PACO CAVALLER (Barcelona)
A quien madruga, Dios le ayuda. El trabajo de los motoristas de Mercedes desde los primeros tests de Jerez fue sensacional y ello, en una competición tan minuciosa, suele tener premio. Hamilton tuvo un problema mecánico en Melbourne, por lo que nunca sabremos si habría estado realmente al nivel de Rosberg. Y ese nivel del alemán fue sencillamente inalcanzable.
Con el germano, Mercedes protagonizó un auténtico paseo triunfal en el Gran Premio que tradicionalmente inaugura el Mundial de Fórmula 1, el de Australia. Puede parecer aburrido, pero el mérito que tiene, tanto a nivel de equipo como de calidad individual, es incalculable.

Ricciardo enloqueció a Albert Park con su segundo puesto, pero terminó siendo descalificado. | Imagen: formula1.com
No voy a dedicar este espacio a contar lo que sucedió en Albert Park. Lo doy por sabido (hace ya dos semanas de ello). Simplemente me dispongo a analizar algunos aspectos que me han gustado y otros que no de esta nueva F1 tan controvertida. Y empezaré por lo malo por dos sencillas razones: porque son menos aspectos y menos relevantes y porque, de paso, acabamos así con buen sabor de boca para encarar el GP de Malasia.
Las comprobaciones que hay que llevar a cabo en todos los monoplazas tras cada carrera me parecen inadecuadas. Una cosa es que tras un GP queden pendientes de analizar algunas maniobras que han tenido lugar sobre el asfalto y que el aficionado ha podido ver. Otra muy distinta es que aspectos técnicos y electrónicos incomprensibles para el espectador condicionen, muchísimas horas después, el resultado final de un Gran Premio. El segundo puesto de Ricciardo en su GP de casa fue casi una fiesta nacional, pero esa misma noche era descalificado y, por consiguiente, mandado a la última posición de la tabla. Un buen chasco.
El nuevo ERS (le llamaremos así por su semejanza al KERS anterior y omitiremos su nomenclatura actual para evitar mayores líos) permite aplicar mayor empuje al motor a lo largo de toda la vuelta. Eso es bueno porque los coches corren más a pesar de verse su potencia reducida, sí, pero evita poder jugar con la estrategia a una vuelta, especialmente a la hora de adelantar. Ello conduce a situaciones algo monótonas en las que el DRS resulta insuficiente para sobrepasar al que tienes delante. Lo vimos con Raikkonen y Vergne. Contrariamente, vimos a Bottas adelantar sobrado a gente como Hulkenberg. La diferencia de potencial era mayúscula.
Pero esta nueva F1 no está tan mal. De acuerdo, reconozco que yo también echo de menos la locura del estruendo, pero me quedo alucinado escuchando las derrapadas, por ejemplo. Y es precioso oír a la gente jalear, aplaudir y alentar a sus pilotos cuando estos pasan por delante de ellos. Todo tiene su parte positiva. Durante los Libres 1 me dolía oír un ‘pit-lane’ tan silencioso, pero lo cierto es que el domingo ni me di cuenta ya. Todo es cuestión de acostumbrarse.
A quien madruga, Dios le ayuda. Bien lo saben los hombres de Mercedes y McLaren. De Rosberg ya hemos hablado, pero debemos destacar el papel del debutante danés Magnussen. Fue tercero (luego convertido a segundo por la sanción de Ricciardo) y completó una carrera soberbia, demostrando que tiene ya la madurez suficiente para vestir los colores de una escudería grande y mantener a su coche en posiciones altas durante 57 vueltas, con lo difícil que es pilotar estos nuevos bólidos. Button estuvo siempre detrás. El McLaren vuelve a dar guerra.
La comparecencia de Williams era prometedora tras sus resultados en Bahréin. Fue una pena ver cómo Kobayashi se llevaba por delante a Massa en la salida (enésima locura del japonés) y cómo Bottas reventaba su llanta trasera derecha tras golpear al muro en la salida de una curva en el segundo sector. Aun así, el finlandés llegó a su garaje y pudo remontar posiciones. Terminó sexto (quinto posteriormente) y arrancó las pegatinas a más de uno durante esa escalada. El Williams también funciona. Con un poco más de fortuna y calidad en el pilotaje (algo que Massa debe aportar), pueden estar arriba.
La pretemporada de Red Bull fue de lo peor que se recuerda, pero ahí estuvo Ricciardo durante el Gran Premio, aunque luego fuera sancionado. Ya en Clasificación vimos que el coche austríaco corría y funcionaba. El abandono de Vettel nos impidió corroborarlo. Veremos cómo se las gastan en Malasia.
El F14T no es mal coche, pero este año los motores están marcando las diferencias y los monoplazas equipados con Mercedes están un pasito por delante. Hay mucho trabajo por hacer en Maranello, pero hay plantilla de sobra para remontar la situación. Un año más, Alonso empieza un poco por debajo y debe remar a contracorriente. La parte positiva es que Hamilton y Vettel debutan con un rosco.
Menos ruido de motor, pero más sonido ambiental y unas gomas que hablan por sí solas. Coches complejos, imprevisibles, difíciles de conducir. Complicado llegar a la meta. Todavía más crucial saber decidir cuándo forzar tu máquina o cuándo reservarte. ¡Ah! Y no hablamos ya de neumáticos, algo que antes se criticaba pero que ahora no se elogia. La nueva F1 es compleja, caprichosa y muy exigente. A algunos les parece mal. Yo no me quejo. Para nada.