Todavía con la resaca del Tour de Francia y después de los aperitivos de la Clásica de San Sebastián, la Vuelta a Burgos o la Vuelta a Polonia, llega la Vuelta a España, la cita más esperada del panorama ciclista nacional. A caballo entre los meses de agosto y septiembre, la ronda española presenta un recorrido más compensado que nunca y lleno de alicientes en prácticamente todas las etapas como ya es habitual en esta carrera.
Al igual que en la edición de 2014, la competición parte de Andalucia, en esta ocasión de Marbella, enclave turístico por excelencia. La Vuelta, fiel al esquema de los últimos años arrancará con una intranscendente contrarreloj por equipos de 7 kilómetros, que servirá poco más que para asignar el primer mallot rojo y para presentar a las escuadras participantes. La primera semana alternará las oportunidades para llegadas masivas al sprint -Málaga, Alcalá de Guadaira o Castellón- finales con trampa como la llegada a Murcia con el doble paso por el alto de la Cresta del Gallo en la parte final, o las llegadas en alto del Caminito del Rey, ya en la segunda etapa, la Sierra de Cazorla, la Alpujarra y la Cumbre del Sol. A priori sólo estos dos últimos finales parecen con la entidad suficiente como para marcar diferencias medianamente significativas entre los hombres de la general. Aun así será complicado que los ciclistas verdaderamente llamados a luchar por el primer puesto de la clasificación general salgan de la primera semana con diferencias superiores al minuto.
El panorama cambiará radicalmente tras la primera jornada de descanso (ojo que en esta ocasión los parones en la carrera serán los martes y no los lunes). El segundo bloque de La Vuelta arranca con la que es probablemente la etapa más esperada de esta edición. 138 km disputados íntegramente en Andorra con 1 puerto de segunda, 4 de primera y uno de categoría especial que suman casi 5000 metros de desnivel acumulado. Lo nunca visto en La Vuelta. El primer parcial realmente de altísima montaña pondrá las cosas en su sitio, debiendo salir del principado pirenaico la clasificación general muy perfilada. Después de dos jornadas de transición camino de Lleida y Tarazona, el tríptico montañoso Cantabro-Astur dejará la ronda prácticamente vista para sentencia. Con 215 km -es la etapa más larga de esta edición- la llegada a la Fuente del Chivo previo paso por el exigente Puerto del Escudo, puede marcar incluso más diferencias que la jornada andorrana. Sin solución de continuidad los inéditos finales asturianos en Sotres -una pena que los finales de etapa se fijen a golpe de convenio con las Comunidades Autónomas y nos perdamos el último tramo de esta subida en Cantabria- y la Ermita de Alba, dejarán muy seleccionada la carrera y se antoja difícil que más de dos ciclistas estén ya en disposición de luchar por el rojo. Esta segunda semana será sin duda el bloque decisivo de la edición 2015 de la Vuelta a España.
La última semana de la Vuelta comienza con la única contrarreloj individual. Un parcial llano de 38 km en Burgos, donde pueden hacerse diferencias importantes entre especialistas y escaladores. De ahí al final, recuperación de dos diseños clásicos de etapas con la siempre interesante llegada a Ávila por sus murallas y la penúltima etapa por los tradicionales puertos -casi autovías- de la sierra madrileña, que difícilmente darán ya para muchos vuelcos en la general. Un apunte interesante por lo muchas veces demandado a la organización de la vuelta, es la aparición de dos finales con el formato subir-bajar-meta precisamente en esta última semana (Riaza y Cercedilla).
Estamos sin duda ante uno de los recorridos más compensados y con más variantes de los últimos años en la Vuelta a España. Jornadas monopuerto y finales en muros, habituales en la ronda española, se alternan este año con etapas con concatenación de puertos de principio a fin o parciales montañosos de largos kilometrajes sin olvidarnos de la presencia en el recorrido de una contrarreloj larga, formato ausente en el pasado Tour de Francia. El recorrido tiene por lo tanto todos los ingredientes para garantizar interés de principio a fin siendo propicio para vivir grandes días de ciclismo. La extraordinaria participación (hablaremos en otro artículo) y las ganas de los ciclistas deberían hacer el resto para elevar a épica la lucha por el jersey rojo en este 2015.