El Sporting solo fue capaz de empatar en el campo del colista, que puede ser de manera matemática equipo de Segunda la próxima jornada. Ya con dos a cero en contra, Canella y Carlos Castro se encargaron de maquillar un resultado que sitúa a los rojiblancos a cuatro puntos de la salvación a falta de cinco jornadas y este martes reciben a un Espanyol con las miras puestas en Europa.

Carlos Castro empató en el minuto 81, aunque su gol no le sirvió al Sporting para sumar tres puntos decisivos en la lucha por la salvación.
1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo… y 22 de abril. A Pamplona hemos de ir con una media y un calcetín en julio para celebrar San Fermín y a Pamplona se fue el Sporting este sábado para quemar una de las pocas bazas que le quedan para quedarse en Primera División. Y al final vuelve a Gijón con las orejas gachas entonando el «pobre de mí, pobre de mí». No porque se han acabado las fiestas de San Fermín, sino porque se pueden haber acabado las remotas esperanzas de salvar la categoría que tenían los rojiblancos.
De nada sirve que al Sporting se le aparezcan San Fermín, la virgen de Covadonga y el Cristo de los Gitanos cada vez que juega el Leganés, otro que tal baila. Después de la injusta derrota del Lega en La Cerámica, donde sufrió un robo a mano armada al encajar un gol de Bakambu con la mano en el minuto 92, los de Rubi lo tenían en su mano para ponerse a solo dos puntos de los pepineros a falta de cinco jornadas. Al final empató a dos goles en el campo del colista, y gracias a los de siempre, dos guajes de la casa como Canella y Castro. Gora San Fermín y gora Mareo, epicentro del sportinguismo y único pozo del que se puede sacar petróleo en Gijón pese a todo.
Una pena que este San Fermín futbolístico no lo haya disfrutado por estar sancionado un navarrico de pura cepa como Isma López después de su notable partido del pasado sábado frente al Real Madrid, aunque conociendo a Rubi y sus bandazos tácticos seguramente le hubiera dejado sin convocar (como a Lora y Nacho Cases). Es lo que tiene ser una banda entrenada por el hombre que bajó al Levante hace menos de un año, que está entrenando en Gijón como podía estar en Pamplona, pero prefieren al delegado, o en Granada, donde apuestan antes por lo exótico (Tony Adams).
Pobre Osasuna, que certificará su descenso de forma matemática en el Camp Nou el próximo miércoles (no parece que San Fermín les vaya a regalar un punto en el estadio del todopoderoso Barça) y pobre Sporting, que está alargando su agonía en Primera jornada tras jornada, ahora a cuatro puntos de la salvación. «¿Y si gana el Sporting?», así llevamos meses en Gijón; algunas veces va y gana, como ante Leganés, Granada y Osasuna, casualmente los otros tres peores equipos de la categoría, o empata como en Mestalla y el Sánchez-Pizjuán, pero lo más normal es que pierda. Un engañabobos constante que está alimentado por un entrenador mediocre que va camino de consumar su segundo descenso consecutivo.
Pero la culpa de tener al Lotina del siglo XXI no es suya, es la consecuencia de una planificación negligente de la dirección deportiva y el cuerpo técnico de Abelardo. Si el ex entrenador del Sporting no se hubiese cargado el equipo de los guajes y no hubiese cantado desde que acabó la temporada pasada el famoso estribillo «necesito fichajes«, seguramente no tendríamos ahora en Gijón a Rubi, que llegó precisamente con la bendición de su predecesor en el cargo. Con este panorama, casi habrá que dar gracias por empatar en el campo del colista. Al menos este punto puede ser de oro para no descender como colistas. Pásanos poco.
Del 0-1 de Burgui al 1-0 de Meré en propia puerta

Con 0-0, justo antes de marcar Osasuna, el árbitro anuló un gol a Burgui por un inexistente fuera de juego.
El partido empezó torcido para los locales, que perdieron a un efectivo por lesión, Vujadinovic. Parecía que el Sporting iba a sacar partido de esta circunstancia. Lo intentaba Burgui, un charco de fútbol en mitad del desierto que es el equipo de Rubi, y así marcó el 0-1, que el árbitro lo anuló por un fuera de juego inexistente. Como todo lo malo es susceptible de empeorar, en la siguiente jugada, se adelantó Osasuna. Roberto Torres, otro charco en mitad del desierto futbolístico que también es el conjunto navarro, se dejó caer a banda izquierda para desde ahí, aprovechando la autopista que es el costado derecho del equipo gijonés por obra y gracia de Douglas, poner un balón al área, en el primer palo metió la pierna Kenan Kodro para forzar el error de Jorge Meré, que introdujo el balón en su propia portería para marcar, a sus 20 años recién cumplidos, su primer gol en propia puerta en Primera División.
