El Barcelona sigue vivo en la lucha por el título
Remontó dos goles y anotó tres tantos en el segundo tiempo
Messi marcó el gol de la victoria y se lo dedicó a Vilanova
Alejandro Rozada (@alexrozada)
Valora lo que tienes. Esta frase de Tito Vilanova ha quedado grabada en la memoria de todos y por supuesto tiene su traslación al mundo del deporte. La puede y debe hacer suya el Fútbol Club Barcelona para afrontar con las mayores garantías lo que resta de temporada. Cuestión de profesionalidad y de orgullo. De dignidad, en definitiva. No pueden echar a perder lo poco que queda de curso por muchos motivos, pero sobre todo por una razón capital: porque la plantilla del Barça debe valorar que siguen muy vivos en la lucha por el título y ganar esta Liga supondría un regalo inmejorable para honrar la memoria de su añorado Tito. No lo tendrán nada fácil. Para empezar, porque no dependen de sí mismos: el Atlético es un líder inmaculado y el Madrid un rival temible que ya les enseñó los dientes en la final de la Copa. Ninguno cede. Pero el Barcelona es más que un club y está obligado a no rendirse hasta el último segundo del último partido, sea contra un Atleti de dulce o contra un Villarreal que se puso con un dos a cero a su favor en el segundo tiempo. Al igual que supieron remontar en El Madrigal para llevarse los tres puntos de un campo tan complicado, dedos en alto de Messi incluidos para dedicar su decisivo gol a su ex entrenador, tienen que afrontar con seriedad los partidos que restan, empezando por el del Getafe de la próxima semana en el Camp Nou antes de visitar al Elche en el Martínez Valero y de cerrar la temporada en el Estadi contra los actuales líderes. El Barça tiene que hacer su trabajo con eficacia y esperar un tropiezo ajeno. Ya se sabe que aquel que lo da todo, no está obligado a más.
El minuto de silencio inicial recordó que a los verdaderos sentimientos no se les puede poner caretas. Las imágenes de Tito en el videmarcador, la grada compungida, un silencio sepulcral y los jugadores abrazados y consternados sobre el césped. Las caras de Messi, Xavi, Pinto, Iniesta, Fábregas en el banquillo y de todos los que compartieron vestuario con Vilanova fueron el reflejo de la enorme tristeza que a estas horas recorre al barcelonismo. Las lágrimas derramadas por un futbolista como Busquets, frío como un témpano sobre el terreno de juego, son la viva imagen de la desolación que ha sembrado entre los barcelonistas la pérdida de un hombre bueno que contribuyó junto a Guardiola a construir el mejor Barcelona de la historia. Como recordó ayer Pep, «nos queríamos comer el mundo y nos lo hemos comido». No está el Barça actual para presumir de voracidad pero sin mostrar el mágico colmillo que le encumbró hace unos pocos años, sigue exhibiendo ese talento incontenible, esa magia a raudales y esa suerte del campeón que le permiten remontar partidos tan complicados como el de El Madrigal. El Villarreal se puso dos a cero en pleno ecuador del segundo tiempo, después de dar el primer golpe antes del intermedio. Pero el Barça no bajó la cabeza, siguió en posesión del balón y adonde no llegaron las jugadas trenzadas por los habituales repartidores de golosinas, Xavi e Iniesta, alcanzaron los envíos de Dani Alves. De sus botas partieron los dos primeros goles y es de justicia reconocer la cabezonería de este brasileño irreductible, tan criticado por insistir en los centros a la olla a pesar de que el Barcelona carece de un delantero centro. Si al empeño del lateral derecho se le une la genialidad inabarcable de Lionel Messi, capaz de aparecer de forma decisiva a ocho minutos del final para sellar la victoria, el dos a tres es la recompensa al trabajo bien hecho. La mejor dedicatoria posible para Tito Vilanova.
