El Sporting endosa cinco goles a la Real Sociedad en El Molinón. Carmona, Ndi y un hat-trick de Tonny Sanabria, el mejor goleador sub 21 de las grandes ligas europeas, firmaron los tantos de una gran victoria que devuelve la tranquilidad al equipo de Abelardo.
Cuando decimos en Asturias que algo nos presta, no nos referimos a que nos hayan dado una cosa para que la usemos durante un tiempo y después la tengamos que devolver. No. Nos referimos a que algo nos agrada, nos gusta y nos hace especial ilusión. Una mezcla de todo en una palabra que convendría importar al castellano, la verdad sea dicha. No estaría de más enriquecer la lengua española con palabras y expresiones regionales. Uno de esos términos es «prestar», que define perfectamente la fiesta que se vivió este viernes en El Molinón y que terminó con la hinchada cantando «Asturias patria querida» y «Gijón del alma». El sportinguismo, siempre tan necesitado de alegrías, salió muy reforzado y encantado de la vida después de la manita (en asturiano ‘manina’, pero aquí tiraremos por el camino del medio del español raso) que le endosó el Real Sporting a la Real Sociedad.
Después de sumar dos puntos de los últimos 33 posibles y de cinco derrotas consecutivas, el Sporting necesitaba ganar «por lo civil o por lo criminal», que diría el recordado Luis Aragonés. En este caso valía ganar de cualquier manera porque en juego estaba salir del pozo de la clasificación. No solo se ganó; se goleó y se convenció. Se endosó una manita a un histórico del fútbol español como es la Real Sociedad, que solo con lo que pagó por Illarramendi (16 kilos) y Jonathas (7,2) ya casi alcanza el presupuesto del Sporting para gastos de la presente temporada (31 millones), una institución que no puede destinar dinero a fichar y solo se puede reforzar a base de cesiones, no lo olvidemos. Para que nos hagamos una idea de la tremenda diferencia económica que separa a ambos conjuntos, el presupuesto de la Real (68 millones) más que duplica al sportinguista. Esa tremenda diferencia no se plasmó este viernes en El Molinón, donde solo hubo un equipo y ese vistió rayas rojas y blancas.
Hubo fiesta rojiblanca a la orilla del Piles. El ambientazo en las gradas, con un estadio lleno prácticamente hasta reventar, se reflejó rápidamente en el césped con el tempranero gol de Carmona, el más rápido del oeste rojiblanco. A partir de ahí, salvo algunos momentos de esa incertidumbre que parece intrínseca a la filosofía sportinguista, fue la gran noche del Sporting, que necesitaba los tres puntos como el comer. Y llegaron acompañados de cinco goles para delirio de los jugadores, de Abelardo y de una afición que no piensa que la Primera División sea un camino de rosas, pero tampoco quiere andar por un trayecto lleno de espinas. Hay equipo y hay entrenador para mantener a esta institución en su hábitat natural, la máxima categoría del fútbol español. Aunque el sportinguismo tiene sus debilidades; véase la ovación que el respetable otorgó a Sergio Álvarez cuando fue sustituido por Omar Mascarell en el minuto 63.
Fue un partido con muchos premios en forma de estadísticas históricas porque Carmona no solo marcó el gol más rápido en la historia del del Real Sporting de Gijón en Primera División, también se convirtió en el goleador 200 del equipo rojiblanco. El 201 es Dani Ndi, decidido a congraciarse con el sportinguismo y a volver por sus fueros de la temporada pasada en Segunda antes de su rocambolesca espantada con la selección de Camerún. Y entre estos dos novatos del gol emergió la figura de Tonny Sanabria, que ya es viejo zorro en estas lides. El paraguayo volvió a ser ante la Real Sociedad el pistolero más letal de la Costa Verde, marcando un hat-trick que le consagra como el máximo artillero del Sporting en la presente temporada con 9 goles y, abran paso en los libros de historia, se convierte en el autor del gol número 5.000 del Sporting entre Primera y Segunda.

Sanabria, que marcó su segundo hat-trick de esta temporada en El Molinón, ya lleva 9 goles en la presente liga.
Reivindiquemos el valor de Tonny Sanabria, aunque él se reivindica por sí mismo en el terreno de juego. Sus goles cantan. Este viernes marcó tres ante la Real Sociedad y pudo marcar cinco o seis. Es un ariete con mayúsculas, tiene un futuro prometedor ante sí y demuestra por qué el Fútbol Club Barcelona se fijó en él y lo fichó con apenas 13 años. Hablamos de un chaval que debutó con 17 años con la selección absoluta de Paraguay, no lo olvidemos. Si le respetan las lesiones y no se obsesiona cuando lleguen las malas rachas, podemos estar ante uno de los delanteros con más futuro del mundo. Porque, a sus 19 años, llevar 9 goles en la temporada de su debut en la liga de las estrellas y ser el indiscutible referente goleador de un recién ascendido como el Real Sporting de Gijón, es una hoja de servicios lo suficientemente contundente para valorar como se merece a un futbolista que ya es el mejor goleador sub 21 de las grandes ligas europeas (Alemania, Inglaterra, Italia y Francia).
