Alejandro Rozada (@alexrozada)
De todas las cosas con importancia, el fútbol es, de largo, la menos importante. La famosa frase cobra gran significado en días como ese detestable viernes 19 de julio, que se resiste a dejar nuestros recuerdos aunque ya hace una cuantas horas que nos abandonó para siempre. Como nos debería dejar para siempre esa injusta e inmisericorde enfermedad llamada cáncer, que no hace distinciones en función de sexo, raza o condición. Todos estamos sometidos a ella. Nadie puede tirar la piedra para presumir de que a él no le tocará. Da igual que seas un entrenador de élite como el bueno de Tito Vilanova, que se ve obligado por esta maldita lacra a abandonar el Fútbol Club Barcelona, el equipo de su vida. Y todos nos hemos quedado con la misma cara de impotencia, rabia y dolor que lucen Messi, Puyol y demás miembros de la plantilla azulgrana en la fotografía que acompaña estas líneas. Pero con valentía, arrojo y unos buenos médicos, Vilanova saldrá de este delicado trance. Como lo han hecho cientos de pacientes en todo el mundo, léase Eric Abidal, el ejemplo de superación por antonomasia.
Ningún barcelonista, ningún aficionado, ningún ser humano quería recibir esta noticia. Nadie está preparado para digerir algo tan cruel. Aunque los árboles de la popularidad no nos deben esconder el inmenso bosque que ocupa para nuestra desgracia esta jodida enfermedad. Millones de seres humanos repartidos por todos los rincones del planeta sufren de la misma manera al puto cáncer. Y ellos no cuentan con los focos y los altavoces que otorga la fama. La trascendencia mediática puede ser un embrollo y una molestia para los que, como Tito, quieren sobrellevar el asunto con discreción. Ser un personaje tan mediático como el Míster Vilanova (porque nunca dejaremos de considerarlo nuestro entrenador), te permite recibir muestras de apoyo tan loables como las que le llegaron en las últimas horas. Ni el Real Madrid ni Jose Mourinho han querido dejarle de lado en un momento tan delicado. Eso les honra a ellos y honra a Tito, un hombre de Primera que puede andar con la cabeza bien alta y siempre mirando al frente por esa inmensa selva que es nuestro fútbol.
«Tras las pruebas rutinarias realizadas a Tito Vilanova, el tratamiento a seguir es incompatible con sus labores como primer entrenador del club». Las palabras pronunciadas por Sandro Rosell, escoltado para la ocasión por Andoni Zubizarreta, sonaron como un trueno. Al presidente del Fútbol Club Barcelona le tocó el marrón de leer ese comunicado que nadie jamás desea leer. También le tocará rastrear el mercado futbolístico a la caza y captura de un nuevo entrenador para la primera plantilla del Barça. Pero eso ahora mismo es lo de menos. Da igual que sea de la casa o no lo sea. Que sea español o extranjero. Da lo mismo. Lo importante en estos momentos tiene nombre y apellidos. Se llama Tito Vilanova, no le ha quedado más remedio que cambiar de prioridades y todos, absolutamente todos, debemos apoyarle en su momento más trascendente. Porque ahora la pelotita y sus enredos poco importan. Lo más relevante es que, a sus 44 años, Tito se dispone a jugar el partido de su vida. Comprensión, respeto y ánimo para el míster. «Tots units fem força», dice el himno del Barcelona. Pues eso: todos unidos para apoyar a Tito.