El Atlético gana ante el Real Madrid su décima Copa del Rey
Un cabezazo de Miranda en la prórroga acaba en el Bernabéu con una maldición de 14 años
Diego Simeone se consagra como el entrenador de las finales: 3 disputadas, 3 ganadas
La crónica de Alejandro Rozada (@alexrozada)
Cuando Joaquín Sabina compuso su particular versión del himno del Atlético de Madrid, no contaba con esto. Seguro. A pesar de todo, dejó algunas frases para el recuerdo como el «qué manera de vencer» que parece concebido para vivir noches como la de hoy. Un 17 de mayo, que desembocó en un 18 de mayo, para la historia. El día que el Atlético ganó al Real Madrid la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu. Ese niño que le preguntaba a su padre aquello de «papá, ¿por qué somos del Atleti?», por fin va a encontrar respuesta a la eterna pregunta. El padre ya le puede responder: «Por victorias como la de esta noche, hijo». Sí. Ganó el Atleti al Madrid en el Bernabéu. Una dulce prolongación de la racha triunfal en las finales coperas del equipo colchonero (4 victorias en los 5 derbis disputados) y la mejor forma de acabar con la maldición de 14 años de derrotas contra sus eternos rivales. Ni el mismísimo Jesús Gil vivió algo parecido. La décima en casa del vecino. Inolvidable.
El Real Madrid llora sus penas. Otra noche negra para el madridismo, que ha resucitado el fantasma del Centenariazo del año 2002 contra el Deportivo de La Coruña. Se tendrá que curar en salud la entidad madridista antes de volver a proponer finales en su estadio. Las desagradables experiencias vividas hasta el día de hoy, al menos, no lo aconsejan: de las 9 finales que ha acogido el Santiago Bernabéu, solo ha ganado 2 el anfitrión mientras que ha perdido 7, 4 de ellas contra el Atlético de Madrid. No se podía producir un epílogo más lamentable a una temporada tan dura, marcada por el escándalo y la frustración. La temporada más negra para Jose Mourinho, que podría estar viviendo sus últimos días en el club blanco. ¡Qué lejos queda ya la Supercopa de España ganada al Barcelona allá por el pasado mes de agosto! El técnico portugués se ha quedado en blanco en este 2013, a no ser que se confirme su marcha al Chelsea lo que le daría la opción de ganar la Supercopa europea. Quizás contra el Bayern de Guardiola. Quién lo diría…
La gran fiesta del fútbol madrileño comenzó pronto en el Santiago Bernabéu. Desde los instantes previos al comienzo del partido se desarrolló un espectacular duelo visual y sonoro entre ambas aficiones en las gradas del templo madridista. La marea rojiblanca y el frente blanco conformaron un previo deliciosamente atractivo. La batalla se fundió en un grito unánime en cuanto comenzaron a sonar por los altavoces los acordes del himno nacional. Un magnífico prólogo para una apasionante final. Pero la pasión se desbordó en cuanto empezó a rodar el balón por el terreno de juego del coliseo de Concha Espina.
Igualado primer tiempo
El duelo comenzó eléctrico, tanto que el ambiente gélido de la noche madrileña pronto se convirtió en un apasionante calor. El Real Madrid dominaba sin crear claras ocasiones, pero ya se sabe que este equipo no necesita acaparar el balón para causar estragos. No tardaría en comprobarse. Benzema le robó la cartera a Mario en el centro del campo, el francés filtró un pase para Cristiano, que la perdió, aunque apareció un inesperado aliado, Miranda, para regalar un peligroso córner desde la derecha del ataque madridista. Lo botó Özil al punto de penalti y allí apareció portentoso Cristiano para abrir el marcador con un prodigioso cabezazo al palo largo inalcanzable para Courtois. Lo de siempre. A los 13 minutos ya ganaba el Madrid con un gol marca de la casa del portugués insaciable, nuevamente imparable en el salto dentro del área.
