La lluvia anticipaba emociones fuertes. Siempre lo hace. Le vino de perlas a Rabat para reordenar sus ideas tras irse al suelo en la vuelta de calentamiento. El problema es la pérdida de confianza sobre la moto. Y ahí, rebosante de confianza, vio su oportunidad Sam Lowes y se fue a por todas desde que se apagó el semáforo. Se le unió pronto Corsi en la rebelión de los discretos. Rabat fue perdiendo posiciones, rodando muy despacio, mientras Kallio se colaba en la primera chicane y se reincorporaba a la pista en duodécima plaza, justo detrás de su compañero de equipo.
Corsi y Lowes se afianzaban con el paso de las vueltas en las dos primeras plazas, con más de siete segundos sobre el tercero. Sobresalía como de costumbre en estas situaciones Anthony West, especialista sobre el asfalto mojado. En la lucha por el campeonato Rabat y Kallio se vigilaban, siempre uno cerca del otro.
Ocurre en las carreras con lluvia que se convierten en una cuestión de supervivencia. De mezclar el talento con el tacto, el ir rápido con la precaución ante la caída. Lo vivió en sus carnes Sam Lowes cuando seguía con dificultad a Corsi. Dejó escapar una plaza de podio que bien le podía haber asegurado una buena plaza para el año próximo en Moto2. Mediada la carrera, Simone Corsi lideraba con comodidad y más de diez segundos sobre sus perseguidores y los rayos de sol hacían acto de presencia en Assen cuando cometió un error y se fue al suelo, reincorporándose decimotercero. Casi sin quererlo, Anthony West y Viñales se veían peleando por una victoria que hubiera sido imposible sobre seco.
Fue Kallio, desatado, quien a medida que avanzaba la carrera cogió más confianza sobre la moto. Espoleado por el pobre rendimiento de Tito Rabat, se pegó a Viñales y se aferró al podio. Maverick se acercó a West en la última vuelta pero no pudo inquietar al australiano, terminando en segunda plaza. Kallio finalmente aseguró el tercer puesto del podio y recorta ocho puntos a su compañero de equipo Rabat, que cruzó la meta en octava posición.