Por Miguel A. Rodríguez (@MiguelARodri)
Apenas quedan tres etapas para el final del Giro de Italia, pero ni mucho menos se puede hablar de sentencia estando de por medio el temible Zoncolan, el Angliru transalpino. Pasaron los Alpes y lo hicieron con un Nairo Quintana que dinamitó la carrera en la etapa reina, la del Stelvio, en la polémica jornada en la que el colombiano del Movistar, que proclamaba que iba a por el podio pero que en su interior soñaba con vestirse de rosa (su segundo puesto final en el pasado Tour de Francia le avala allá donde va), se enfundó la ‘maglia’ de líder destronando a su compatriota y amigo Rigoberto Urán (ambos están afincados en Pamplona y han sido compañeros de piso), que se había encaramado al primer puesto tras la contrarreloj individual de Barolo.
Fue, la del Stelvio, la etapa que puso las cosas en su sitio, la que hizo ver que este es el Giro de la juventud, de una nueva generación a la que los veteranos le deben ir dando paso. El Giro de Nairo Quintana, el italiano del Astana Fabio Aru (que ha explotado ‘en casa’ ante el declive de los veteranos Scarponi, Basso, Cunego o Pellizotti, con su victoria en Montecampione) o el polaco Rafal Majka (Tinkoff-Saxo), llamados a liderar el ciclismo en los próximos años. Eso sí, fue una jornada tan polémica que se sigue hablando de ella. Las complicadísimas condiciones meteorológicas (impresionantes las imágenes de nieve en el Gavia) llevaron a plantearse neutralizar la carrera en el peligroso descenso del Stelvio. Si bien la organización asegura que a través de ‘Radio Corsa’ (la Radio Vuelta italiana) no se dio esa orden en ningún momento, hay numerosas imágenes en las que se ve a motos de la carrera ondeando banderas rojas a los ciclistas que, por tanto, entendían que no podían adelantarlas, que la carrera se frenaba durante el descenso. Algo que aprovechó Quintana para lanzar un ataque que culminó a las mil maravillas en la ascensión final de la jornada, llevándose el triunfo de etapa ante las quejas de muchos equipos, que sí que ralentizaron el ritmo asumiendo que la carrera estaba neutralizada.
Pero el Giro continuó y ayer, en otra jornada con final en alto, falló Cadel Evans. Al veterano australiano se le ha terminado por hacer largo el Giro y cedió más de minuto y medio con el resto de los favoritos en una jornada que confirmó que Colombia tiene actualmente una magnífica hornada de ciclistas. Ganó la etapa Julián Arredondo (Trek), por delante de Fabio Duarte (Colombia) y sigue líder Quintana seguido por Rigoberto Urán (Omega Pharma): cuatro colombianos encabezando las dos clasificaciones. Y con una general bien interesante, en la que Quintana aventaja en 1:41 a Urán y en la que la lucha por el tercer cajón del podio es cerradísima. Entre el tercero, el francés Pierre Rolland (Europcar), y el noveno, Evans (BMC), apenas media minuto y medio, con Aru, Majka, Domenico Pozzovivo (Ag2r), Ryder Hesjedal (Garmin) y Wilco Keldermann (Belkin) intercalados. Curioso lo de Hesjedal. El canadiense del Garmin, que ya sabe lo que es ganar un Giro, el de 2012, perdió varios minutos en la contrarreloj por equipos inicial al caer varios de sus compañeros de equipo (algunos tuvieron que abandonar). De lo contrario podría verse luchando por todo.
Restan solo tres jornadas, pero puede pasar de todo. Hoy, una cronoescalada de casi 27 kilómetros con rampas de hasta un 14% de pendiente y final en un puerto de primera (Cima Grappa), y mañana la etapa con final en el temible Zoncolan (antes los ciclistas tendrán que ascender un puerto de segunda y otro de primera. El coloso italiano, con tramos que superan el 20% de desnivel, puede dejar fuera de combate a aquel a quien se le atragante.