Sanabria, el pistolero de la Costa Verde
Llevado en volandas por una hinchada totalmente entregada, que vistió de gala un Molinón hasta la bandera (23.320 espectadores), el Sporting salió lanzado. Tanto que, a los 14 segundos, abrió el marcador Carlos Carmona, que volvió este viernes al once titular rojiblanco en lugar del dosificado Alen Halilovic. El balear no desperdició su oportunidad y aprovechó la primera ocasión que tuvo para abrir el marcador. Rachid inició, abrió hacia la banda izquierda para Jony, el cangués centró al área, no llegaron ni los defensas ni Rulli, pero sí llegó Carmona, en el corazón del área pequeña, para empujar con la zurda (y casi con el alma) el balón al fondo de la red para estrenarse así como goleador de Primera. Fue el gol más rápido en la historia del conjunto gijonés (14:68 segundos) por encima de los que marcaron Juanele a los 15 segundos en 1993, Bilic a los 22 en 2009 y Barral a los 25 en 2011.

La reconciliación de Ndi con el sportinguismo está más cerca después del partidazo que completó, gol incluido, frente a la Real.
El Sporting estaba desatado, muy consciente de la trascendencia del partido. Y puso tierra de por medio antes de que se cumpliera el minuto 10. Volvió a cargar Jony por la izquierda, puso un centro medido por alto, de esos que dicen que bajan con nieve, Rulli volvió a dudar, apareció otra vez Carmona por el segundo palo y esta vez se la dejó en bandeja a Dani Ndi para que el camerunés remachara de cabeza a la red en el primer poste. Otro que se estrenó como goleador de Primera esta noche; curiosamente, los autores de los tres últimos goles del Sporting habían sido tres debutantes en la máxima categoria (Isma López, Carmona y Ndi). El vendaval rojiblanco siguió acechando el gol, Sanabria estaba afinando la pólvora y, entre tanto, acortó distancias la Real Sociedad. Marcó Carlos Vela su primer tanto en el presente año, después de una sequía de dos meses, con un disparo seco, cruzado y a media altura al que no llegó Cuéllar, desconcertado por la contundencia del chut y el barullo que se había formado en el área tras la caída de Elustondo. El árbitro dejó seguir el juego y el mexicano marcó un buen gol que, lejos de amedrentar al Sporting, sirvió de acicate.
No se acomplejaron, ni conformaron, los rojiblancos y Tonny Sanabria mojó su pólvora en el mejor momento. Justo antes del intermedio y cuando más falta le hacía al Sporting, recogió en la frontal del área un buen servicio de Jony, se zafó de los centrales, encaró a Rulli, al que burló con un recorte sensacional y marcó a puerta vacía su séptimo tanto de la temporada después de su doblete en Riazor, su hat-trick ante Las Palmas y su gol ante el Getafe. El paraguayo llevó la tranquilidad a El Molinón y terminó de desquiciar a la Real Sociedad, que encaró airada el descanso e incluso fue amonestado Iñigo Martínez con una amarilla por protestar de camino al vestuario. Si siempre tiene una gran importancia marcar en los últimos minutos de la primera parte, el 3-1 firmado por Sanabria presenta una importancia capital por la confianza que aportó a nivel personal y colectivo antes de afrontar el segundo asalto de la primera final del curso.
A los grandes delanteros se les pide que aparezcan cuando más se les necesita. Aunque Tonny Sanabria es un chico de 19 añitos que ha llegado al Sporting cedido por la Roma, está demostrando que tiene mucho fútbol y muchos goles en sus botas a pesar de las molestias que lleva arrastrando toda la temporada. Y lejos de marcar y guardar la ropa, Sanabria se siguió peleando con los defensas e inquietando la meta defendida por Rulli. A punto estuvo de marcar a placer en la reanudación, justo al inicio del segundo tiempo, pero se le hizo pequeña la portería y echó el balón fuera desperdiciando la endiablada arrancada por la izquierda de Jony, enorme esta noche, que le puso el balón en bandeja al segundo palo. Ahí perdonó el paraguayo, pero a continuación ya no lo haría.
Sanabria se convirtió en la pesadilla de Mikel González, Iñigo Martínez y toda la defensa de la Real durante el partido. Y también Carmona, que en la jugada del cuarto gol mandó a por pipas al propio Martínez, antes de soltar un sutil pase a la red que Rulli rechazó como pudo y cayó finalmente en las botas de Sanabria, que en boca de gol es de los que no suele perdonar. Con el partido ya ganado, Abelardo aprovechó para llevar a cabo la comunión de jugadores y público. Merecida ovación a Sergio Álvarez de un Molinón puesto en pie cuando dejó su sitio a Mascarell y también a Dani Ndi y a Halilovic cuando el croata sustituyó al camerunés, que quiere reconciliarse con la grada después de su polémica espantada de la temporada pasada.
Fue precisamente el croata con un endiablado arranque a campo abierto de los suyos, por el centro del ataque, quien inició la jugada del quinto de la noche. Halilovic sacó la batuta para tocar otra sinfonía magistral de fútbol con acento balcánico y vio el hueco por el que aparecía Tonny Sanabria, quien se encargó de echar el resto rompiendo la cintura a Mikel González y marcando después con un disparo cruzado, lejos del alcance de un Rulli que también tendrá pesadillas con el 20 rojiblanco. Fue la versión en guaraní del mítico aguanís de Raúl González en la Copa Intercontinental de 1999, esa que ganó el Real Madrid frente al Vasco de Gama. A tanto no ha llegado de momento Sanabria, pero de momento se ha llevado el balón del partido de este viernes a su casa. A este paso hará colección, porque ya se llevó el de hat-trick que le marcó a Las Palmas también en el Templo rojiblanco. Los sportinguistas desean que se lleve muchos más.
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