La crónica de la final de la Eurocup 2013 de basket por Carlos Oleagoitia (@oleagoicarlos)
Los cerca de 2.000 aficionados bilbainos desplazados a Charleroi presencian un despropósito de fallos en tiros libres y autoanulación de jugadores claves para que el Lokomotiv Kuban se lleve el triunfo por 75-64
Las finales son para ganarlas y no para acobardarse en ellas; de nada sirve llegar a ellas si después uno se autoanula escudándose en la falta de suerte o en la inoperancia del grupo. Cuando el rival te supera merecidamente no queda más que aceptarlo y seguir hacia delante, pero lo que no es de recibo es conceder tanta ventaja al contrincante a un nivel tan alto. Ni la magia de Vasileiadis, ni la constancia de Mumbrú, ni el oportunismo de Hervelle, ni la contundencia de Hamilton, nada de eso compareció esta noche sobre la cancha de la ciudad belga de Charleroi, adonde se desplazaron con todas las ganas del mundo 2.000 aficionados bilbainos, una vez más en otra muestra de animosidad para con su equipo. Solamente se salvaron las actuaciones del base Raúl López , quien demostró que debería ser el director de juego de los vascos por delante del errático Zisis, o la valentía de Rakovic, que a pesar de estar literalmente ‘tieso’ de la espalda, luchó como un jabato y mantuvo al equipo en cancha con algunos rebotes primorosos.
Y en cambio, quienes si demostraron su clase fueron los Hendrix, Derrick Brown, Maric, Baron, Kalnietis o Calathes, que serán mercenarios de esto del basket pero que si les contrataron para ganar partidos y títulos, no se les pasa por la cabeza eso de no poner todo el empeño mínimamente exigido en las canchas. Y la experiencia tampoco sirve de justificante, ya que si entre todos los jugadores del equipo ruso había 55 títulos en sus filas, en las huestes vascas entre todos los jugadores había 50. Tampoco vale que la profundidad de banquillo de los rusos fuese más amplia o que la rotación vasca fuese más corta, ya que los rusos no tuvieron que hacer uso de ella para imponerse. Famosos por el ‘efecto Miribilla’, los bilbainos pecaron de insolidarios a la hora de complementarse en la cancha y todo el buen hacer de un pedazo entrenador como el griego Katsikaris no acaba de plasmarse en títulos, que aunque menores o de segunda fila, tampoco acaban de llegar, dejando al aficionado con una sensación de estar acercándose al fin de ciclo de Fotis en Bilbao.
La contienda arrancó con nervios entre los vascos y con la estrategias cruzadas: eran los rusos quienes atacaban con calma y agotando todos los segundos hasta el límite, mientras que los bilbaínos pecaban de impetuosidad y velocidad en sus acometidas. El rebote estaba siendo ruso tanto en ataque como en defensa pero los triples de Vasileiadis y Mumbrú nivelaban el choque hasta que Hervelle y Hamilton empezaron a entrar en calor y a imponerse al lituano Jasaitis y a la dupla de americanos que de los de Kuban; el primer cuarto dio la primera ventaja a los vascos, quienes al inicio del segundo parcial se dispararon a los 6 puntos de ventaja que hicieron soñar a sus seguidores, pero los rusos demostraron todo su oficio y llevaron igualado el emparejamiento astutamente. Las rachas y parciales se sucedían en uno y otro bando, lo que obligaba a ambos entrenadores cortar las dinámicas a base de tiempos muertos. Pero un arreón final del Lokomotiv y varios ataques fallidos de los vascos daban una seria y amplia ventaja a los rusos al descanso (38-30), aunque los rusos se estaban cargando de faltas, dulcemente para los intereses vascos.
Concediendo facilidades
El tercer cuarto no trajó buenas noticias al Uxue Bilbao Basket porque los rusos bloquearon el partido y con un basket control ejecutaron una diferencia de más de 10 a favor perenne, manteninedo a raya a los vascos a base de explotar el poste bajo y lentas transiciones en ataque, mientras que en defensa se aplicaban con contundencia a la par que fectividad. Y para colmo, los de Miribilla se empecinaban en fallar sistemáticamente los tiros libres, que bien pudieron haber sido claves en un partido igualado, pero fallándolos a mansalva se antojaba complicado restar la diferencia de los entrenados por Pashutin. Con tantas facilidades concedidas al rival, los vascos se enredaron en unas flojas y desatrosas defensas para con incluso con faltas técnicas en contra, los rusos se escparon a + 20 a falta de 5 minutos para el final y lo verdadermente triste fue que en ningún momento hubo atisbo de remontada, ni siquiera un intento de cambiar tanta tendencia negativa, porque el arreón final de los vascos nunca supuso un peligro serio para los rusos y solo sirvió para maquillar el resultado final.
Lo cierto es que los entrenados por Fotis Katsikaris habían llegado hasta esta final tras haber logrado ser primeros en su fase de grupos y tras hacer frente a adversidades tales como sobreponerse a las dos primeras derrotas en esa liguilla en los dos primeros partidos ofreciendo un basket ramplón y tras batir a su vez al gran favorito de la competición, el Valencia Basket entrenado por una leyenda de este deporte como es Velimir Perasovic. Pero donde de verdad hay que demostrar carácter, en los cruces a doble partido y donde otros años se les había achacado falta de arrestos, los ‘hombres de negro’ se desembarazaron de equipos tan correosos como el Ulm o el Kiev, pero su rival en la final era de traca, unos rusos que venían crecidos tras apear en semis al Valencia Basket y que en la liguilla inicial también habían dado cuenta del Cajasol andaluz, una muestra que da el poder comparar a un rival capaz de merendarse a equipos de tú misma liga doméstica y ponían sobre el parquet del Spiroudome de Charleroi un juego interior feroz como su mejor arma.
El conjunto bilbaino es un club relativamente joven, ya que nació como entidad en el año 2000 y ofrecía a la capital vizcaína, tras muchos años sin un equipo en la elite, el testigo del mítico Caja Bilbao que había vivido sus años de gloria en los 80 para después dejar huérfana de basket a Bilbao. Entrenados desde el inicio por Txus Vidorreta y con Javi Salgado como jugador estandarte, los vascos tardaron 4 años en llegar a la ACB y una vez allí año a año fueron consolidándose hasta convertirse en un fijo tanto entre los 8 mejores para la Copa del Rey como para los play-offs por la Liga y tocaron techo hace dos temporadas cuando lograban apear al Real Madrid en unas vibrantes semis recordadas eternamente en la capital vizcína y solamente el ultrapoderoso Barcelona pudo pararles en la final, que eso sí, jugaron desastrosamente. Viviendo siempre a la sombra del Caja Laboral de Vitoria, el gran equipo vasco por excelencia en esto del basket, los bilbainos ya habían dejado destellos de su juego por Europa cayendo ante el Khimki en una desastrosa final a 8 de la misma Eurocup pero con otro formato hace tres temporadas en Turín o el año pasado cuando en cuartos de la gran Euroliga solo sucumbieron ante el impresionante CSKA de Moscú de Andrei Kirilenko, jugador NBA que se quedó todo el año en el equipo de su alma en aquella temporada tan rara del ‘lock-out’ de los americanos. Pero el sueño de lograr el primer título en la elite deberá esperar un tiempo, porque se volvió a fallar en este último intento.