El asturiano guía la remontada azulgrana ante un combativo Sevilla
Messi firma el gol de la victoria y ya lleva 15 jornadas consecutivas marcando
Triunfo demasiado apurado del equipo de Roura ante los hombres de Unai Emery
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
Se le apagaba la luz de la inspiración al Barcelona al mismo tiempo que se encendían las luces de emergencia en la Ciudad Condal, cuando apareció David Villa y encendió la tranquilidad. Necesitaba un partido así el delantero asturiano. Castigado por las lesiones, atizado de manera inmisericorde por el infortunio y víctima de un inexplicable papel secundario en el guión de la temporada barcelonista, El Guaje alzó el dedo en el Camp Nou para reivindicar su protagonismo. Es un actor de primer nivel que se crece ante la adversidad. Cuanto más dudan de él, cuanto más lo critican, cuantos menos minutos le conceden, más resurge Villa de las cenizas para marcar goles decisivos. Así gana las batallas el 7 del Barça y la selección española. Así ajusta cuentas con sus detractores y con el mal fario. De rendición le van a hablar a uno de la cuenca minera…
La destacada actuación del delantero de Tuilla no debe restar perspectiva al juicio crítico que se debe hacer sobre la última actuación del Fútbol Club Barcelona. Se le ven las costuras en demasiados sitios al equipo de Jordi Roura. Para empezar, se atasca demasiado ante los equipos que viven en su propio campo, con las líneas muy juntas y salen rápidamente a la contra. Sufre mucho en las jugadas a balón parado y agoniza en los balones colgados al área. Y presenta una obsesiva tendencia al ataque por el centro. Este pesimista diagnóstico explica en buena medida el fatalismo que sobrevoló el Camp Nou después del gol de un viejo conocido, Botía, que precisamente fue noticia esta semana porque el Barça ha anunciado su intención de demandar a su ex equipo, el Sporting.
Por unos minutos, el barcelonismo volvió a ver a todos los fantasmas de San Siro. Pero el Sevilla no es el Milan y terminó sucumbiendo ante el poderío ofensivo de un equipo guiado por Messi, que ya lleva quince jornadas consecutivas marcando, y Tello, un extremo a la vieja usanza que refrescó al equipo desde que entró por Alexis Sánchez. No haremos sangre del chileno por aquello de que las comparaciones futbolísticas son las más odiosas, pero con él fuera del campo pasaron más cosas que con él dentro del campo.
Estaba Alexis sobre el césped en el primer tiempo, quejándose continuamente de un misterioso dolor en una pierna, y el Barça volvió a dominar la posesión del balón sin contemplaciones. Tocaba y tocaba para acercarse a los dominios de Beto, pero los intentos no fructificaban. No por mucho tocar, amanece más temprano. Tuvieron dos buenas ocasiones Iniesta y Messi, pero la primera terminó desbaratada por la defensa del Sevilla y la ocasión del argentino la rechazó el portero sevillista. No se puede destacar mucho más del bagaje azulgrana en la primera parte cuando se volvió a evidenciar su falta de acierto ofensivo. Todo lo contrario que el Sevilla, que no desperdició su gran ocasión. Botó una falta Rakitic desde el costado izquierdo, el cambio de juego le llegó a Coke en la derecha y su centro templado al área lo alcanzó Botía para marcar. Mazazo para el barcelonismo que contemplaba frustrado como un ex de La Masía les hacía morder el polvo momentáneamente. Como si fuera un anticipo de lo que les espera el 12 de marzo contra el Milan, tocaba remontada.
La zozobra presidió el intermedio del partido. Entre bocado y bocado al pertinente bocadillo, los barcelonistas se afanaban en encontrar causas y explicaciones a lo que estaban viendo, estableciendo semejanzas entre el mazazo del miércoles en San Siro y lo que había pasado en la primera parte ante el Sevilla. Seguía tan acalorado sanedrín ya con la pelota en juego durante el segundo tiempo, cuando Villa tomó la palabra. En el campo, como mandan los cánones. Recogiendo un preciso centro de Alves desde la derecha, el asturiano metió la cabeza para empatar el partido. Si hubiera hecho falta, el de Tuilla habría metido el alma con tal de marcar un gol de oro que detuvo los análisis más fatalistas. Séptimo tanto del Guaje de cabeza en esta Liga habiendo disputado 16 partidos. Sonríen las estadísticas a un delantero especialmente letal cuando merodea las proximidades de la portería rival.
Casi no da tiempo ni a digerir el gol del Barça porque el Sevilla volvió a salir como un tiro con centro raso de Navas, taconazo de Babá y despeje de Alves en el área pequeña. Otro susto para Valdés, uno de los futbolistas más queridos por la afición del Camp Nou y al que dirigieron durante buena parte del partido el cántico de «Valdés, quédate». Y el repertorio del festival de coros y danzas tuvo que cambiar poco después por obra y gracia de Messi. El argentino aprovechó una gran asistencia de Tello para marcar por 15ª jornada consecutiva. Ya lleva 37 goles en la presente Liga el rosarino. Al público no le quedó otra que corear a su dios particular.
A pesar del resultado en contra, el Sevilla no le perdió la cara al partido y siguió llegando con peligro al área del Barcelona. Pero tenían la pólvora mojada los sevillistas ante la portería local. Perdonó Rakitic con todo el arco a su favor, Manu del Moral probó suerte desde lejos pero respondió muy bien el portero azulgrana y Negredo tuvo en sus botas el empate, se plantó mano a mano ante Valdés pero disparó demasiado alto. Otra vez nadó para morir en la orilla el equipo de Emery, un buen entrenador al que se le resiste el Barça.
El líder sigue siendo muy líder en la Liga y ya está una jornada más cerca de vestirse el maillot de campeón. Aún así debe mejorar muchos aspectos defensivos y ganar en mordiente ofensiva para solventar los importantes envites que le esperan al Barcelona desde ahora y hasta el final de la temporada. Para ello cuenta con un comodín de lujo, David Villa, un futbolista único que anoche demostró que la paciencia, garra y eficacia son cualidades dignas de un titular. Y qué mejor cita que el partido de este martes contra el Real Madrid para ponerlas en práctica. Pero El Guaje propone y Roura, o quien corresponda, dispone.