Sin tiempo casi para analizar la sufrida victoria ante el Valladolid y el bajón de juego que ha experimentado el equipo en el último mes, la Real viaja a Pamplona, un escenario en el que lleva ya demasiados años, más de una década, sin conseguir el triunfo. Y lo hace con la necesidad de romper además una segunda mala racha, la que tiene esta temporada lejos de Anoeta, donde sólo ha ganado un partido en lo que llevamos de año. Sólo ganando se mantendrá el sueño de llegar a la cuarta plaza, la que da acceso a la Champions League que ahora disputaría el Athletic, pero la victoria también es necesaria para consolidar su posición europea, la que batalla con Sevilla y Villarreal en estos momentos. El juego del equipo también estará en el punto de mira. Jagoba Arrasate afronta el último fin de semana en el que hará rotaciones por haber jugado tres partidos en sólo seis días y a partir de aquí sólo habrá un encuentro por semana hasta el final de la Liga.
Para el desplazamiento a Pamplona, Arrasate tenía una baja ya conocida, la de Xabi Prieto, que cumplirá un partido de sanción por acumulación de amonestaciones tras la amarilla que vio ante el Valladolid. El capitán también arrastra una dolencia que en todo caso también le habría impedido estar en el Reyno de Navarra. Zubikarai, como el pasado jueves, es también baja. Y Zaldua, que lleva unos cuantos partidos acabando también con algunas molestias, descansará en este encuentro. También se queda fuera Javi Ros, que ya difícilmente tendrá más minutos esta temporada. A cambio, los tres jugadores que vuelven a la lista son los dos laterales que no estuvieron ante el Valladolid, Carlos Martínez y De la Bella, además de Mikel González, que regresa tras cumplir un partido de sanción. Siguen esperando su oportunidad de unirse al grupo de convocados dos lesionados de larga duración ya con el alta médica, Estrada y Granero. Markel, que era duda para este encuentro, sí ha entrado finalmente en el grupo de los 18 convocados.
Poco le costó a la Real Sociedad adelantarse en el marcador. Apenas se habían cumplido seis minutos de juego cuando el Carlos Vela, que ya había avisado poco antes con una galopada seguida de un tiro cruzado que se marchó fuera por poco, encontró un terreno fértil a la espalda de la defensa osasunista para marcharse en velocidad antes de sacar un pase quirúrgico a Chory Castro que, solo frente a Andrés Fernández dentro del área, no tuvo problemas para batir al guardameta murciano.
Tras el tanto, trataba el equipo rojillo de crear fútbol en dirección a la meta de los guipuzcoanos, apremiada ya no solo por la situación en la tabla, sino por un marcador adverso desde el nacimiento del encuentro. Sin embargo, esta iniciativa parecía dar más problemas que soluciones a los pamploneses, que apenas eran capaces de crear problemas a Bravo y, sin embargo, cada vez que perdían el balón se encontraban vendidos ante los rápidos movimientos de los donostiarras, buscando un gol gemelo del primero.
La segunda mitad comenzó con ocasiones para ambos equipos. La Real tuvo sus ocasiones con un disparo de primeras de Zurutuza tras un saque de banda directo al corazón del área y un duro remate de Íñigo desde su propio campo que a punto estuvo de sorprender a Andrés Fernández y que finalmente impactó en el larguero, mientras que Osasuna lo intentó por medio de Roberto Torres en dos ocasiones, primero con un disparo blando desde lejos y después con un dispar tras centro desde la banda derecha en el que se adelantó a toda la defensa rival para mandar el balón donde más difícil era ponerlo: fuera.
Pero el gol estaba reservado para alguien con la necesidad de resarcirse. Así, Oriol Riera, para compensar lo que había fallado en la primera mitad, mandó a las mallas en el minuto 59 un testarazo tras una falta lateral que ponía Roberto Torres. Con el gol, el partido ganó en intensidad e interés. Los dos equipos buscaban con ahínco la victoria y acumulaban cada vez más hombres en campo contrario con ataques rápidos a la búsqueda de un gol que desnivelara el choque.
El partido siguió por ese camino y no murió hasta el pitido final de Fernández Borbalán, con multitud de oportunidades para ambos equipos (15 remates para Osasuna y 10 para la Real, 4 y 3 a puerta) que, sin embargo, ninguno de los dos fue capaz de aprovechar. Así, la falta de precisión penalizó a rojillos y donostiarras y les impedía llevarse otros dos puntos de un choque que los aficionados disfrutaron de principio a fin. Un empate que supo mejor a los visitantes que a los locales, a quienes no les sirve para salir de la complicada situación en la que se ven inmersos, igualados a puntos con Almería y Valladolid, pero aún en puestos de descenso.