Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
Y todavía habrá alguien que dudará del fichaje de Neymar Jr. Para disipar cualquier incógnita, el brasileño se puso al Barça por montera y tiró del carro desde el pitido inicial de Undiano Mallenco, al que luego habrá que dedicarle unas líneas para nuestra desgracia. El flamante fichaje del Fútbol Club Barcelona no es de los que se esconden, y eso que Sergio Ramos interpuso su codo dos veces en su camino hacia el gol para indicarle por dónde no debería inmiscuir sus narices. Y eso sin haber pasado ni diez minutos. Pero ni así se amedrentó el mágico futbolista de Mogi das Cruzes (Sao Paulo), que a los cinco minutos cruzó a Diego López un preciso disparo que pasó por allí por donde dicen que pastan las vacas. Golazo, su tercero en nuestra Liga y, como crack que es, no podía haber elegido un rival mejor para engrosar su casillero goleador. No solo de goles a la Real Sociedad y al Valladolid viven los grandes futbolistas; los que pasan a la historia en este deporte lo hacen por destacar ante los mejores equipos y en los más fastuosos escenarios, ninguno mejor que el Camp Nou en día de clásico. Lo sabe Neymar, que tiene desparpajo y talento de sobra para asumir el mando cuando Messi no está al cien por cien, y lo puso en práctica ayer ante el Real Madrid, el rival culé por antonomasia. Que salgan ahora los que decían que este jugador solo iba a marcar goles en los amistosos de pretemporada o que iba a ser el nuevo Robinho. «Mea culpa», hay que decirlo más. Ayer, Neymar fue el hombre más desequilibrante del Barcelona. Porque no solo abrió el marcador en el primer tiempo, también asistió a Alexis en el segundo gol y pudo marcar otro más si no se llega a interponer Diego López en su camino.
No fue un Barcelona excesivamente virtuoso. Fiado en exceso a las apariciones de Neymar, al que solo Iniesta puedo seguirle el ritmo y el mejor retrato es la jugada del primer gol, con Xavi bien cortocircuitado por el trivote que Carlo se sacó para la ocasión (Ramos, Khedira y Modric, la brújula blanca), Messi volvió a demostrar que está bastante lejos de su plenitud. Su mejor aportación en el clásico fue un disparo excesivamente cruzado, y eso que soplaba el viento a favor porque fue justo después del 1-0. Ayer, el rey Sol del barcelonismo estaba eclipsado por un joven y apuesto príncipe brasileño. A pesar del brillo que desprende el dorsal número 11 del Barcelona, el panorama era bastante turbulento. El Barça no proponía y el Madrid menos todavía, aún perdiendo. Pero este escenario es el más adecuado para que resurja de sus cenizas Cristiano Ronaldo, la bestia negra del Barça en los últimos años, desaparecido en combate hasta el último suspiro del primer tiempo. El portugués tampoco es de los que se esconden y en un alarde de orgullo, calidad y vergüenza torera galopó por la izquierda hasta servirle medio gol a Khedira, que no puedo embocar el otro medio, mitad por la providencial presencia de Valdés mitad por la divina providencia que acompañó a Adriano para que la vista del árbitro no reparara en cómo desvió el esférico ligeramente con la mano. Al descanso, mínima ventaja blaugrana y Carletto Ancelotti casi que daba gracias. Por cierto, sin noticias de Bale.
Al igual que ocurrió en San Siro después de que Messi empatara, el Barça volvió a nadar y a guardar la ropa. Salió en el segundo tiempo dispuesto a correr los mínimos riesgos con tal de conservar la ventaja en el marcador a la espera de sorprender al Madrid en algún renuncio defensivo, como en una jugada que concluyó con un potente remate de Neymar, bien desviado por Diego López. Esto obligó a los blancos a asumir la responsabilidad de llevar el mando del partido, Ancelotti agitó el banquillo y acertó con su triple apuesta; entraron Illarramendi, Benzema y Jesé por un violento Ramos, un Bale que ni estaba ni se le esperaba y un Di María más impreciso de lo habitual. El Madrid cambió de cara y el partido de dueño. Eso ya era otra cosa, un rival más dominador y combativo. Cristiano envió el primer aviso pero Valdés respondió con una magnifíca estirada, después fue Benzema quien envió un trallazo que sacó astillas del travesaño y estremeció a todo el barcelonismo porque el golpeo fue perfecto y, cómo no, también hubo tiempo para la polémica por un claro derribo de Mascherano a Ronaldo dentro del área, del que el árbitro pasó olímpicamente.
Igual que las modelos se quieren lucir en las mejores pasarelas, los grandes futbolistas también se quieren exhibir en los grandes escenarios. Y en el día de Neymar, también Alexis Sánchez quiso mostrar sus encantos. El chileno no desaprovechó una magnífica asistencia del brasileño entre líneas y marcó una vaselina fastuosa que Diego López vio sobrepasar por encima de su cabeza como si del vuelo de una gaviota se tratara. Golazo de Alexis justo después de entrar por Fábregas, desdibujado como falso nueve aunque fue víctima de un pisotón de Pepe que pudo encauzar antes el triunfo culé si Undiano no se hubiera dado mus y hubiese pitado penalti. Alexis aportó uno de esos detalles que le hicieron grande en el Udinese. Los amantes de los detalles futbolísticos tuvieron tiempo después para paladear el cañito que le hizo Dani Alves a Cristiano Ronaldo. Esto ya fue una afrenta demasiado grande para los madridistas, que no estaban dispuestos a dejar las cosas así. A falta de Morata, al que Ancelotti misteriosamente no convocó, Jesé Rodríguez recortó distancias y aportó una de las escasas buenas noticias que dejó el partido para los blancos: la Fábrica sigue dando motivos para la esperanza.
El que no ilusionó fue Undiano Mallenco, que volvió a protagonizar un arbitraje francamente lamentable. Si los árbitros tuvieran un carnet por puntos como el de los conductores, a este colegiado ya le habrían quitado casi todos. Porque no es la primera, y por desgracia no será la última vez, que una de sus actuaciones sacan de quicio a dos equipos. Esta vez, las víctimas fueron madridistas y barcelonistas como generalmente lo son los equipos más modestos de nuestra Liga. ¿Lo habrá visto Mou? ¿Y Pep? El que seguramente lo habrá visto y disfrutado, como lo vieron y disfrutaron los aficionados, fue Tito Vilanova, al que la gent blaugrana dedicó un mosaico sencillamente espectacular. No se merece menos un hombre al que hay que dedicar cualquier triunfo que consiga este equipo, como el de este clásico, porque este Barça es y será su equipo. Per sempre.