Pero este gol cortocircuitó el juego madridista, que se quedó sin gas. El Atlético se revolucionó y comenzó a llevar el partido al terreno donde se encuentran más cómodos los pupilos de Simeone: el físico. Así lograron secar el torrente futbolístico del Real Madrid, que les había arrollado hasta entonces. Con el gol se puso las pilas el conjunto colchonero guiado para la ocasión por sus mejores faros, Koke y Turan, e impulsado por sus peligrosas flechas, Diego Costa y Falcao. La incontenible sociedad ofensiva colchonera reservó su aparición estelar para la media hora larga de partido. Increíble jugada de Falcao en el centro del campo. El colombiano la protegió, bailó una cumbia con Khedira y Albiol para abrirse hueco y servirle un pase medido a Diego Costa, que se perfiló ante la meta de Diego López y lo batió con un zurdazo cruzado.
El Atleti de las finales es así. Es capaz de romper los guiones y trastocar los pronósticos más previsibles. Eso sí, contó con la suerte del finalista para no irse perdiendo al descanso. Casi le da un ataque a Courtois ante el disparo que se inventó Modric desde la frontal y se marchó fuera por poco. Después apareció el palo para rechazar un envenenado lanzamiento de Özil. La mejor noticia para los rojiblancos es que se terminó el primer tiempo sin ningún minuto añadido. Clos tenía prisa y pitó en cuanto se cumplió el minuto 45.
Dos palos en la segunda parte
La intensidad no decayó en el segundo tiempo, ni mucho menos. Ninguno de los dos equipos necesita el balón para crear peligro; en eso lleva ventaja el Atleti gracias a un Diego Costa que es un peligro público. El brasileño sabe jugarla, presume de una definición excelente, es rápido en los metros finales y tiene la virtud de desquiciar a sus rivales; que se lo digan a Coentrao, que vio la amarilla por derribar a la pantera colchonera cuando se había desbocado hacia la portería de su tocayo gallego. Pero si el Atlético presume de pantera, el Madrid exhibe a su particular lince, Mesut Özil, que se sacó de la chistera un envenenado lanzamiento de falta que Courtois envió a córner con una gran estirada. Los de Simeone aceptaron gustosos el intercambio de golpes, un lance en el que se sienten especialmente cómodos; así, Gabi la cruzó desde la derecha para la llegada en el segundo palo de Filipe Luis, cuyo disparo se perdió por muy poco a la derecha de Diego López.
Pero las mejores ocasiones las tuvo el Real Madrid en un margen de diez minutos. Primero en una jugada que retrata bien la suerte que acompaña al Atleti en las finales. Cristiano se internó por la izquierda, llegó hasta la línea de fondo, la dejó atrás hacia Benzema, que estrelló el balón en el palo cuando ya cantaba el gol, el rechace le cayó a Özil que, con toda la portería para él, disparó y de la nada apareció Juanfran para sacarla bajo los palos. Inverosímil aparición del defensa que ejerció de santo colchonero en el campo de su eterno rival. La ayuda divina de Neptuno no desapareció en este punto porque, acto seguido, volvería a salvar al Atlético tras un misil por tierra de Cristiano que también se estrellaría en el poste. Las lamentaciones del portugués se siguen escuchando entre los muros del Bernabéu.
El encuentro estaba desbocado, desatado y la tensión recorría como un calambre a los seguidores de ambos equipos, especialmente a los madridistas, desesperados por tal acumulación de ocasiones falladas. Tal era la desesperación que Mourinho se fue a la calle por protestar enérgicamente una falta de Benzema. A la batalla no le faltaba de nada: ocasiones, expulsados e incluso cambios imposibles como el de Juanfran por Cata Díaz, que terminó en nada porque el bravo defensa colchonero se empeñó en permanecer en el césped. Lo que restó hasta el fin del segundo tiempo tuvo que ver más con la épica que con lo futbolístico. El Atlético botó tres saques de esquina en el tiempo añadido que desbarataron sin problemas los jugadores madridistas, pero que contuvieron la respiración de los aficionados. Esta vez le tocó al Madrid pedir la hora y dar las gracias por llegar a una taquicárdica prórroga.
