En Vila-real se respiraba desde hacía días el ambiente previo a un partido importante. Nadie podía evitarlo, y todos los rincones de los alrededores hablaban de la noche del jueves. Hace tres años, el Submarino amarillo se jugaba el ascenso a Primera, y ahora iba a recibir al Liverpool en unas semifinales de la UEFA Europa League. La ilusión, la fe, los nervios y las ganas, invadían las calles de Vila-real desde las cinco de la tarde, cuando la afición salió en masa a la calle. Un ambiente espectacular recibió a ambos equipos, antes de que el balón empezase a rodar.
Como era de prever, el partido no fue controlado totalmente en ningún momento por ninguno de los dos equipos, a pesar de que el Villarreal empezó enchufado, con una gran ocasión de Soldado, que salió desviada. Pero sin embargo, todo el derroche físico empezó a hacer mella, y el equipo se fue deshinchando, a pesar de que en ningún momento tiró la toalla. Una vez más, la solvencia defensiva fue la clave, pues a pesar de que el equipo inglés tuvo alguna ocasión, el Submarino consiguió mantener el cerrojo en la portería. Toda una hazaña, pues en toda la temporada en El Madrigal en Europa, solo el Sparta ha encajado un gol en el fortín amarillo.
El partido, no contó con muchas ocasiones claras de gol de ningún equipo, aunque sí llegaron algunas. Como era de esperar, fue un partido de ida y vuelta, algo que cansó mucho a los jugadores amarillos, el caso más evidente fue Tomás Pina, que además no pudo ser sustituido, pues Musacchio tuvo que entrar en el minuto 75 por un lesionado Bailly. El esfuerzo fue enorme, tanto en defensa, como en ataque, y si algo ha quedado claro es la entrega de este equipo sobre el césped, algo que da esperanzas para conseguir esa ansiada final.
Soldado tuvo dos ocasiones, y Bakambu otras dos, pero el balón se resistía a entrar. Tampoco atinó el Liverpool, a quien Asenjo le sacó una gran mano, y que falló la más clara tras un error de Denis Suárez, que por otra parte, volvió a su mejor nivel. Los mejores jugadores son los que aparecen en los partidos importantes, y sin duda, Denis, es uno de esos jugadores diferentes.
Cuando parecía que el partido terminaba y que Anfield decidiría al finalista, la locura se desató en el minuto 92. Un pase largo de Bruno, el pase de la muerte de Denis, y Adrián (que entró por Soldado) solo tuvo que empujarla. El gol que desató la locura en el Madrigal, y que pase lo que pase se recordará durante mucho tiempo. La afición gritó como nunca, saltó y lloró. Marcelino hizo los cien metros lisos hacia el medio del campo. En definitiva, Vila-real disfrutaba de un partido, que no es decisivo, pero que sin duda, les deja un pasito más cerca de la final de Basilea, la primera de su historia.