Del 0-1 que invalidó el árbitro se pasó al 1-0. El Sporting se vio por debajo en el marcador a los 18 minutos en el campo del colista. Acto seguido tuvo Duje Čop el empate en sus botas, la echó fuera con toda la portería para él y el partido siguió como siguen las cosas que no tienen sentido. Para el Sporting sí tenía mucho sentido el encuentro de El Sadar, no tanto para Osasuna, que rema a contracorriente para evitar un descenso que parece cantado. La afición rojilla no se podía ni creer cómo podían ir ganando este partido, como también ganaron el del Leganés hace un par de jornadas. Así se demuestra que, por muy chungo que esté el colista, los equipos que le anteceden en la clasificación están igual de chungos o más que ellos. La clasificación canta. De postre, Moi Gómez vio una amarilla que le impedirá jugar ante el Espanyol y Čop reclamó un penalti. Entre el árbitro y sus propias carencias, el Sporting vivió una primera parte de auténtico terror.
El Sporting reaccionó tarde
Mejorando lo presente, el segundo tiempo se inició como el primero. Quizás pueda ser debatible que Burgui sea el mejor jugador del Sporting hoy por hoy (para algunos lo es), lo que no es discutible es que es el que más lo intenta del conjunto gijonés. Nadie lo intenta más que él y así forzó un penalti que el señor colegiado tampoco vio. Oier le golpeó en un gemelo y su caída en el área de Osasuna no fue lo suficientemente clara como para que la señalara el árbitro. Casi se repite el guión del primer tiempo y casi vuelve a marcar Osasuna con un remate de Sergio León que se marchó a un palmo de la portería de Cuéllar.
Con 1-0 en contra en la cancha del farolillo rojo (y nunca mejor dicho), el señor entrenador del Sporting tardó en mover el banquillo. Primero metió a Víctor Rodríguez en sustitución de Carmona, que no atraviesa ni mucho menos por su mejor momento como rojiblanco. Sorprendente cambio, teniendo en cuenta que en el banquillo tenía al único delantero disponible. Tuvieron que pasar diez minutos para que saliera Carlos Castro al verde de El Sadar y fue por un centrocampista defensivo, Sergio Álvarez. La atrevida apuesta de Rubi fue penalizada acto seguido encajando el segundo tanto de Osasuna. Volvió a aparecer Roberto Torres, esta vez dejándose caer hacia el costado derecho del ataque rojillo, desde ahí la puso al área buscando otra vez a Kodro, que empaló el balón y marcó el dos a cero. Cuéllar ya es el portero más goleado de la historia del Sporting en Primera con 63 goles encajados, solo por debajo de Juan Pablo, que recibió 65 en la temporada 2011-12.
El dos a cero desató al Sporting, que se fue a la desesperada y a la tremenda al ataque. La permanencia se estaba yendo por el sumidero. Los sportinguistas vivieron su particular San Fermín en los últimos diez minutos, cuando empezaron a correr como si fueran mozos delante de los toros. El encierro empezó bien La puso Burgui desde la banda izquierda, que se convirtió en la calle Estafeta, se la sacó de encima como pudo un defensa de Osasuna, el balón quedó muerto en el área y Canella, de repente un extraño, marcó con la pierna derecha por el pelo largo de Sirigu. Fue el segundo disparo del Sporting entre los tres palos en todo el partido después de un tímido intento de Burgui en el primer acto. Sin tiempo para digerirlo, Čop le sirvió un pase magistral y Carlos Castro marcó con un disparo cruzado para ser el máximo goleador asturiano con el Sporting en Primera en el Siglo XXI (11).
El encierro casi acaba en chupinazo si Carlos Castro llega a embocar la que tuvo ante Sirigu para materializar el 2-3, pero Rubi hizo otro cambio tonto y claramente arbitrario al meter a Afif, el recomendado de un icono culé como Xavi Hernández, por Burgui, canterano del Real Madrid. Al que bajó al Levante y va camino de bajar también al Sporting cada vez se le ve más el plumero. Como se ve su enorme falta de autoridad en el vestuario, plasmada en la falta que lanzó Douglas en el último minuto del añadido con un especialista como Čop (2 goles de falta directa esta temporada) haciéndose cruces como si estuviera ante el monolito de San Fermín. Que viva la autogestión.