El fútbol y la Copa del Rey se reencontraron consigo mismos esta tarde-noche en Mestalla. Tres días después de su encuentro liguero, volvían a enfrentarse el Valencia y el Rayo Vallecano por la vuelta de 1/16 de final del torneo copero, con ventaja para el Valencia tras el 1-2 de la ida en Vallecas.
Tanto el resultado de la 1ª manga de la eliminatoria como el 3-0 sufrido el sábado invitaban a pensar que el Rayo poco tenía que hacer hoy en la capital del Turia, y menos aun cuando en el minuto 8 Paco Alcácer aprovechó un rechace al palo de Rodrigo Moreno para hacer el primero de muchos goles en una noche de fútbol, locura y sueños.
Ajeno a todas las adversidades, el equipo de Paco Jémez se lanzó a por todas, sin importar las consecuencias. Ese ímpetu se vio recompensado cuando Jozabed en el minuto 20 de tiro libre y Pozuelo en el 23 ponían el partido de cara a los intereses franjirrojos e igualaban la eliminatoria. La locura rayista no acabó ahí, pues con el impulso de los goles y con el Valencia totalmente superado por las circunstancias, hacía en el 38 por obra de Jonathan Pereira el gol que, en ese instante, completaba la machada y llevaba al humilde equipo vallecano a 1/8 de final.
Se llegó al descnso con 1-3. El técnico «ché» Nuno vio que una eliminatoria que llevaron encarrilada a Valencia se les escapaba, y decidió agotar sus cambios en el descanso, dando entrada a la artillería pesada (Piatti, De Paul y Negredo) para así buscar las cosquillas al Rayo de Jémez por donde más flaquea: la defensa, compuesta por tres hombres durante gran parte del encuentro.
Con las nuevas incorporaciones, el conjunto valencianista salió inspirado en la reanudación a buscar los 2 goles que necesitaba para seguir en el torneo. En el minuto 1 del segundo acto encontraría el primero de ellos, en un tiro de Alcácer que golpea en Morcillo y se introduce en la meta de Cristian Álvarez. 2-3, 4-4 en el global de la eliminatoria y el Rayo clasificado gracias al valor doble de los goles de visitante.
Con esto se dio paso a un cuarto de hora de toma y daca, idas y venidas, de búsqueda del gol por parte de ambos bandos. La ocasión que marraba uno era inmediatamente respondida por el otro. El partido siguió con esa dinámica de juego hasta que se cumplió la hora de juego, cuando Adrián Embarba aprovechaba un balón en el borde del área para batir a Yoel con una definición de killer perfecta y hacer soñar a la sufrida hinchada rayista.
Conscientes de lo mucho que perdían con el 2-4 que campeaba en el marcador, el Valencia asedió el área rayista en busca de los tantos que revirtieran el partido. Corría el minuto 65 cuando un tiro de De Paul que pilló a la defensa del Rayo desubicada golpeó la base del poste, saliendo rebotado hacia Alcácer, quien, como en el primer gol «ché», no perdona y fusila la red del arco de Cristian. 3-4. El Valencia necesitaba uno más, y debido a ello continuó lanzándose a la ofensiva.
Fue en el minuto 71 cuando llegó el delirio local y la catarsis visitante. En un balón aéreo en el área rayista, saltan Cristian y Mustafi, contactan ambos en el área grande, el arquero no acierta a despejar lo fuerte que desearía y el balón cae en los dominios de Rodrigo Moreno (quien 5 minutos después dejó al Valencia con 10 de una forma estúpida, al patear a Jorge Morcillo sin balón de por medio) que mete un derechazo directo al fondo de la red. El Valencia hacía el 4-4, el tanto que les metía en la siguiente fase, con polémica por posible falta no pitada sobre el portero del Rayo.
No fue esta la única jugada que protestaron los jugadores y técnicos de la franja al colegiado aragonés Jaime Latre, pues en la 1ª parte, con 1-2 en el marcador. se anuló al Rayo un gol por fuera de juego inexistente; así como en los minutos finales, con los rayistas volcados en conseguir el gol, Mustafi empuja innecesariamente a Baena dentro del área «ché», una acción que no fue apreciada por el árbitro.
Finalmente, a pesar de que incluso Cristian subió a rematar en 2 saques de esquina en el descuento, terminó el partido. 4-4, 6-5 en el global de la eliminatoria, el Valencia se salvó de la locura y el Rayo despertó de un sueño que pasó de ser dulce a ser pesadilla