El Barça quiere dedicar a su entrenador la victoria en el derbi ante el Espanyol
Vilanova se vuelve a sentar en el banquillo del Camp Nou tras su operación
Aguirre: «No vamos con miedo. En estos partidos las estadísticas no sirven»
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
No es un derbi más. Es un partido cargado de alicientes. Para el Barcelona significa el reencuentro de Tito Vilanova con su afición en el Camp Nou, otro reto para poner a prueba la efectividad de Messi, se cumple además el décimo aniversario del debut de Iniesta en el Estadi y, en definitiva, una nueva ocasión para que el líder exhiba el músculo del que lleva presumiendo toda la Liga. Mucho atractivo, muchas flores, muchos bombones. Para el Espanyol supone la oportunidad de demostrar que el empate en el Santiago Bernabéu no fue una hazaña aislada. Será difícil, pero la declaración de intenciones de Javier Aguirre demuestra que este es un equipo sin complejos que no ve niebla cuando mira por el retrovisor de los derbis disputados en el coliseo azulgrana: «No vamos con miedo. En estos partidos las estadísticas no sirven». No queda tan atrás el triunfo de 2009, ni el mítico partido del Tamudazo en 2007. Ese gol, ese Tamudo, ese empate que valió una Liga madridista.
Resulta evidente que el Espanyol se juega más. Caer en el Camp Nou, que entra dentro de lo previsible, supone sin embargo una complicación clasificatoria considerable para los periquitos. Se quedarían empatados a 15 puntos con el Deportivo, que ganó (1-0) al Sevilla en el debut de Domingos Paciencia en el banquillo, a la espera de lo que ocurra en el partido que el Celta disputará en Balaídos ante el Valladolid. Si los de Vigo ganan a los pucelanos se marcharían 3 puntos por delante y pondrían tierra de por medio respecto al descenso. Aún así, el entrenador perico cree en las opciones de su equipo. «No vamos a jugar el derbi con miedo ni con piel de cordero», subrayó Javier Aguirre, un mexicano sin complejos.
El carácter ganador y valiente de Aguirre no oculta, a pesar de todo, una verdad incuestionable. La fuerza de la razón y las estadísticas están contra el Espanyol. Esta temporada, el Barça es un ejército que cabalga con paso firme y el resultado es que en la Liga luce una condición de invicto apoyada, precisamente, en los datos: 16 victorias, 1 empate, 57 goles a favor, 19 goles en contra y 49 puntos. Cifras históricas que imponen más si cabe al saber que se suman a los 25 goles que lleva Messi en este campeonato, unidos a los 91 que marcó el año pasado. Pero si la exhibición de estas cifras aun no ha conseguido espantar las ilusiones de los más incondicionales periquitos, siempre les podría caer encima de sus cabezas la manzana del 4-0 de la pasada campaña, con 4 mordiscos de la pulga argentina. La inercia es del Barcelona, el presente tiene acento argentino y el futuro está por ver.
De momento, el empuje de Aguirre se ha propagado de tal manera por el vestuario del Espanyol que su guardameta Kiko Casilla confía tanto en sus compañeros que está seguro de que no les harán «ningún gol». Para qué ahorrar saliva cuando la historia reciente de los derbis de la Ciudad Condal ha demostrado que los argumentos cambian continuamente de camiseta. Verdú, Capdevila, Sergio García y el presidente Collet se unen al optimismo del entrenador y del portero; ellos también creen que no es imposible puntuar en el Camp Nou. El riesgo, como ha sucedido otras veces, es errar el tiro y disparar lejos de los dominios de la portería de Víctor Valdés.
Pero no todo son palabras. El Espanyol luce un buen equipo con buenos argumentos ofensivos, a los que no les vendrá mal una velada como la de hoy en el Camp Nou. Stuani, Simao, Sergio García y el cotizado Verdú forman un póker atacante muy interesante, a falta de comprobar el resultado de la partida que Cristian Álvarez y Raúl Rodríguez juegan en la retaguardia. Prácticamente descartada la presencia en la portería del capitán, por una distensión en su pierna derecha, también preocupa el estado del defensa, que no se ha entrenado estos días por una inoportuna gastroenteritis.
El Barcelona, por su parte, prepara el armamento. Para Messi la simple presencia de la portería rival en su punto de mira ya supone un acicate, sin olvidar la pertinente atención al inminente Balón de Oro. Por lo demás no se esperan muchas novedades. La lógica y el reciente parón navideño apuntan a equipo de gala, con Alexis en el once inicial, en lugar de Villa. El asturiano sigue esperando su oportunidad.