Llegó el día, tras 64 años de espera, la Copa del Mundo de fútbol vuelve a Brasil, uno de los países en el que se vive esta competición con más intensidad. Lo hace con un ambiente algo raro, protestas sociales, huelgas de última hora, etc. Pero en Brasil, como ocurre cada 4 años, el Mundial es una fiesta.
Y se ha inaugurado con el partido entre Brasil y Croacia en el Itaquerão de la inmensa São Paulo. Una primera parte dramática, donde tras una impresionante puesta en escena de la verdeamarela durante el himno nacional parecía servir de combustible final ante el partido que todo el país llevaba esperando mucho tiempo, tal y como pudimos comprobar al ver a Thiago Silva llorando en la salida de los vestuarios.
Pero estaba claro que no iba a ser fácil, los croatas, con un Luka Modric descomunal, amenazaron desde el comienzo aprovechando la fragilidad de los laterales brasileños a la hora de defender. Y ambas bandas estuvieron involucradas en el gol, Daniel Alves no cubrió su carril permitiendo un centro raso que Marcelo acabaría por convertir en el primer gol croata. Brasil recibe su primer gol en propia puerta en su historia, en el primer partido de su Mundial. Tras ese golpe que silenció a todo un país, la selección de Scolari empezó a jugar más por voluntad que por fútbol: balones cruzados, presión asfixiante y mucho desorden. Dentro de esta locura, Oscar parecía el más lúcido, generando mucho por la banda derecha y recuperando muchos balones para un equipo que parecía roto por el medio, quizás por ansiedad.
Cuando el desorden era el que mandaba en el campo, Neymar – que quizás debía haber sido expulsado unos segundos antes por un codazo a Modric – bajó a recibir al medio y se abrió hueco para colocar el balón con suavidad dentro de la portería. El empate fue celebrado con fuegos artificiales y un júbilo digno de un título, la presión es demasiado fuerte y se nota en cada segundo. Los croatas, se apagaron cuando Modric y Rakitic no tuvieron espacios para conectar, viendo incluso como Brasil les ganaba en posesión, algo insólito, al final de la primera parte.
La segunda parte comenzó con el mismo ritmo que acabó la primera, hasta que en una jugada polémica, el árbitro vio un penalti que nadie más en el planeta ha debido ver y propició el gol de Neymar que ponía a Brasil por delante. Este fue, sin duda, el momento más determinante del partido. Brasil se ponía por delante de forma injusta, y todo el mundo lo estaba viendo, con lo que ello supone en un torneo como este.
En la grada poco parecía importar esta situación, y al juego de Brasil, tampoco. El equipo de Scolari se encerró de forma clara, siendo dominado por el juego con balón de los croatas, que tuvieron varias ocasiones y un gol anulado por falta a Julio César. Ya en el descuento, con Croacia volcada en busca del empate, una parada del portero brasileño dio lugar a un contra ataque llevado por Oscar – el mejor del encuentro para los locales – acabó con un remate de puntera que selló el 3-1.
Brasil gana su primer partido del Mundial, dejando muchas dudas en su juego y en la ayuda del arbitraje. Y eso no es bueno para la Copa del Mundo en ningún sentido, aunque como decía una campaña previa: «Vai ter Copa».