El empate a cero de La Rosaleda confirma que el equipo de Luis Enrique ansía la presencia de Luis Suárez en su ataque. Mucha solidez defensiva, poca pegada. El Málaga supo mover sus fichas y casi se lleva la partida en un par de trallazos.
«Luis Suárez, que estás sancionado, santificado sea tu regreso, venga a nosotros tu colmillo”. El barcelonismo ya ha encontrado una plegaria a la que aferrarse para sobrellevar mejor el tedio que les dejó un empate a cero que confirma que les falta esa llave que abre cerrojazos como el que el Málaga planteó este miércoles. Visto lo visto, parece que la millonaria inversión en Luis Suárez no fue un capricho veraniego, sino una compra de primera necesidad pues este Barça necesita como el comer a un delantero que muerda (literal o metafóricamente). Hay que seguir empollando la lección que el Tata no se aprendió el curso pasado: no solo se puede vivir de Messi.
Nadie en el Barça fue capaz de romper las líneas para crear superioridad y desequilibrar. Entre eso, la falta de un rematador que supiera finalizar las jugadas y la incomodidad creada por un rival muy bien plantado, el resultado final fue un empate a cero que confirma que a Luis Enrique le tocará seguir trabajando para que a sus chavales no les cueste tanto sorprender a los rivales que les esperan atrás. Esto no debería enmascarar el partidazo que jugó el Málaga ante el líder, al que incluso pudieron vencer gracias a dos misiles de Rosales y Luis Alberto.
Dos caballos en las bandas
Para no perder las costumbres de cada jornada, Luis Enrique sorprendió al otorgarle a Douglas la titularidad en el lateral derecho para que el chaval se estrene con el Barça, relegando a Dani Alves a la suplencia y a Montoya a la grada; el tándem Piqué-Bartra en el centro de la defensa, inédito esta campaña, también sorprendió.
Siguiendo el camino marcado por su compatriota Alves, Douglas se mostró muy activo por el carril derecho, con continuas subidas y una presencia permanente en el campo contrario, pero sin complicarse a la hora de jugar el balón y frenar a los rivales. La vocación ofensiva de ambos laterales, siempre con campo por delante, constituye una de las señas de identidad del nuevo Barça y eso se manifiesta partido a partido. Porque Jordi Alba sigue siendo una bala punzante por el costado zurdo.
Precisamente de las botas de la bala de Hospitalet nació la primera gran ocasión del partido: centro al corazón del área y, con el pecho, Pedro remató ligeramente desviado. También fue Alba quien culminó una buena apertura de Pedro, tras una magnífica maniobra de Messi en el arranque de la jugada, con un venenoso centro que se paseó por delante de la portería de Kameni. Solo el oxígeno aportado por los caballos que tiene Lucho en las bandas animaba la partida de ajedrez que estaba librando con su colega Javi Gracia, que dispuso un ordenado cerrojazo en torno a su portería para mantenerla a cero.
Un gran Málaga
La intensa presión en campo rival realizada por los hombres de Gracia dificultó la salida de balón del Barcelona y adentró el partido en un terreno incómodo para el líder, con demasiado juego por alto, mucha interrupción y bastante faena para los defensas (Piqué tuvo que hacer horas extras para tapar su parcela y ayudar al novato Douglas en las coberturas). Se vio bastante nervioso al debutante, que incluso se pasó de frenada dentro del área y se colgó de la espalda de Amrabat cometiendo una infracción que el árbitro no quiso ver. Su salida del terreno de juego por su compatriota Adriano fue la venda que se quiso poner Luis Enrique para evitar males mayores.
Luis Enrique trató de meter la frescura que faltaba con las entradas de Munir y Sandro por un desacertado Pedro y un Neymar perfectamente desactivado por el dispositivo defensivo del Málaga. Pero al Barça le seguía costando mucho sorprender a su rival, Kameni estaba muy seguro y todos los locales defendían como un solo hombre para que no los pillaran en ningún renuncio. Tanta seguridad atrás les terminó animando arriba. Primero fue Rosales, con un potente chut que se marchó rozando el poste derecho, y después Luis Alberto, con un libre directo que sacó Bravo ayudado por su poste derecho, quienes alertaron de las aviesas intenciones malacitanas.
Consciente de su privilegiada situación clasificatoria y apoyado en su solidez defensiva, al Barça no le entraron las prisas en la recta final y trató de poner cerco a la portería de Kameni sin desesperarse, con calma, sabedores de que salir con un punto del fuerte de La Rosaleda es un tesoro. Aún así hubo tiempo para la polémica por el manotazo de Welligton a Messi, que dejó al argentino tumbado en el terreno de juego en un mar de protestas que se saldó con una amarilla para el defensa del Málaga y otra para Piqué por protestar. Fue la guinda final de esta intensa partida de ajedrez que acabó en tablas, que mantiene al Barcelona encaramado con sus 13 puntos a lo más alto de la clasificación y que ha servido para que dejen la portería a cero por quinto partido consecutivo. Pero mientras no se demuestre lo contrario, el fútbol consiste en meter goles.