El Sporting pierde una gran oportunidad de reengancharse a la cabeza de la clasificación. Repaso táctico de Anquela a Sandoval. El Numancia sacó petróleo de los balones parados y solo un penalti transformado por Scepovic salvó a los rojiblancos.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Igual que el astronauta Jack Swigert popularizó el célebre «Houston, tenemos un problema» en 1970, el Sporting puede aprovechar esta popular cita para definir su actual momento. Porque tiene un problema. Puede decir que mereció ganar, que remató más veces, que terminó acorralando al rival, e incluso que pagó la merienda. Vale. Pero el ojo clínico del árbitro concedió un penalti en un momento psicológico clave, justo después de haber encajado el segundo gol del Numancia. A partir de ese momento, tras el empate, los numantinos demostraron que son un equipo más concebido para la retaguardia que para la vanguardia, más para la defensa que para el ataque. Fue la versión futbolística de la histórica resistencia numantina, un pueblo pacífico y sin grandes ambiciones. Aún así pulsaron dos veces el botón rojo de los balones parados, y ahí le duele a este Sporting. Se comprobó que Juan Antonio Anquela, viejo zorro del mundo del fútbol, estudió perfectamente a su rival, leyó bien el partido y atacó por el flanco más débil del conjunto gijonés. Si no llega a ser por ese penalti (justo, no nos engañemos), probablemente a esta hora estaríamos hablando más del repaso táctico que Anquela le dio a su colega José Ramón Sandoval, que se lo dio y de qué manera. Tras el «gatillazo» de Éibar (Sandoval dixit), conviene trabajar estas cosas para conseguir el ascenso. Un empate casero no cierra del todo la herida producida el pasado domingo y solo cabe aferrarse a los tropiezos ajenos para mantener indemnes las aspiraciones. Mal consuelo cuando hablamos de un aspirante, aunque menos da una piedra con forma de derrota.
Negar la realidad refugiándose en el valor del punto sumado sería una temeridad que no le haría ningún bien al Sporting. Si se trata de volver a la élite, los tópicos, favoritismos y amiguismos son malos compañeros de cama. La exigencia y la autocrítica siempre son útiles, más en el momento tan trascendente que vive este equipo en la actualidad. Sin desdeñar la bravura, el encomiable esfuerzo y el talento a espuertas que exhiben muchos de los integrantes de la plantilla rojiblanca (casos de Canella, Sergio, Nacho Cases, Álex Barrera y Scepovic), conviene revisar otras cosas. Con la mejor entrada del curso en El Molinón (22.000 espectadores) y la afición entregada por completo a su equipo, el empate resulta un botín escaso, sin ánimo de restar méritos al Numancia. Pero Sandoval debería saber que Julio Álvarez es un peligro a balón parado y cada uno de sus lanzamientos causan estragos entre sus rivales; conceder continuamente faltas y saques de esquina es una concesión demasiado generosa con un futbolista que se ha convertido en el alma del equipo soriano. Eso, y el desacierto de un hombre como Hugo Fraile, incapaz de romper el partido ya fuera arrancando desde la izquierda o la derecha, descosen al equipo. Si el míster confía en Formose Mendy como revulsivo por la izquierda, quizás habría que darle minutos desde el inicio y no sacarlo en el segundo tiempo tras consumarse la enésima actuación desafortunada de Fraile, que no solo es capaz de fallar ocasiones de todos los tamaños y colores, también puede romperse él solo en una disputa por el balón que le dejó malherido y dio pie al cambio posterior para introducir al franco-senegalés. O vamos a setas o vamos a Rolex, pero a algo hay que ir. Y visto el dudoso rendimiento de Mendy, siempre queda la opción de recurrir a Mareo y subir al primer equipo a algún jugador del filial.
