Hay eliminatoria. Visto el precedente del enfrentamiento del año pasado (solventado con un 0-2) y el desarrollo del partido de esta noche, la primera noticia es que el Barcelona dejó con vida al Manchester City. Lo pudo matar en la primera parte después de una portentosa declaración de intenciones de Luis Suárez (dos goles en catorce minutos), pero los azulgrana (hoy de fosforito para la ocasión) bajaron la intensidad en la segunda parte y animaron a los locales, impulsados por la magia a raudales de David Silva y la potencia del Kun Agüero.
También es noticia que todavía haya eliminatoria por tres detalles, a cada cual más llamativo. Empezamos por el final porque no es habitual que Messi falle penaltis (ha fallado 13 de 59 con el Barça), y menos después de una brillantísima actuación en el Etihad; no marcó, cierto es, pero suya fue la asistencia del primer gol y suya fue la genialidad que dio origen al doblete de Suárez, todo ello aderezado de un sinfín de controles y movimientos de calidad. La segunda noticia es que el Barcelona no sentenció a un City que acabó con diez hombres por la merecida expulsión de Clichy, que completó un partido nefasto con un entradón absurdo sobre Alves. Y la tercera nos remite a las estadísticas porque Manuel Pellegrini mantiene su nefasta dinámica de resultados contra el Barça: de sus 15 últimos enfrentamientos oficiales, ha perdido 13 y ha empatado dos partidos. El de ayer no fue una excepción. Pudo con él el Tata y Luis Enrique está en ello.
Pero la gran noticia que deja el partido del Barça es el magnífico primer tiempo que completaron los hombres de Luis Enrique. No solo por los dos goles de Suárez que le encumbran como uno de los grandes nueves del planeta, sino por el gran juego que mostraron los barcelonistas. La defensa estuvo sólida, con Piqué a un gran nivel que tampoco desmereció en el segundo tiempo a pesar del gol de Agüero; el centro del campo funcionó muy bien gracias al control de Iniesta y el despliegue de Rakitic; y el tridente, en su línea, desarbolando completamente al entramado defensivo blue. Cabe deducir que, de mantenerse en esa buena línea y sin dejarse ir, el Barcelona todavía puede aspirar a todo.
Suárez mandó en el primer tiempo
Desde que saltaron ambos equipos al césped y atronó el himno de la Liga de Campeones por la megafonía del Etihad Stadium, con pitos incluidos, se percibió que ésta iba a ser una noche de emociones fuertes. El mérito principal correspondería a ambos equipos, que salieron con sus onces de gala a excepción del City, que presentó la sensible baja de Yayá Touré. Pero el Barça salió con todo, salvo el habitual cambio en la portería (Ter Stegen por Bravo), y un poco de eso acostumbra a ser mucho.
Los pitos que sonaron durante la interpretación del himno de la Champions fueron solo el preámbulo de los que se escuchaban cada vez que Luis Suárez, viejo conocido blue por su reciente pasado en el Liverpool, tocaba el balón. Había mucha testiculina en el ambiente y se reflejó en el balonazo de Alba que se llevó Dzeko en sus partes nobles. Aunque para testiculina, la que se generaba en el ambiente cada vez que Agüero y Messi entraban en contacto con el balón. La movilidad y el talento de los argentinos era el principal terror de las defensas, que no se podían permitir la licencia de cometer errores como el que cometió Fernando cuando lanzó a Suárez directo al arco de Hart y eso terminó con un disparo del uruguayo contra el exterior de la red. Fue solo un aviso.
El partido iba a penalizar la más mínima concesión y bastó un simple saque de banda desde la derecha del ataque blaugrana para que se desataran las hostilidades. Lo lanzó Alba, le cayó el balón a Messi, que no necesita estar cerca del área para causar estragos, y el 10 argentino la colgó al área para que allí Luis Suárez se aprovechara de un grave error de colocación y marcaje de Kompany para disparar raso, cruzado y al fondo de la red, estrenándose así en el campo del City y anotando por tercer partido de Champions consecutivo.
La superioridad barcelonista era absoluta y Messi no necesitaba más que bajar a recibir al campo propio e iniciar desde ahí la jugada para crear peligro. Porque así nació otra buena ocasión de Suárez, la pesadilla de Kompany y de los citizens, que esta vez pudo abortar Hart. Con el argentino erigido en el incuestionable jefe de todas las operaciones ofensivas, una de sus características diagonales recorriendo la frontal del área terminó con una apertura hacia la llegada de Alba por la izquierda, que ganó la línea de fondo y sirvió el pase de la muerte para que Suárez lo convirtiera de primeras. Un jugadón a 23 toques que no desperdicio el killer uruguayo. Doblete del charrúa, el primero que logra en sus 23 partidos con el Barcelona, en apenas 14 minutos, el más rápido de su carrera.
A este BarçaGP, que vuela en las transiciones y no perdona en los últimos metros, le basta con muy poco para machacar a cualquier rival por muy lustroso que éste resulte. Lo es el Manchester City, fundamentalmente gracias a su playmaker, David Silva, pero el hechicero de Arguineguín es un islote en mitad de la nada futbolística de ese equipo. Las lagunas de los blues se evidencian en los reiterados fallos de sincronización y repliegue que cometen y que desencadenan contras tan peligrosas como la que concluyó Dani Alves con un envenenado centro-chut a la madera. