trabajo para afinar por completo el sonido de su grupo. A día de hoy, Martino debe dar las gracias por contar con tan ilustres directores de orquesta en su equipo. Veremos si entre los dos pueden dirigir la partitura de la Quinta.