Por @Adri91R y @AlexRozada
Plácido debut. Victoria contundente de Brasil (3-0) ante Japón en el partido inaugural de la Copa Confederaciones celebrada en el mismo Brasil, concretamente en el Estadio Nacional Mané Garrincha. Neymar se encargó de abrir la cuenta goleadora de la verdeamarelha en la Confederaciones. Fue el primer baile en la Confecup del flamante fichaje del Fútbol Club Barcelona. Algunos ya se frotan las manos en la Ciudad Condal.
Los once hombres con los que decidió debutar Scolari fueron: Julio Cesar en la portería; Dani Alves en el lateral derecho, Marcelo en el izquierdo, Thiago Silva y David Luiz la pareja de centrales; Luíz Gustavo y Paulinho en el doble pívote; Hulk, Oscar y Neymar en la línea de mediapuntas conectando con Fred, referencia en ataque de los cariocas.
El mítico Zaccheroni conformó un once con Kawashima bajo los palos; Uchida, Konno, Yoshida y Nagatomo en la defensa; Hasebe y Endo en el centro del campo; Honda, Kagawa y Kiyotake por detrás de Okazaki, principal punta nipón.
Tres minutos del partido inaugural bastaron para que el gran atractivo de la Canarinha en esta Copa Confederaciones, que no es otro que Neymar, la duda ofende, se luciera de una forma impresionante. Recibió el balón cedido por el pecho de Fred y empaló una volea con la pierna derecha al ángulo izquierdo de Kawashima. El nuevo Rey Midas del fútbol brasileño firmó el primer gran gol del torneo, un gol tempranero, el más prematuro de los brasileños en una Confederaciones. Si siempre es bueno adelantarse pronto en el marcador, a los brasileños aún les viene mejor. Esta selección brasileña configurada por Scolari no es un equipo cómodo con el balón en los pies, les falta mucha fluidez a Luiz Gustavo y Paulinho, además de capacidad de asociación con Hulk y Fred. Japón tuvo durante buena parte del primer tiempo el dominio del balón, pero solo Honda llevaba algo de peligro sin resultar excesivo. Brasil lo intentó con un disparo de Hulk, que armó muy rápido el tiro tras zafarse de un rival, pero su chut se estrelló contra el lateral de la red japonesa. Aisladas ocasiones para Brasil, pero peligrosas.
El segundo tiempo empezó como el primero, con un tempranero gol de Brasil, precisamente a los tres minutos de la reanudación. El gol se produjo tras un balón que quedó suelto en la frontal del área, Paulinho llegó desde la segunda línea y se inventó un disparo que no pudo desviar por completo Kawashima. Fue el segundo gol del partido y las cosas se ponían muy cuesta arriba para el combinado nipón. Demasiado ingenuos, excesivamente desbordados, impresionados por la atmósfera del Nacional de Brasilia, deslumbrados por el brillo y los galones de la verdeamarelha. Maeda y Okazaki se unieron a Honda en los intentos por tratar de reducir diferencias en el marcador, pero no fue posible; unas veces por desacierto de ellos mismos, otras veces por el acierto de Julio César, un muy buen portero.
Brasil no hacía un juego vistoso pero sí efectivo, incluso tras la entrada de Lucas Moura o Hernanes seguía siendo un conjunto más sólido, efectista y pragmático que el juego vistoso practicado tradicionalmente por Brasil. Atrás quedó el jogo bonito. Hace muchos años que Brasil es un equipo cada vez más competitivo, notablemente sólido defensivamente, que lo fía todo al rigor táctico y a la inspiración de sus hombres de ataque. En el descuento, Jo Alves, un ex de Manchester City y del Everton, al que actualmente se puede encontrar en el Atlético Mineiro de Ronaldinho, hizo el tercero tras una buena jugada de Oscar. Así se sentenció un partido que supuso una demostración palpable de que, hoy por hoy, en Brasil prima más el músculo que el talento.
Primera victoria, primeros tres puntos del Brasil de Scolari que le sirven para liderar momentáneamente el grupo A, a la espera de lo que ocurra este domingo en Maracaná entre Mexico e Italia, un partido que puede ser decisivo para dilucidar a los semifinalistas. La prueba del algodón para testar a la selección brasileña se dirimirá con total seguridad en el duelo contra los italianos. Ese día, otro gallo les cantará. O no, si Neymar vuelve a tener ganas de bailar.