Alberto Arauz (@Arauz84)
Como el que saca de lo más hondo de su alma una dolorosa espina. Así se va el madridismo a la cama tras una noche de ensueño. Las noches en las que los blancos sucumbían al chaparrón de fútbol blaugrana, parecen ya un mal recuerdo del pasado. Liga al margen, el Madrid parecía haber aprendido a lidiar con el arte de un equipo que ha marcado una era. Sin embargo, se antojaba necesario un puñetazo en la mesa del calibre del de anoche para rubricar por fin que el Barça ya no da miedo. Un Ronaldo celestial lideró la ansiada venganza ante un Messi terrenal que apenas plantó batalla.
Fue de principio a fin. Sólo un destello de Messi en los albores del choque parecía perturbar la supremacía blanca. Cristiano se elevaba en proporciones gigantescas empequeñeciendo en cada jugada a la defensa culé. Piqué fue su primer cadáver. El central catalán pereció ante la desencadenada bicicleta que le tendió Ronaldo. Desde el punto de penalti, el 7 ejecutó a Pinto. Parecía ser el principio de un duelo de colosos, pero hoy el púgil local olvidó comparecer.
El segundo acto empezó destilando el mismo sabor que el primero. Incluso supo más a merengue. La enésima cabalgada de los de Mourinho sirvió para que Di María tumbara a Puyol, disparase contra Pinto y éste sirviera en bandeja el doblete de Cristiano. El Barça entró en depresión (sí es que ya no lo estaba). Los aeroplanos pintados de blanco sobrevolaban el cielo barcelonés buscando la demolición de los cimientos barcelonistas. Y la tercera dentellada la asestó el más novel de los caníbales vikingos. Raphael Varane se impulsó con la majestuosidad de una estrella, ya no futura promesa, para con su morena cabellera establecer el tercero. Y el Madrid no quiso más. Sólo un gol de Jordi Alba a pase de Don Andrés maquillaba a duras penas la victoria visitante. Los blancos corroboraron que en el año 2013 su ambición es ir de copas. Da lástima que este equipo por cuestión de dejadez nos haya privado también de un gran duelo por la liga.
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