El Sporting saca su billete para la promoción con una cómoda victoria contra el Tenerife. Goles de Lekic, Carmona y Scepovic. Este triunfo llega justo cuando se cumplen dos años del fallecimiento de Manolo Preciado. La próxima parada en el camino hacia el ascenso será contra Las Palmas en el estadio de Gran Canaria el próximo miércoles.
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Amanece de nuevo en El Molinón. Seis años después, el sportinguismo vuelve a paladear las mieles del ascenso. Pero no hay margen para empachos porque esto solo ha sido un pequeño sorbo. El Sporting hizo los deberes, ganó al Tenerife y estará en la promoción que arranca el próximo miércoles. Lo primero es poner los acontecimientos en perspectiva para dejar claro que solo se ha cumplido una parte del objetivo y que queda por conseguir lo más importante. De ahora en adelante no hay margen de error, entramos en la fase decisiva de la temporada y habrá que superar dos eliminatorias a ida y vuelta. Cuatro partidos que bien valen un billete de vuelta a Primera División. Pero se ha dado un paso de gigante venciendo holgadamente a un conjunto que vino a Gijón a hacer turismo y poco más.
La gran noticia es que vuelve a salir el sol en la capital de la Costa Verde, como siempre le gustaba recordar al añorado Manolo Preciado. Estos días se celebra el segundo aniversario de su triste fallecimiento y una victoria de su equipo contra el Tenerife es un buen regalo para el hombre que devolvió la alegría al sportinguismo. «Mañana saldrá el sol», decía Preciado. Y salió este sábado para iluminar el triunfo de un equipo dispuesto a afrontar el mismo reto que él consiguió hace seis años y le valió un agradecimiento eterno reflejado en la estatua construida al lado de un estadio que siempre será el suyo. Su hijo Manu, que quiso seguir el partido a pie de grada como un sportinguista más, estaba en su casa. Va por ellos.
Objetivo cumplido. Se cumplió con comodidad y grandeza, marcando el primero de la tarde cuando no habían pasado ni siquiera dos vueltas de crono. Fue Dejan Lekic el encargado de abrir la lata con una gran cabalgada que concluyó en un gran remate con su pierna derecha para batir al guardameta del Tenerife. El serbio, que marcó 12 goles en la temporada regular, volvió a aparecer cuando más lo necesitaba su equipo demostrando que es un hombre al que confiarle los ambiciosos objetivos que se plantea esta entidad. Una forma inmejorable de espantar temores, dudas y fantasmas varios.
Y todavía pudo marcar otro con un zurdazo que se estrelló de manera espectacular en la cruceta de la portería de Diego Rivas. Un peligro constante para la zaga chicharrera, incapaz de frenar las feroces embestidas de un tanque de tanta envergadura. Y hasta donde no llegaba el pánzer de Kraljevo acudían insaciables sus aliados en ataque. Jony, Carmona y Scepovic tampoco se escondieron e impulsados por el empuje y la garra de Sergio Álvarez y Álex Barrera en la medular, formaron un eje vertical prácticamente insuperable.
Volvieron a marcar Carlos Carmona y Stefan Scepovic. El balear, que ya había anotado contra el Mirandés en Anduva el sábado 17 de mayo, marcó su séptimo tanto de la temporada con un ajustado lanzamiento que superó al guardameta visitante aprovechándose así de la gran dejada de tacón que le sirvió Scepovic. Fue el segundo de la tarde y solo habían transcurrido quince minutos, una señal inequívoca de la voracidad con la que afrontó el Sporting este partido tan importante. Y no se conformaron con el dos a cero. Los mismos protagonistas se cambiaron los papeles para dar lugar al tercero, que culminó el serbio de cabeza en el segundo palo tras una gran galopada de Carmona.