Pero el Sporting no empató (que ayer es perder dos puntos) por la mala suerte en el remate, no fue esa clase de partido, aunque terminaron encerrado al Numancia en su área. No se ganó porque se echó para atrás clamorosamente cuando se puso por delante, como le sucede tantas veces, por esa manía casi inconsciente de reservar fuerzas, de la que sacaron petróleo los visitantes apoyados en su brújula de cabecera, Julio Álvarez. Tremendo pelotero el de Caracas, omnipresente en cada escaramuza ofensiva del equipo de Anquela, ejecutor cuando la ocasión lo requería y asistente llegado al caso hasta tal punto que, con las dos asistencias de gol servidas este domingo, ya suma doce en el presente campeonato. A ello contribuye la actitud indolente, e incluso impotente que transmiten los hombres de Sandoval en demasiadas ocasiones, una sensación de mediocridad que solo se salva por el criterio de Nacho Cases y Sergio Álvarez. Ellos fabricaron el primer gol y ellos guiaron la mayoría de las jugadas rojiblancas, siempre buscando la referencia ofensiva de Stefan Scepovic, con la pólvora mojada en las últimas jornadas hasta que el árbitro le brindó la oportunidad de desquitarse con un penalti que el serbio transformó magistralmente para llevar el empate al marcador. Una pobre recompensa al empuje constante de la afición, que se marchó disgustada porque esperaba otro resultado para sacarse la mala espina de Éibar. Ahora solo les queda el pobre consuelo de aferrarse al desplazamiento a Jaén de la próxima semana para hacer bueno el punto de esta semana, rompiendo la lógica que impone lo contrario: mejor empatar a domicilio y ganar en casa. En esta categoría tan igualada y tratándose de un conjunto tan imprevisible como el Sporting, se alteran todas las normas no escritas.
Otro empate agónico
José Ramón Sandoval hizo una novedosa apuesta de inicio presentando un inédito once con el debut de Alberto en la portería, el regreso de Iván Hernández por Mandi, la vuelta de Álex Barrera y la presencia de Hugo Fraile en la demarcación del sancionado Carmona. Y las cosas se pusieron muy pronto de cara para el técnico de Humanes. No tardó el Sporting en abrir la lata para romper la imbatibilidad de Biel Rivas, que había encadenado seis partidos consecutivos sin encajar un gol. Tras un córner sacado por Nacho Cases desde la izquierda, la empaló perfectamente Sergio Álvarez con un potente derechazo de primeras desde la frontal del área que tocó el guardameta numantino en última instancia antes de que se colara en su portería. Segundo gol en este curso del centrocampista avilesino, un intocable desde su debut en Lugo en la jornada 15, culminando una jugada de pizarra para jolgorio de un Sandoval que no ocultó una muesca de satisfacción. El gol no varió ni un ápice la apuesta del Numancia, fiada a los balones parados, la solidez defensiva y el criterio de Julio Álvarez. El venezolano fue la principal referencia numantina en la creación y sus lanzamientos de falta eran el camino más corto hacia el gol visitante. Si el Sporting marcó a la salida de un córner, el Numancia también. Lo botó el susodicho Julio Álvarez desde la derecha y Juanma Marrero lo cabeceó a la red aprovechándose del barullo y la indecisión de la zaga rojiblanca. Jarro de agua fría para los sportinguistas y algunos aficionados manifestaron su malestar con algunos pitos.
El Sporting se enredó en el primer tiempo en la tela de araña cosida por Anquela y sus hombres, que aprovechaban cualquier balón parado para exigir a Alberto. También sacaron provecho de cualquier error en la salida del cuero y de esta manera llegó la peligrosa internada de Vicente que salvó Alberto con una mano providencial a bocajarro. El partido fue un dilema para Sandoval y los suyos, que se volvieron a encontrar ante el mismo tablero de ajedrez del día de la Ponferradina. Los locales no sabían cómo salvar la muralla rival: si a través de la posesión del balón o a la contra. El caso es que ni Scepovic, muy aislado y vigilado en el ataque, consiguió sorprender a los visitantes, aunque casi lo consigue en una contra que no pudo culminar porque pecó de lentitud en los últimos metros ante la rapidez de Gafoor al corte. Fue un pequeño charco en mitad del enorme desierto que fue el juego del Sporting con Álex Barrera muy seco esta vez en la elaboración. Solo los intentos de Stefan y los pases de Nacho Cases rompían el tedio.