La prórroga de Miranda
Treinta minutos más de angustia. La prórroga era otro castigo más para los sufridos corazones de los seguidores, que llevaban hiperventilando más de noventa minutos. Comenzó avisando Diego Costa, tras un majestuoso pase de Koke, se plantó ante Diego López, pero el guardameta madridista salvó en dos tiempos una clarísima ocasión del delantero brasileño. Los madridistas no ganaban para sustos. Porque poco después apareció Essien para despejar a saque de esquina un peligroso pase que buscaba a Falcao. Fue un desafío a la suerte en toda regla. A la salida de ese córner, Koke, especialmente inspirado en esta final, sirvió un medido centro al córazón del área donde apareció Miranda para cabecear a la red. El defensa brasileño emuló a Pantic, autor del gol que dio en 1996 la última Copa del Rey hasta la fecha para el cuadro rojiblanco, y desató la euforia colchonera con un tanto, por cierto, de factura muy parecida a la de aquel.
Tocaba zafarrancho de combate para el Real Madrid, al que no le quedó más remedio que irse con todo al ataque. La tuvo Higuaín, pero se volvió a estrellar contra Courtois, que salvó el remate de manera inverosímil. Lo intentó Albiol desde lejos, pero su disparo fue más un ensayo de rugby más que un remate futbolístico. Al Madrid no le convenía el paso de los minutos. Se llegó al final del primer tiempo de la prórroga. Los jugadores de ambos equipos hicieron piña; unos para remontar y otros para mantener la ventaja y, si fuera posible, aumentar la brecha.
De nuevo acaparaba la posesión el Real Madrid, pero sin éxito. En una de esas se acercaron peligrosamente a los dominios de Courtois gracias a una internada de Di María por la izquierda, la puso al segundo palo para Özil y el alemán volvió a fallar. Esta vez se encontró con otra parada extraordinaria del guardameta francés, que hizo méritos para ser considerado uno de los mejores porteros del mundo. Desesperación completa del madridismo y delirio total de los colchoneros. Pocos planificaban un escenario semejante. Tal era la frustración madridista que Cristiano Ronaldo fue expulsado por una lamentable acción con Gabi. El portugués cayó en la trampa del mediocentro, que le había hecho previamente una falta muy clara, pero Ronaldo reaccionó levantando el pie a la altura de la cara del madrileño y golpeándolo, una desproporcionada reacción que le costó la expulsión. Triste manera de terminar la final de la estrella madridista. El equipo local se había quedado en la segunda parte del tiempo reglamentario sin su referente en el banquillo y en el segundo tiempo de la prórroga perdió a su referencia en el campo. Demasiados golpes para soñar con levantar el partido. La suerte estaba echada, a pesar de que Gabi fue expulsado después por un entradón sobre Di María. Poco le importó al Atlético. Iban por delante en el marcador, se veían campeones, se sentían triunfadores.
El pitido final no lo dio Clos Gómez, lo dio la extraordinaria afición colchonera que tiñó de rojiblanco las gradas del Santiago Bernabéu. Su mérito es incuestionable: consiguieron profanar el templo de su eterno rival y teñirlo de sus colores preferidos: el rojo y el blanco. Los colores de moda. 14 años después, léanlo bien, el Atleti volvió a superar a su eterno rival y en su propio estadio. Diego Pablo Simeone se ha consagrado como el señor de las finales. El argentino puede presumir de haber ganado las tres finales que ha disputado. Un registro histórico digno de un formidable entrenador, un héroe a la orilla del Manzanares. Campeones de Copa. Porque ya lo canta Sabina, «para entender lo que pasa, hay que haber llorado dentro del Calderón que es mi casa». Enhorabuena Atleti.