Otro brindis al sol del ariete de Belgrado, el vigésimotercero que ofrece esta temporada y que incluyó una celebración especial porque al bueno de Stefan no se le ocurrió nada mejor que escanciar un culete para dedicarle a su afición el gol que sella la promoción de ascenso. Un gesto de grandeza que demuestra que los vínculos afectivos trascienden más allá del lugar de nacimiento, sea Belgrado o Cangas del Narcea. Un detalle a cargo de lo que popularmente se conoce en Asturias como «un paisano».
Los goles aportaron fuste y brillantez a una tarde inmejorable para los sportinguistas, que pudieron disfrutar por fin de una velada apacible solo alterada ligeramente por los resultados que transmitían la radio y el videomarcador. El partido de El Molinón era una fiesta y un entrenamiento de postín que servía de aperitivo para lo que está por venir. Se avecina una promoción de infarto que remitirá directamente al año 1995 y a aquella taquicárdica eliminatoria contra el Lleida que se ganó gracias a un inolvidable gol de Pier Luigi Cherubino, un delantero (precisamente tinerfeño) al que en Gijón siempre se recordará con mucho cariño, para asegurar la permanencia en Primera, adonde ahora se lucha por volver.
El primer asalto será en el estadio de Gran Canaria este miércoles contra la Unión Deportiva Las Palmas de Valerón, Chrisantus, Masoud, Aranda, Momo y compañía, un rival muy peligroso aunque da la impresión de que ha perdido potencial en las últimas semanas destacando la destitución de su entrenador durante la mayor parte del curso, Sergi Lobera. Si bien han cambiado de entrenador ambos equipos, desprende mejores sensaciones el Sporting de Abelardo que la Unión de Josico. No conviene confiarse porque los isleños venderán muy cara su piel y el recuerdo a los resultados registrados en la fase regular debe ejercer de estímulo y necesario mecanismo de prevención. El factor campo, con la vuelta en Gijón el próximo domingo 15 de junio, justo seis años después del ascenso conseguido con Manolo Preciado, suponen un impulso de lujo para acceder a la segunda ronda del playoff, para medirse al Murcia o al Córdoba.
Una victoria encarrilada a los dos minutos de partido
Como al que madruga Dios le ayuda, amaneció muy pronto para el Sporting, exactamente a las 18:32 horas, apenas dos minutos después de arrancar el partido. Lekic afinó su cañón después de anotar solo 4 goles en los últimos 21 partidos, mojó la pólvora en el momento más oportuno y en la primera oportunidad que se le presentó, no perdonó. Se fue como una flecha hacia la portería de Diego Rivas, en su camino se interpuso Carlos Ruiz, Dejan estaba desencadenado, lo desbordó con una facilidad pasmosa, llegó al área y en un gesto técnico sensacional le rompió la cadera al zaguero andaluz, lo dejó sentado y se la coló a Rivas entre las piernas con un remate preciso con la pierna derecha. No podía empezar mejor el partido, con otro cameo goleador de Dejan, su duodécimo tanto de la temporada, rompiendo así su mala racha contra el Tenerife, el único equipo junto al Zaragoza que se le resistía al ariete de Kraljevo.
Al Tenerife no le quedaba otra que resguardarse como buenamente podía del chaparrón, pero no sabían cómo resguardarse: si a través de una indemne posesión o de un frágil dispositivo defensivo. Como no se aclaraban ni ellos mismos, conscientes de que la temporada ya se ha terminado para ellos, máxime después de seis derrotas consecutivas, a mar revuelto ganancia de pescadores sportinguistas. Llegó el segundo en una tarde feliz para el sportinguismo, al que ya le tocaba disfrutar de un equipo que por fin dio el do del pecho sin concesiones y errores de ningún tipo. Stefan Scepovic demostró que no solo es un goleador imponente, sino que también puede presumir de un coeficiente técnico considerable que lució al improvisar un taconazo brillante hacia el centro del ataque rojiblanco, por la frontal del área rival apareció Carlos Carmona, que ajustó un preciso zurdazo al palo izquierdo de Diego Rivas. El séptimo gol del balear en una temporada que le ha consagrado como un goleador de garantías a domicilio y un desatascador de postín en El Molinón, donde ya marcó sin ir más lejos hace dos semanas contra el filial del Fútbol Club Barcelona. Sábado redondo para los sportinguistas, que encarrilaron el acceso a la promoción en un cuarto de hora.
