Todos saben que Brasil es el equipo que juega con más presión en contra, no porque sea el mejor equipo (que ni se acerca) sino por jugar en casa y por competir al 130%. Hoy se ha enfrentado a uno de esos retos que juegan los equipos campeones, aunque quizás no sean los mejores.
Brasil se enfrentó a una Chile sin miedos, y con un juego mucho más interesante y que proponía diversas variantes que la selección canarinha no tiene a día de hoy (tal y como suena) pero que no impide que el equipo de Scolari sea uno de los que mejor compite del campeonato.
Los locales se adelantaron en una jugada a balón parado con un supuesto gol de David Luiz (que en diversas repeticiones parecía en propia meta) sin haber ofrecido mucho más que esas jugadas a balón parado. Algo se notaba la presencia de Fernandinho, pero no suponía una diferencia en el juego de los brasileños como para aplaudir. Mientras Neymar intentaba comandar el ataque de Brasil, Alexis Sánchez volvía loca a la defensa brasileña una y otra vez hasta anotar el empate definitivo. Desde ese momento ambos equipos dispusieron de buenas ocasiones pero el partido se conviritió en una mar de nervios por ambas partes hasta la tanda de penaltis.
En dichos lanzamientos, Julio César demostró por qué Scolari le esperó y confió en él para defender la portería de la canarinha, ya que paró dos penaltis muy importantes que hicieron que Brasil pasara ante una no inferior Chile en unos Octavos de Final que pueden ser muy indicativos de cómo serán las demás eliminatorias.