La tónica fue idéntica en la reanudación. Indecisiones, fallos y esfuerzos inútiles por parte de ambos equipos, hasta que el tedio se rompió bruscamente con el zapatazo que Vicente estrelló en el poste derecho de Alberto. Replicó el Sporting aprovechándose de un barullo a la salida de un córner, la tuvo Bernardo en sus botas, pero Ripa se cruzó providencial en el último momento para despejar a córner. Solo a balón parado se podía sacudir el marasmo el equipo de Sandoval, muy maniatado por el férreo dispositivo pergeñado por Juan Antonio Anquela. Un estudioso del fútbol como el que fuera artífice del milagro copero del Alcorcón sabe que cualquier barullo en el área es un pozo de petróleo en una categoría tan apretada como la Segunda; de ahí que el Numancia se empeñara en forzar situaciones a balón parado para colgar balones a la olla, confiando en sacar tajada de la acumulación de hombres en territorio comanche. Las faltas y los saques de esquina sobresaltaron a la parroquia rojiblanca y a los propios futbolistas, hasta tal punto que hubo jugadores como Canella que salieron heridos de la batalla. El bravo lateral lavianés tuvo que acabar el partido con un espectacular vendaje en su cabeza por el juego peligroso de Palanca.
Con la siempre peligrosa presencia de Scepovic, la contundencia de Lekic y la movilidad de Mendy en el ataque, Sandoval puso toda la carne en el asador para llevarse este intenso partido. Consecuencia de un pase fallado por el senegalés, llegó otro córner desde la derecha. Lanzamiento cerrado de Julio Álvarez y cabezazo preciso de Regalón, inalcanzable para Alberto. El segundo gol del Numancia demostró el acierto de la apuesta futbolística de Anquela, que le ganó claramente la partida a Sandoval recurriendo fundamentalmente a los balones parados. Pero Sergi Enrich derribó acto seguido a Scepovic y el contacto resultó tan claro que el árbitro Arias López no tuvo dudas en señalar el penalti. Lo tiró bien Scepovic a la izquierda de Biel Rivas para marcar su gol número 18 igualando a Borja Viguera en el Pichichi. El paso de los minutos a partir de aquí fue una bendición para los visitantes y una tortura para los locales, estrellados una y otra vez contra la resistencia numantina. Y el partido terminó entre protestas de la afición porque el árbitro no dejó sacar de banda después de la ocasión desperdiciada por la lentitud de Lekic en los últimos metros. Un punto para cada equipo, escaso botín para un Sporting que desperdicia una buena oportunidad de reengancharse a la cabeza de la clasificación aprovechando los tropiezos de sus rivales.
LA FICHA TÉCNICA
Sporting: Alberto; Luis Hernández, Bernardo, Iván Hernández (Lora, minuto 79), Canella; Sergio; Jara (Lekic, minuto 66), Álex Barrera, Nacho Cases, Hugo Fraile (Mendy, minuto 57); y Scepovic.
Numancia: Biel Ribas; Isidoro, Gafoor, Juanma, Ripa; Regalón; Palanca (Bedoya, minuto 75), David González, Julio Álvarez, Vicente (Luis Valcárce, minuto 86); y Sergi Enrich (Pedro Martín, minuto 83).
Goles
1-0: minuto 6, Sergio, de fuerte disparo, tras un saque de esquina de Cases.
1-1: minuto 15, Juanma remata un córner de Julio Álvarez.
1-2: minuto 72, Regalón remata un córner de Julio Álvarez.
2-2: minuto 77, Scepovic, de penalti.
Árbitro: Arias López (Comité Cántabro). Mostró tarjetas amarillas a Mendy y Bernardo, del Sporting, y a Palanca, Julio Álvarez y Biel Ribas, del Numancia.
Incidencias: El Molinón. 22.050 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones en una tarde soleada.