El escocés apabulla a Djokovic en la final de Wimbledon a base de efectividad y por fin consigue coronarse en el Grand Slam de casa tras más de 70 años de sequía inglesa
Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
Apoyado en la lejanía por todo el Imperio Británico y en la cercanía por las gradas rebosantes, en esta ocasión el ídolo local no se dejó devorar por la presión ejercida por los medios de sus país y aniquiló de un plumazo la maldición que pesaba en los ingleses, que no se anotaban un Grand Slam desde hace casi 80 años. Andy Murray (2º), 26 años y formado tenísticamente en Barcelona, fue siempre el elegido y sobre el pasto londinense ejecutó esta tarde la profecía. El serbio Novak Djokovic (1º), también de 26 años pero criado en este deporte en Alemania, no pudo objetar nada a la victoria de su rival, a todas luces merecida por el dominio sobre el enemigo demostrado, y únicamente podrá alegar el ‘Djoker’ una falta de acierto determinante en los momentos cruciales del partido, esos en los que el genio escocés brilló por encima de la maestría de un número uno mundial con muchos errores en pista en la tarde de hoy y que dejaron como resultado el 6-4, 7-5 y 6-4 que supone el segundo Grand Slam de la carrera de Murray (2º), tras el US Open del año pasado.
Tras dos semanas en las que ambos venían de ganar muchos y buenos partidos, las dinámicas victoriosas de ambos chocaron sobre la hierba londinense en un primer set errático de los dos tenistas; el primero en golpear fue el escocés, que en el tercer juego, incluso antes del primer descanso, le sacaba rédito a su juego de movilidad y se anotaba un break a favor con un precioso contrapié tras casi 10 minutos de sufrido juego. Pero el astro serbio respondía inmediatamente, sin oposición apenas, con otra rotura de saque sin dejar que la ventaja de su rival se consolidara y se lanzaba a por su rival, que fue justo precisamente en ese instante donde demostró por qué es el mejor tenista con balance defensa-ataque. Otro break daba a Murray (2ª) la tranquilidad necesaria para comenzar la final mandando y desterrar fantasmas de remontadas épicas como hubo de afrontar en rondas anteriores, dejando a Djokovic (1ª) inmerso en un amr de dudas ante tanto mal juego que incluso le llevó a lanzart varias veces la raqueta con el suelo.
En el segundo parcial el serbio salió con todo y quiso poner tierra por en medio muy pronto en el marcador, pero en una muestra más de que las cosas cuestan más conservarlas que lograrlas, el break inicial del serbio fue respondido por dos parciales de 3-0 prácticamente seguidos del escocés que con garra y movilidad tanto en defensa, su medio natural, como en ataque, muy inspirado hoy, culminaba el segundo set con una rotura de saque a favor cuando el serbio iba buscando el tie break que pudiera poner nervioso al británico ante su gente. No lo logró ‘Nole’ y todo parecía resuelto cuando Andy se ponía a las primeras de cambio 2-0 al inicio del tercer set con el enésimo error no forzado del balcánico, que no generó los suficientes winners como apra minimizar tanto fallo.
No obstante, la clase del balcánico le llevó a encadenar 4 juegos seguidos con dos breaks a favor y cuando se disponía a sacar para el 5-2 que pudiera alargar más el partido, fue el escocés quien le calcó la racha y con otros cuatro juegos de golpe con doble rotura a favor, liberaba toda la tensión acumulada por un país y eclosionaba en un último juego donde el serbio luchó en sus ultimos estertores salvando hasta 4 bolas de partido, pero ya era muy tarde para la reacción, porque todo parecía bajo control inglés. Cerraba así Ivan Lendl el círculo con su pupilo, al que hace apenas un año se le achacaba que no fuese capaz de ganar un grande y con dos de estos títulos en sus vitrinas ya demuestra un juego más reposado y efectivo en este tipo de pistas rápidas.
Escrito desde el ‘Starway to heaven’ (1971) de Led Zeppelin.