El Masters 1.000 de Miami marca el fin a nueve meses de superficies rápidas dentro de la ATP
Finales de marzo puede ser para muchos el albor de un tenis distinto al vivido en los últimos tres trimestres. Lo cierto es que la descompensación del circuito tenístico actual a favor de pistas rápidas, donde se priman los saquetazos y los juegos relámpagos frente a la tierra batida donde el tenis se ralentiza, es bastante flagrante, pero ninguna de las “épocas” del año deja de tener su sabor especial. Primero la hierba de junio y parte de julio, acto seguido la temporada americana de pistas duras para concatenar el indoor de final de año y el inicio de año en superficies duras acostumbran al aficionado al tenis a un tipo de juego relámpago al cubo.
Perfecto, señores: todo eso llega a su fin en Miami. En un par de semanas habrá que amoldarse a otro tipo de juego, donde la defensa será más primordial que el ataque, pero eso dejémoslo para entonces; mientras, disfrutemos del último sorbo que dejan las pistas de Miami. Otrora denominado el ‘quinto grande’ porque fue uno de los precursores en unificar el torneo de hombres y mujeres en las mismas fechas como seguimiento a los 4 Grand Slams, este torneo simboliza, junto con su casi a la par que gemelo Indian Wells de la semana pasada, el glamour de ser presa codiciada de muchos tenistas.
Esta temporada presenta dos grandes ausencias por motivos diametralmente antagónicos -¿Es eso una redundancia gramática? Ni lo se ni me importa-: por un lado, el mejor tenista español de todos los tiempos, esa máquina humana que responde al nombre de Rafa Nadal (4º de la ATP) ha decidido inteligentemente parar estos 10 días que dura este torneo de Miami para relajar esas rodillas que tantos calvarios le están haciendo pasar en su carrera y así poder redirigir sus más que cinco sentidos a la tierra batida de abril en adelante -¡Maldita sea! Estoy convencido de que este chaval no tiene que ser humano, porque su fe en la victoria y en superar los límites del deporte son incomparables a ningún otro deportista conocido.
Aparte de todas sus gestas en casi 10 años de gloriosa carrera, volver tan triunfal a las pistas como lo hizo tras más de 7 meses de parón, no tiene parangón, y si bien en la gira sudamericana de tierra batida de febrero, los rivales no fueron de mucha enjundia -en la final de Acapulco, David Ferrer, 5ª de la ATP, no estuvo a la altura-; hace escasos días, al calor del desierto californiano, dos monstruos de este deporte como Federer (2º) o Del Potro (7º) ya hubieron de hincar la rodilla ante el juego machacón del manacorí. Siempre se ha achacado a Rafa un juego exento de calidad, pero verlo ejecutar los ‘top spins’ en carrera, los ‘passing shot’ apenas sin hueco, mover al rival de lado a lado cual muñeco, llegar a pelotas imposibles y maniatar el juego del adversario, es toda una delicia contemplarlo. Es el de Miami uno de los grandes torneos del circuito que le falta a Nadal en su palmarés, pero la avaricia rompe el saco y, en este caso, es de aplaudir la táctica de ‘mejor dar un paso atrás si eso te permite más adelante dar tres al frente’.
La extraña relación de Federer con Miami
La segunda ausencia significativa que nos encontraremos en Cayo Vizcaíno es la del suizo Roger Federer (2º), dos veces campeón del torneo pero en sus lejanos años de tiranía de 2005 y 2006, cuando pocos lo tosían en una pista; en los últimos 5 años, Roger ha aguantado estoicamente a la mejor hornada de chavales (Nadal, Djokovic, Murray, Del Potro, Berdych o Tsonga), y aunque sigan pasando los años, él amenaza con incluso aguantar jugando al tenis más que ellos, ciertamente admirable. La lógica de la edad lleva al helvético a adoptar la táctica de economía de los esfuerzos y centrar sus miras en los Grand Slams, lo que le hace ser más selectivo con algunos torneos. Esto es lo que dicta la versión oficial, vayamos ahora a indagar en una plausible realidad -al filón de contradecir o poner en entredicho siempre la versión oficial, cuan no creerse que los yanquees llegasen a la Luna en los 60.
Porque algo se torció para los organizadores de Miami en la edición de 2009. Federer no estaba pasando por su mejor momento y, en semifinales contra Djokovic, destrozó la raqueta contra el suelo en un gesto inaudito para un caballero como el suizo –ok, primera muesca-. En 2010, Roger venía de ser campeón en el Open de Australia y, con la aureola de invencible que da en este deporte ser el último capaz de ganar un Grand Slam-, una sorprendente derrota ante el checo Berdych (6º), que por aquel entonces no estaba entre los tops de arriba, destrozó las ilusiones de los dueños del torneo de ver al suizo de nuevo en lo más alto –buffff, segunda muesca.
Cuando en 2011, de nuevo en semis, Nadal lo anuló de la pista con una victoria aplastante -casi calcada a la de Indian Wells de la semana pasada-, ya el mosqueo en Miami era antológico -tercera muesca-. Y el año pasado llegó el colmo -la cuarta muesca-, pero como su derrota fue contra el ídolo local Andy Roddick (otro ex número 1 en su campaña de retirada), parecía habérsele perdonado todo, cuando en 2013 va Roger y anuncia que no juega en Miami. El mal rollo con él no es tan evidente como para que exista un veto mutuo como pasa con las hermanas Williams en Indian Wells, pero no deja de ser chocante.
Djokovic, claro favorito

Venga, ya dejo de emocionarme con el pasado y voy al presente. Porque entre los que sí juegan veremos por Grandon Park al animal serbio Djokovic (1º), un jugador tan plástico y con tanto autocontrol para superar las virtudes de cualquier rival a partir de explotar sus propios puntos fuertes, que por algo se le denomina ‘El Chacal’ ya que no perdona al rival en una mala tarde; su antítesis se aviene en el escocés Murray (3º), un tenista brutal que gusta de ser más defensivo y contraatacar ferozmente cuando menos te lo esperas, aunque le es exigible que juegue más a ganar los partidos sin explotar tanto el punto débil del rival. También el argentino Del Potro (7º) puede consagrarse, pero hasta ahora a cualquier gran torneo le han seguido cuatro malos, por lo que habrá que comprobar si el desgaste de Indian Wells le pasa o no factura.
Finalmente, los tenistas españoles, Ferrer (5º), Almagro (12º), Verdasco (28º) o Granollers (35º) -por citar a los más significativos-, a priori tienen pocas opciones de destacarse más allá de octavos o cuartos de final,. Pero Miami siempre fue coto abonado para tenistas sorpresas y, con la calidad que se les presupone, nada es descartable. En cuanto a partidos interesantes de la primera jornada, destacan los Goffin (47º) contra Haase (50º) o el Nalbandian (124) vs Nieminen (49º), mientras que en segunda ronda el Dolgopolov (22º) ante Davydenko (41º) y el Simon (13º) frente a Hewitt (91º) irán calentando motores ante posibles cruces de los top ten.
Lo bueno es que TVE ofrecerá una cobertura digna por Teledeporte, con muchos partidos en directo y unos comentarios acertados -que no las narraciones subjetivas-; aunque en Indian Wells, el ex tenista de los 90 Alberto Berasategui atinaba bastante, el socarrón Tomás Carbonell ojalá vuelva pronto a comentar. Y recordad, en Miami, son 5 horas menos por lo que la jornada tenística empieza a las 16 horas españolas, con partidos de tarde-noche-madrugada temprana.