El Sevilla se reencontró con la victoria en su estadio a costa de un Valencia que llegó a jugar con nueve, y que volverá a la capital del Turia sin entrenador

Escudero celebra el único tanto. (Foto: ED)
No fue el partido más brillante de la historia del Sevilla, pero los tres puntos y una vistosa mejoría son una nota más que positiva para un equipo muy necesitado de puntos y de sensaciones positivas. En frente estuvo un Valencia pésimo, nefasto, salvable por la solidez atrás, pero con cero ideas de cómo crear peligro al equipo que se le pone enfrente. Ha estado desde el 36 de la primera parte con diez jugadores, pero en esos 36 minutos ni se asomó por la portería de Sergio Rico. En ese tiempo el Sevilla ha querido ganar y el rival nunca. La táctica valencianista era mandar toda clase de pelotazos a Paco Alcácer para que se apañase con toda la defensa del Sevilla. Este Valencia ha terminado el partido sin un solo disparo, ni a puerta, ni fuera, cero. Los nervionenses han botado hasta 17 saques de esquina, por cero del rival. Han recuperado 58 balones, por 29 del rival. Han llegado 50 veces al área, por seis del rival. Seis llegadas al área en 90 minutos, imposible haber jugado peor. Atrás quedan la posesión o los quince remates del Sevilla. La diferencia del marcador no muestra la diferencia real entre un conjunto y otro.
No es para tirar cohetes, pero el Sevilla de Unai Emery salió a presionar arriba, algo casi inédito esta campaña. Presión que en todo momento ha obligado al Valencia a quitarse balones de encima o a regalarlos al contrario, y muchos de ellos en su propio campo. Los sevillistas se han dedicado a recuperar una pelota tras otra en campo rival y hacer de sus bandas un peligro constante. Vitolo sale a maratón por partido, y Escudero y Mariano han masacrado al Valencia con sus constantes subidas. Con los chés preocupados por concentrar jugadores en el centro, las llegadas por banda han sido la nota dominante del partido. Una vez más, para resignación de la grada, se demuestra que al Sevilla le cuesta sangre y sudor perforar la red contraria. Un gol ante las circunstancias del equipo rival hoy, se antoja muy corto, y así se lo ha hecho saber la grada con una sonora pitada al final del partido. A pesar del sufrimiento de Gayá para parar sin ayuda alguna a Vitolo y Mariano, el Valencia tuvo carencias por todas partes, pero también estuvo bien atrás, donde la concentración de jugadores le valió para nublar los ataques sevillistas, hasta que apareció Banega. No ha sido su mejor partido, no ha sido el protagonista como acostumbra a hacer, pero está dotado con el arte de fabricar fútbol. Es un inventor de este deporte. Fue a los cinco minutos de comenzar la segunda mitad cuando vio la entrada de Escudero por banda izquierda, y con el exterior la puso para que el debutante lateral la empalase con el empeine sin dejarla botar. Fue el 1-0 definitivo. La calma llegaba a la grada y el equipo, necesitado del gol tras verse tan superior en número y sensaciones. Tras el gol, el Valencia adelantó las líneas y sometió a los de Nervión a una fase complicada donde la presión asfixiante obligó a cometer riesgos para sacar la pelota. Además, los de Nuno se atrevieron a retener la posesión algunos minutos, pero sin ningún éxito. Cesó el acoso sevillista, aunque no el dominio, que no sirvió para rematar el encuentro. A falta de diez minutos, llegó la segunda expulsión. Javi Fuego vio la segunda amarilla y se despidió del partido dejando a su equipo con nueve. La imprecisión en los últimos metros impidió al Sevilla superar la solidez de la zaga valencianista. Para colmo, en el último suspiro del partido, el Valencia tuvo una ocasión en una falta en la frontal del área, que provocó el enfado monumental de la grada con su equipo.
El Valencia pudo salir goleado y sale vivo para este partido de ida y vuelta, que son últimamente las ligas particulares entre ambos equipos en la pelea por objetivos comunes. El ‘gol average’ no sabemos si será importante al final, pero de momento hoy el Sevilla ha perdido una ocasión de oro para no tener ni que preocuparse por él más adelante. Quique Sánchez Flores, no hace mucho, terminó dejando el Valencia tras un partido en el Sánchez Pizjuán, lo mismo que le ha sucedido a Nuno en el día de hoy. Se dice que fue incluso antes del partido cuando el portugués presentó su dimisión a Peter Lim, y en cualquier caso, es un acto que lleva pidiendo casi toda la temporada la grada de Mestalla. La imagen del equipo ché hoy en Sevilla ha sido más que paupérrima, y no sorprende que Nuno no se vea capaz de enderezar un rumbo que a día de hoy no se sabe muy bien hacia que dirección irá.