Se intentó desmelenar el Tenerife en una contra que desembocó en un remate muy desviado del gigantón Aridane (1,91 metros), pero enseguida replicó el Sporting por medio nuevamente de un Lekic insaciable. La cazó a bote pronto el serbio desde fuera del área, aproximadamente a unos 35 metros de la portería chicharrero, y su imponente zurdazo sacó astillas del larguero de la portería chicharrera. Descomunal zapatazo que casi revienta el balón después de su espectacular impacto contra la cruceta en la enésima demostración del potencial que atesora el club asturiano en su delantera. Acto seguido, y para no ser menos que su compatriota, Scepovic se cambió los papeles con Carmona; en esta ocasión le tocó al balear ejercer de asistente, se metió hasta la cocina y cuando llegó hasta la línea de fondo, sirvió un caramelo al segundo palo, por allí rondaba Stefan y ya se sabe que este serbio no desperdicia semejantes regalos. Marcó de cabeza su gol número 23 en una campaña que le ha consagrado en el indiscutible killer de la categoría junto al alavesista Borja Viguera y, como su paisano Dejan, mojó ante el único equipo (además del Zaragoza) contra el que no lo había hecho. Aires de fiesta se respiraban en el coliseo sportinguista, con un Molinón entregado en cuerpo y alma a los colores de un equipo de, esta vez sí, once gladiadores dispuestos a encandilar a la hora de la verdad.
Los visitantes no daban más de sí, son un equipo sin aspiraciones y bastante tenían con solventar el trámite reduciendo en la medida de lo posible el cuadro de daños. Suso era uno de los pocos que se salvaba de la depresión colectiva de su escuadra y de sus botas nació un centro al área que impactó en la mano izquierda de Bernardo; el tinerfeño tuvo la osadía de reclamar el penalti, pero el árbitro se dio mus porque no se quería complicar la vida en una tarde tan decisiva para los locales. La prueba es que De Burgos Bengoetxea, el colegiado que no quiso ver la clarísima mano de Truyols en La Condomina, se apresuró a pitar el final del primer tiempo en cuanto se cumplió el minuto 45.
Con un tres a cero a favor del Sporting, la segunda parte se convirtió en un entrenamiento con público para jolgorio de los aficionados, tranquilidad del cuerpo técnico y deleite de los jugadores. Los artistas se divirtieron en una faena de aliño que les sirvió para exhibir lo mejor de su repertorio, mejorar las transiciones y trabajar las jugadas de estrategia. Sergio estaba omnipresente en la medular, Lekic seguía causando estragos en la defensa visitante con disparos que se marchaban rozando el palo y la sociedad Lora-Bernardo marcaba territorio a balón parado gracias a los centros del madrileño y el buen juego aéreo del colombiano. Pero la posesión correspondía al Tenerife, aunque solo fuera como un mecanismo de defensa propia para evitar que la desventaja en el marcador aumentara aun más.
En esta tesitura, Abelardo ejerció de juez objetivo y justo para repartir méritos y aplausos entre sus chavales. Empezó por retirar a Scepovic para que el serbio recibiese una merecida ovación, al tiempo que se curaba en salud para evitar que viera una cartulina amarilla que le impediría disputar el primer partido de la promoción, a la que ahora ingresa limpio de polvo y paja; en su lugar entró Miguel Ángel Guerrero, que no dejó de pelear en ningún momento para demostrarle al míster y demostrarse a sí mismo que sigue siendo el mismo delantero que causaba estragos cuando militaba en el Sporting B, capaz entre otras cosas de marcarle cuatro goles al eterno rival.
