Alberto Arauz (@Arauz84)
Hasta la fecha, el menú del Giro había costado básicamente de entremeses y algún que otro entrante de algo más de contundencia. Cierto es que la climatología adversa había indigestado a más de uno estos ligeros aunque nutritivos aperitivos. Pero no ha sido hasta hoy cuando de verdad ha dado comienzo el banquete a la italiana. Dos colosos dolomíticos visitaron los estómagos de unos comensales liderados clramente por la armada colombiana.
La primera gran etapa sirve siempre para descubrir las verguenzas de algunos que cuando menos soñaban con la preciada prenda rosa. Ya sabemos que este año Hesjedal no volverá subir a lo más alto de los escalones en Brescia. Tampocó lo hará Samuel. El asturiano, que va notando el implacable peso de la edad y una preparación quizá escasa, dice también adiós a cualquier mínima ilusión de flirtear con el podio. Wiggins no ha dicho adiós, pero se antoja increíble verle ganar este Giro cuando cada día de entidad supone un nuevo goteo de segundos en su contra. Un ataque de Beñat Intxausti a 5 para el final, destapó una vez más que el Giro y Bradley Wiggins no caminan de la mano.
La cima de Altopiano de Montasio, encumbraría hoy a un colombiano que llegó como gregario pero que acabará de capitán. Urán demarró del grupo de favoritos a 8 kilómetros de la llegada y ya nadie le vería hasta estrecharle la mano. Otro hijo de Colombia, el joven y prometedor Betancur, sería el que más cerca estaría de atrapar al del Sky. El resto de favoritos llegarían apiñados en un grupo reducido liderado por Nibali.