Del abatimiento a la euforia
Ya desde el respetuoso y emotivo minuto de silencio en memoria de Tito Vilanova, vimos a un Barcelona compungido, impotente y resignado a su fatalismo, traducido en términos deportivos en una falta de pegada cada vez más preocupante. Ante un Barcelona en estado de shock, se percibía que el Villarreal tendría mucho que decir. Y lo dijo, vaya que si lo dijo. Dio igual que muy pronto se le torcieran las cosas al equipo de Marcelino García Toral. Primero se lesionó Perbet, sustituido por Jonathan Pereira. Eso ocurrió en el minuto 14, sin apenas haber transcurrido un cuarto de hora de partido. Pero es que a los 20 minutos se rompió Pina y tuvo que entrar Aquino en su lugar. Tiene un problema Marcelino con las lesiones pero, lejos de amedrentarse y venirse abajo por estos contratiempos, sumados al habitual dominio de la posesión a cargo de los azulgrana, los amarillos plantaron batalla, pusieron minas en su campo y se desplegaron con garbo al ataque. Poco importaron las embestidas de Alexis, los escarceos de Pedro y las genialidades de Messi; el Submarino se atrincheró en su campo con una disposición táctica muy precisa, a base de una defensa y medular perfectamente trabajadas, con la convicción de trenzar una contra vertiginosa para hacer daño al rival.
Y llegaron las ocasiones para el cuadro amarillo. La entrada de Pereira aportó movimientos y frescura al ataque, siempre muy bien compenetrado con Giovani y escoltado por los movimientos de Cani. De las botas del aragonés partió una jugada que casi culmina Gio ante la indecisión del portero y los zagueros culés. A la segunda tampoco pudo ser por la irrupción providencial de Bartra despejando el balón cuando el disparo de Aquino se iba directo a la red para culminar a lo grande otra buena cabalgada de Gio. No podía ser otro que un ex barcelonista como Dos Santos el que trajera por el camino de la amargura a la defensa blaugrana, aunque le correspondió a Cani hacer los honores del primer gol del partido. Otra rápida llegada de Pereira, que coronó con un gran pase en profundidad hacia la posición del 10, que superó a Pinto con un remate pegado al poste. Otro mazazo para el barcelonismo, justo en un momento psicológico clave: antes del descanso.
El segundo acto discurrió por esa senda del desconcierto que ha conducido al Barcelona a la amargura más absoluta. Comenzó con el tradicional dominio blaugrana de la posesión, la tónica en todos y cada uno de los partidos de este equipo, pero cuando menos lo parecía se encontró el Villarreal con el segundo gol. Las constantes y electrizantes combinaciones de los amarillos desembocaron en el dos a cero. Avanzó Aquino por la derecha hasta llegar a la línea de fondo, desde donde puso un balón medido al corazón del área y allí estaba Trigueros para, como quien no quiere la cosa, cabecear a la red desde el punto de penalti haciendo inútil la estirada de Pinto hacia su poste derecho. Otro directo a la yugular de los barcelonistas que, en vez de rendirse y dar por perdida la Liga definitivamente, siguieron apoderándose del balón y acechando la portería de Sergio Asenjo. El brasileño Dani Alves se vistió el traje de actor principal de la mayoría de los ataques visitantes y ejerció de Popeye aunque éste no se come espinacas, se come plátanos.
Fue devorar el plátano que le lanzaron desde la grada y convertirse en el jugador más peligroso del Barcelona. Participó en la jugada del primer gol con el chut que se coló después de que le diese Gabriel de tacón, y fue decisivo en el empate al servir el centro que cabeceó Musachio hacia su propia red, erigiéndose en el involuntario artillero que tanto ansía el barcelonismo más inconformista. Después de obligar a Asenjo a volar para sacar de su escuadra un telescópico lanzamiento de falta, Messi volvió a hacer acto de presencia para sentenciar el choque con un disparo a quemarropa aprovechándose de una gran dejada de Fábregas y demostrando por enésima vez que es el ente celestial que guía al Barça al cielo. Ese cielo al que miró el rosarino para dedicar otra de sus habituales genialidades. Seguro que al verlo Vilanova no lo pudo evitar y esgrimió una muesca de alegría desde ahí arriba. Su jugador, su querido Leo, lo había vuelto a hacer. El brillo cegador que desprende el argentino a ras de césped se propaga hasta el mismísimo edén. La victoria blaugrana deja, no obstante, un poso de polémica porque Fernández Borbalán señaló fuera el derribo de Busquets sobre Aquino dentro del área del Barça con dos a tres en el luminoso. En esa jugada estuvo el empate y, quién sabe, si la Liga.