Los sportinguistas tuvieron un flashback en el segundo tiempo que les remitió directamente al filial. Con Abelardo en la zona técnica y los Álex Menéndez, Sergio, Barrera, Jony y Guerrero sobre el terreno de juego, más parecía un partido del segundo equipo que toda una final de la primera plantilla. Así que al míster no le quedó más opción que aportar una dosis de sobriedad con la entrada de un viejo rockero como Cristian Bustos por un Sergio Álvarez al que también recompensó la grada con una ovación que se ha ganado a pulso durante toda la temporada a partir de un rendimiento absolutamente excelso. Pero el protagonismo parcial seguía correspondiendo al Tenerife, que llevaba peligro sobre todo en las jugadas de estrategia alimentando los temores de los seguidores a partir de las salidas en falso del Pichu Cuéllar y las malas coberturas defensivas, dos factores a tener muy en cuenta durante la promoción de ascenso.
El equipo chicharrero aportaba menos peligro que una carrera de caracoles por una autopista y los rojiblancos tenían perfectamente controlada la situación. Hubo tiempo para un tercer cambio local: se fue Lekic e ingresó Pablo Pérez, la joya de Mareo, un auténtico diamante en bruto al que Abelardo va sacando brillo poco a poco. A partir de ahí, la atención durante los últimos minutos viró hacia lo que estaba ocurriendo en otros campos, con especial atención a lo que sucedía en el estadio de Gran Canaria en el partido entre Las Palmas y la Ponferradina y entre Murcia y Real Madrid Castilla en La Condomina.
Las radios y el videomarcador rugieron para comunicar los triunfos de murcianos y canarios, de manera que será Las Palmas el rival rojiblanco en la promoción de ascenso. Los precedentes de los enfrentamientos entre ambos equipos esta temporada no alimentan el optimismo porque ambos se perdieron (2-3 en El Molinón y 2-1 en el estadio de Gran Canaria), pero será una historia bien distinta la que se dirimirá a partir del próximo miércoles. El Sporting al que ahora entrena Abelardo Fernández tiene poco o nada que ver con el de José Ramón Sandoval que cayó contra Las Palmas en la fase regular; y la actual Unión entrenada por Josico Moreno ya no es la de Sergi Lobera.
Se podrá ganar o perder, pero este equipo al menos ya sabe a lo que se juega, asume lo que se trae entre manos y tiene una idea de fútbol basada en la cantera, el cimiento imprescindible para construir un gran equipo. Por fin hay proyecto y se afronta el futuro con relativo optimismo. Lo que pueda pasar es imprevisible, pero al menos se vuelve a hilar una simbiosis entre la grandeza histórica que siempre ha tenido esta entidad y un porvenir indescifrable que al fin se puede afrontar desde el optimismo. Ya lo dice Abelardo: «Hay que defender a muerte este escudo». Ese debe ser el principal objetivo a partir de ahora. Y que sea lo que Dios quiera.
LA FICHA TÉCNICA
Sporting: Cuéllar; Lora, Luis Hernández, Bernardo, Álex Menéndez; Carmona, Sergio (Bustos, minuto 62), Álex Barrera, Jony; Lekic (Pablo Pérez, minuto 72) y Scepovic (Guerrero, minuto 57).
Tenerife: Diego Ribas; Moyano, Bruno, Carlos Ruiz (Alberto Jiménez, minuto 47), Raúl Cámara (Ayoze Díaz, minuto 45); Aitor Sanz, Ros; Suso Santana, Luismi Loro, Cristo Martín (Borja, minuto 63); y Aridane.
Goles
1-0: minuto 2, Lekic, tras recortar a Carlos Ruiz.
2-0: minuto 15, Carmona, de ajustado zurdazo desde la frontal del área.
3-0: minuto 34, Scepovic marca de cabeza en el segundo palo aprovechándose de un buen servicio de Carmona.
Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité Vasco). Tarjetas amarillas a Álex Menéndez (20′) y Lekic (63′), del Sporting, y Luismi Loro (76′), del Tenerife.
Incidencias: El Molinón. 22.315 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones. Tarde soleada con 19 grados de temperatura.
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