Un partido perfecto del Barcelona en el Etihad Stadium encarrila la eliminatoria. Marcaron Messi y Alves. Al City le pesó demasiado la expulsión de Demichelis.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
El barcelonismo vivió en el Etihad su día más feliz en lo que va de temporada. Fue un partido perfecto para Gerardo Martino y sus hombres. Vencieron por dos goles a cero en el campo del Manchester City y han encarrilado el pase a los cuartos de final de la Liga de Campeones. Por fin pueden sonreír los barcelonistas con todas las de la ley. Necesitaban una cita así para enterrar complejos y preocupaciones. Un triunfo a domicilio en uno de los grandes santuarios ingleses ejerce tal efecto balsámico y revitalizante que cualquier defecto se queda reducido a la mínima expresión, a una verruga casi inapreciable a simple vista. Si hasta marcó Dani Alves, uno de los jugadores más cuestionados por la culerada, es que algo muy bueno pasó esta noche en tierras inglesas. Salvo estrambótico cataclismo en el Camp Nou, el billete a la siguiente ronda europea ya se ha sellado y cabe esperar que así se encarrilará el camino del Fútbol Club Barcelona por el presente curso. Se puede decretar el estado de optimismo en la Ciudad Condal.
Ese gol de Dani Alves en las postrimerías del encuentro, colando el balón entre las piernas de Joe Hart, ilustra perfectamente la buena senda que recorrió el Barça frente al City. Fue el mejor colofón posible a un trabajo serio, riguroso y brillante en algunos momentos, tras una mágica alianza del lateral con su compatriota Neymar, que no paró de correr y ofrecerse en cada jugada para deleite de sus compañeros y de todos los culés, empezando por el míster Martino. El entrenador paraguayo leyó perfectamente la situación y lo metió por Alexis en el minuto 73, un inteligente cambio que terminó de castigar la banda izquierda del Manchester, con un Clichy desbordado por las continuas situaciones de dos contra uno que los blaugrana realizaban por ese costado. Ese dominio del juego por la derecha ya se terminó de extender al entrar Neymar en liza, y con él sus continuas correrías por todo el frente del ataque. Así se rompió el partido. La gran sensación del fútbol carioca no podía desperdiciar la oportunidad de dejar su sello de calidad en los metros finales, y su asistencia tras pared en el segundo gol, corona su actuación. Cuando el Barcelona cerró la contratación de este futbolista, no solo se aseguraba tener a un gran goleador, también fichó a un mago del balón, capaz de romper los partidos con sus desmarques, asistencias y apoyos. Un crack solidario, un lujo de futbolista.
Lo cierto es que el Manchester City no jugó un mal partido, en absoluto. Mantuvieron el tipo desde el arranque ante las interminables posesiones del Barcelona, y en cuanto tuvieron el balón en su poder lo supieron jugar con criterio y acierto. Administraron bien los minutos, solo les faltaba un poco de pólvora. Esta vez, Negredo tenía borroso su punto de mira y sus constantes movimientos se estrellaban contra Piqué y Mascherano. Rara vez rondó el gol el delantero madrileño y cuando se acercaba, ahí estaba Víctor Valdés para frenarlo. Por tierra, mar y aire lo intentaba el de Vallecas, pero no hacía diana. Lo que ganaba por alto lo perdía en la definición, y lo que ganaba por abajo se le iba fuera por escasos milímetros, como un avance con el que llegó hasta la línea de fondo tras superar a Valdés y su remate en última instancia se perdió por muy poco. Ofuscado e impotente el referente ofensivo del City, solo quedaba la opción de llevar el partido al terreno físico, colgar balones al área y esperar que saliera cara. Como suele pasar cuando basas tu destino en el azar, salió cruz y solo una embestida entre Touré Yaya y Kompany a la salida de un córner, encerró a los barcelonistas en su área, pero ahí estaba Jonas Eriksson para pitar falta al portero y dejar con el molde a los de Pellegrini. El ingeniero no encontraba la fórmula para ganarle la partida al Tata, y casi daba gracias de irse al descanso con empate a cero para no despertar a la bestia. No, Messi no apareció mucho en el primer acto y cuando lo hizo fue con un chut electrizante que buscaba la escuadra de Hart. El que chutó a puerta fue Xavi, pero su potente lanzamiento lo despejo el guardameta inglés con una gran palomita.
Tan intenso guión se mantuvo en el segundo tiempo. Las opciones del Manchester City seguían girando en torno a la lucha de Negredo contra el mundo, pero al bueno de Álvaro no le salía nada. Escenario ideal para que explotara la idea de Martino, esa que combina la posesión con continuos desmarques de ruptura. En una de esas Iniesta la jugó al espacio y se fue Leo Messi directo hacia la portería de Hart hasta que lo derribó Demichelis. La falta se produjo fuera del área, pero la estrella del Barça cayó dentro. No dudó Eriksson: penalti y expulsión del central argentino al interpretar que el derribo fue en la zona de castigo y al último hombre blaugrana. Messi no se complicó, transformó el penalti por el mismo centro de la portería con un lanzamiento raso y engañó por completo a Hart. Obligado por el resultado adverso y castigado con un hombre menos, el City se quedó muy tocado y el Barcelona se encontró en un escenario soñado para romper la eliminatoria. Pellegrini buscaba en el banquillo la solución a su falta de mordiente en el ataque y apostó por Dzeko y Nasri en lugar de los dos españoles. No fue el día de Navas y Negredo. Los de Manchester estiraron tanto sus líneas que dejaron una autopista libre por la derecha; por allí campaba a sus anchas Dani Alves apoyado por Alexis Sánchez, pero el chileno no terminaba de desequilibrar a Clichy. Lo supo ver Martino e introdujo a Neymar. Y así fructificaron definitivamente todas las embestidas y los intentos de Alves. El gol del lateral, que esta vez incluyó un baile a medias en la celebración, dinamita la eliminatoria y recompensó la entrega de un cuestionado futbolista que no se vio afectado por la amarilla que vio en el primer tiempo por derribar a Kolarov.
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