La penúltima jornada de la Liga ante el Levante acogió con un 0-1 el último partido oficial de la Catedral a escasos meses de sus 100 años de vida y uso futbolístico de leyendas
Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
Se cierra la mesa, pasaron casi 100 años y ya se hicieron todas las apuestas. San Mamés, la Catedral del fútbol generó tanto juego para el fútbol y en especial otorgó tantas alegrías y una cantidad ingente de emociones vibrantes a los aficionados del Athletic Club de Bilbao, que convirtió al estadio en un icono de este deporte. Pero todo tiene su fin y al amparo de ‘renovarse o morir’, el club de Ibaigane echó el cierre a su preciado templo hace escasos minutos contra el Levante en la 37ª jornada de Liga, precisamente contra el mismo rival ante el que se vivió hace varios años la jornada más agónica cuando se estuvo más cerca de perder la categoría. Porque no hay que engañarse, si el club vizcaíno nunca bajó a Segunda División parte de culpa también la tiene el simbolismo que rodea al estadio en sí y la fuerza y respeto que infundió siempre San Mamés en los rivales.
No obstante, si en el póker siempre hay vencedores y ganadores, de los recuerdos que deja siempre San Mamés no se atisban pesares sino triunfadores plenos. En agosto de este mismo año, en nada, en dos meses, se cumplirían 100 años redondos desde su inauguración y en todo ese tiempo se ha cultivado una mística alrededor de este estadio. Vale, no soy nada objetivo y me podrá el corazón, pero así como acepto que cada aficionado considere al estadio de su club como su joya personal, no es menos cierto que ni un solo aficionado al fútbol que haya asistido al campo bilbaíno saliera jamás defraudado de él. Por descontado que la cantidad trae la calidad y que cualquier aficionado del Athletic que acudiera a San Mamés siempre tenía entre sus planes volver a sus entrañas, pero muchos aficionados de equipos rivales también sintieron en su interior el ‘efecto San Mamés’, más allá del resultado de su equipo en ese partido puntual.
Toda esta simbología viene imbuida por la afición, considerada de las mejores, aunque ese fue siempre un apelativo peligroso, ya que en esto, como en casi muchas cosas, todo es cuestión de gustos. Por el camino se han labrado muchas gestas, las primeras en blanco y negro cuando en los albores de este deporte se registraban grandes goleadas y tanteadores. De San Mamés surgió una de las denominaciones más extendidas en el fútbol de este país, la de aquel delantero espigado de los años 20 que era un goleador nato y que con el tiempo puso nombre al máximo artillero de cada temporada. Hoy en día aún sigue vigente la tradición de que cualquier equipo que visite por primera vez San Mamés debe hacer una ofrenda al busto de Pichichi, representada por los capitanes de ambos equipos muy cerca del palco de autoridades, un detalle emotivo y cargado de relevancia.
Más tarde vendrían las Ligas y las Copas de mediados del siglo pasado pero sin duda una imagen que para siempre perdurará en el album de fotos de San Mamés será aquel partido de la vieja Copa de Europa cuando en enero dce 1956 en el partido de cuartos de final el Athletic batía por 5-3 al Manchester United en un partido épico jugado bajo una incesante nieve que lo tiñó todo de pura hazaña. San Mamés viviría su última gran remodelación ‘urbanística’ como motivo del Mundial de España en 1982 y gracias a ‘Naranjito‘ se vivieron en los añoos 80 los últimos títulos del club, un total de 8 Ligas y 24 Copas del Rey desde su nacimiento en 1898. Parece muy lejana esa fecha pero lo que es el estadio en sí, siempre fue la piedra angular del club en todos sus equipos, siendo elegido incluso para las ocasiones epeciales del filial o el equipo femenino.
¿Puede guardar más secretos San Mamés? Por supuesto, porque también esttá candente el famoso Arco, sí, en mayúsculas. Considerado por muchos meramente decorativo, desde las alturas y desde fuera del estadio se antoja como la brújula para saber donde está y como se diferencia del entorno el campo. Y dentro del propio San Mamés, ese Arco nos recuerda que es el único elemento perpetuo que vivió todos y cada uno de los acontecimientos allí vivividos, cual guardián impertérrito. Como gusta en Bilbao, este Arco es un elemento esencial del campo e incluso su futuro es discutido y debatido con vehemencia. No parece que el nuevo campo, San Mamés Barria, que irá casi al lado pero girado, absorba el Arco pero se le busca ubicación y ya se sabe que por estos lares somos capaces de incrustarlo en cualquier paraje.
Un recuerdo por los que faltan
Si el Levante se presenta como último rival oficial, la verdadera despedida y el definitivo agur a la Catedral será en un partido amistoso del 5 de junio, y que para no hacerle de menos al caos y desbarajuste que fue esta temporada, también viene envuelto en la polémica. Si el centenario del club hace 15 años vivió un amistoso ante la gran Brasil, muchos aficionados esperaban y pedían un rival de postín para ese día pero la planificación no fue la idónea: se rumoreaba con la presencia de equipos como el River Plate o alguno de los grandes europeos, pero un malentendido con desplante incluido a los uruguayos del Nacional de Montevideo derivó en la elección de un rival mucho más ‘de casa’, una selección de jugadores de la provincia vizcaína de todas las categorías. Personalmente, me seducía más la idea de un emparejamiento de equipos mixtos del masculino y el femenino, ya que las chicas sí que se podrían merecer su particular homenaje.
Un estadio por donde han pasado jugadorazos de la talla de Dino Zoff o Iker Casillas (quien debutó en él) bajo los palos, centrales de lujo como Baresi o Beckenbauer, laterales de la talla de Maldini o Cafú, peloteros como Di Stefano, Cruyff, Platini, Maradona o Zidane, por citar a los de más renombre. Todos alabaron la peculiaridad y el aroma a campo inglés de San Mamés con la ventaja que daba al equipo local la presión tan cercana al rectángulo de juego de la sgradas, pero lo vetusto llevaba ya varias décadas con San Mamés sumido en la saca de estadios ‘viejunos’, fuera del círculo de de finales europeas, con parches para competir en competiciones internacionales, lejos de las estrellas necesarias de calidad y todo lo que se quiera, pero en el que se disputaron un total de 1.737 partidos oficiales.
Muchos seremos quienes disfrutemos del final de San Mamés, pero también faltarán algunos por desgracia y bien se merecen un recuerdo: ¡qué canalla es la vida impidiendo a Adrián, un chaval leonés de 16 años que hace poco sucumbió con 16 años por cáncer cuando llevaba medía vida plantándole cara a esa lacra y que ya se ganara las botas, la camiseta y el corazón de Susaeta, su ídolo! Tampoco estarán muchos ex jugadores que dieron toda su vida por San Mamés, por no olvidarnos de directivos, trabajadores, utilleros, socios o seguidores del club bilbaíno. Porque todos fuimos y seremos SAN MAMES. Quédense con que si se repite tanto el nombre del estadio, será por algo.
En lo que fue el choque del Levante en sí, la despedida fue relativamente amarga para los leones por la derrota sufrida por 0-1 ante los levantinos, que en el último suspiro se llevaron los 3 últimos puntos oficiales de San Mamés con un tanto al contragolpe de Juanlu, al que le cupo el honor de marcar el último gol oficial del estadio (cuantos últimos). Y para más inri y desgracia de muchos desaforados hinchas, quedará para la historia como el último jugador del Athletic en marcar un gol en San Mamés el riojano Fernando Llorente, en la anterior jornada ante el Mallorca, todo un guiño canchondo.
Vídeo promocional de los jugadores del Athletic de Bilbao despidiéndose de San Mamés.