El Sporting gana en Santo Domingo al Alcorcón con una actuación estelar del guardameta Cuéllar
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
«Pichu nuestro que estás bajo palos, santificado sea tu puesto, venga a nosotros tu espíritu, hágase tu voluntad así en la portería como en el campo». A falta de mejores argumentos futbolísticos, el sportinguismo ha encontrado una plegaria a la que aferrarse. Mejor dicho, un santo al que dirigir las plegarias. La divina actuación de Cuéllar en Santo Domingo parece enterrar definitivamente el debate en la portería del Sporting. Con todos los respetos para Juan Pablo, «El Pichu» se ha convertido en el digno titular de la portería sportinguista. Lo de ayer ante el Alcorcón no fueron paradas, sino milagros. Intervenciones providenciales que le concedieron tres puntos de pura vida al conjunto gijonés. Sin restar importancia a Sangoy, autor de un gol decisivo, el Sporting se rinde ante su particular santo. San Pichu lo paró todo.
Como si una aureola mística rodease al encuentro, Sangoy tuvo la inspiración que le faltó últimamente ante la portería rival y marcó el gol de la victoria. Desde el partido contra el Huesca en El Molinón, el último de 2012 para el Sporting, no marcaba el futbolista argentino. Tuvieron que pasar 8 partidos para que se reconciliara con el gol uno de los futbolistas más queridos por el sportinguismo. Volvió Cañoncito Sangoy para disparar uno de sus habituales misiles rompiendo de paso la imbatibilidad del Alcorcón en Santo Domingo. Tuvo que ser el Sporting el que rompiera la magnífica racha del equipo madrileño en su, hasta entonces, inexpugnable fortín.
No dio tiempo apenas ni para buscar acomodo en las gradas de Santo Domingo cuando marcó el Sporting. Pero la jugada ya estaba invalidada por parte del juez de línea y el gol de David Rodríguez no subió al marcador. Bien anulado un tanto que espoleó al Alcorcón para lanzarse a la carga a por la portería de Cuéllar. Con un formidable despeje ante Oriol comenzó su particular recital el guardameta del Sporting. Trataba de controlar el juego y causar peligro en las contras el equipo de Sandoval, pero no encontraba la manera de inquietar a Manu Fernández, apenas exigido. Todo lo contrario que su homólogo en la meta visitante, que antes del descanso se volvería a lucir ante Oriol con una manopla salvadora.
El sportinguismo rezaba la pertinente oración de acción de gracias hacia su portero cuando Sangoy cogió su fusil y disparó un cañonazo inalcanzable. Gol del Sporting. El argentino soltó un zurdazo inapelable de primeras y batió a Manu incapaz de alcanzar el obús. A pesar de la ventaja en el marcador, el Alcorcón siguió exigiendo a Cuéllar antes de llegar al descanso. Primero a la salida de un córner exigió al cancerbero sportinguista un despeje de puños para alejar el peligro de sus dominios y después un envenenado remate de Abraham también se encontró con la presencia providencial del Pichu. Y como hasta los mejores santos se merecen un descanso, así se llegó al intermedio.
En la reanudación, el Sporting puso en escena a su más reciente incorporación. Casquero saltó al terreno de juego para sustituir a Santi Jara en un prematuro debut del centrocampista toledano, que nada más entrar disparó a puerta y vio una tarjeta amarilla. Su incorporación contribuyó a embarullar el juego y eso perjudicó las aspiraciones del Alcorcón, que se aceleró demasiado. Aún así siguió inquietando al equipo rojiblanco que seguía encomendado a su santo de cabecera. Cuéllar volvió a salvar al Sporting ante el peligroso remate de Juli. Cuando no era el portero, los centrales, Bernardo e Iván Hernández, desbarataban los ataques madrileños. Juli volvería a exigir después al Pichu, pero éste resultaba un obstáculo imposible de superar en Santo Domingo. Tan cómodo se encontraba el portero sportinguista en el papel de protagonista del encuentro que hasta vio una cartulina amarilla por demorar en demasía un saque de puerta. Es lo que tienen las divinidades, que manejan a su antojo incluso el tiempo. Y culminan el rito de la ceremonia oficiada en el césped de este añejo estadio madrileño con una intervención magistral, en dos tiempos, ante Riera.
Iván Cuéllar, en definitiva, fue una divinidad que le dio al Sporting tres puntos de tranquilidad. Sus intervenciones no tuvieron la trascendencia de su paradón ante Canobbio en Zorrilla, allá por 2009. Una parada estelar que valdría a la postre la permanencia del equipo gijonés en Primera División. Su recital en Santo Domingo no tiene el mismo valor pero quién sabe si en un breve plazo de tiempo, el Sporting irá a poner una vela a su particular santo como ofrenda por el extraordinario partido que cuajó ante el Alcorcón en Santo Domingo. Un recital de milagros que pueden dar la vida a un equipo instalado en una convulsión continua.
Un Comentario
Pingback: La derrota más dolorosa | Cronómetro Deportivo