Cuando se produjo el sorteo las caras de la delegación del Oporto transmitieron seriedad, preocupación. No era para menos. Les había tocado uno de los tres cocos del bombo -junto a Madrid y Barcelona-. El Bayern, de la mano de Guardiola, avisaba que no iba a ser tarea fácil batir a los de Lopetegui por ser un conjunto bien hecho, armado y además con jugadores de calidad. No renuncian al ataque.
Así, desde el pitido inicial salieron los locales a presionar al Bayern y a las primeras de cambio recogieron el fruto de su esfuerzo tras una pérdida de balón incomprensible para un jugador de la experiencia de Xabi Alonso -calcado al error cometido ante el City-. El vasco se vino abajo ante la presión de Jackson Martínez y la estrella del Oporto se plantó ante Neuer. No fue gol, pero sí penalty. Velasco Carballo decidió no expulsar al guardameta del Bayern. Suficiente castigo tenían ya los de Pep lamiéndose las heridas y viendo como Quaresma transformaba la pena máxima. 1-0. Dos minutos. Y no contentos con eso, en el minuto nueve Dante se deshizo como un azucarillo ante la presión de Quaresma y éste no perdonó el 2-0. Visto y no visto. Guardiola no daba crédito.
El Oporto había cobrado una ventaja muy grande en la eliminatoria en tan solo nueve minutos. En parte, obra suya por una presión ordenada e insistente. En parte, por los errores infantiles impropios de los jugadores de Pep.
No obstante, el equipo bávaro no se vino abajo, sabedor de que una eliminatoria a noventa minutos da para mucho y la Champions casi siempre da la oportunidad para resarcirse. De la mano de Thiago y Lahm, los únicos que se echaron el equipo a la espalda, el Bayern comenzó a llevar la manija del partido. Sin demasiada fluidez dadas las ausencias de sus dos puñales -Robben y Ribery- y con Gotze y Müller desaparecidos en combate. Y fue Thiago en el minuto 29 quien tras un centro de Boateng remató a placer. El jugador criado en el Barcelona dejaba atrás -esperemos que para siempre- sus lesiones con un gol que curiosamente ponía en ventaja al Bayern en la eliminatoria por el valor doble de los goles fuera de casa.
Ese fue el único debe de la defensa del Oporto. El resto del partido fue un quiero y no puedo del conjunto alemán, impotente, en inferioridad anímica por el estado de Gotze, por la ausencia de Müller, perdido arriba. Aún así el Bayern sabía que el 2-1 era un muy buen resultado para la vuelta e intentó manejar el ritmo del partido. Pero el Oporto es cosa seria. Y lo demostró mediada la segunda mitad cuando Jackson Martínez se comió a Dante y Boateng aprovechando el servicio de más de 50 metros de Álex para marcar un gol que vale oro para los de Lopetegui. El 2-1 era viable, posible. El 3-1 es un lastre para el Bayern. Les puede obligar a querer marcar el segundo antes que el primero en el Allianz Arena y eso generalmente no da muy buenos resultados.
A pesar de todo, para la vuelta el Oporto pierde a sus dos laterales titulares y el Bayern recupera a parte de sus ausencias, entre ellas uno o quizás sus dos extremos. Necesita acción el equipo de Guardiola, perdido en el toque intrascendente y sin profundidad muchas veces como le ocurrió con el Barcelona ante rivales ordenados -que no defensivos-.
¿Qué gol valdrá oro, el de Thiago o el de Jackson?
Oporto: Fabiano; Danilo, Maicon, Martins, Sandro; Casemiro, Herrera, Torres (Neves, '74); Quaresma (Evandro, '83), Jackson, Brahimi (Hernani, '79)
Bayern: Neuer; Rafinha, Boateng, Dante, Bernat; Lahm, Alonso (Badstuber, '73), Thiago; Lewandowski, Götze (Rode, '55) y Müller
Goles: 1-0 (Quaresma '2 pen.). 2-0. (Quaresma '9). 2-1. (Thiago '29). 3-1. (Jackson '64)
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Neuer, Bernat, Lahm, Rode, Casemiro, Sandro y Danilo.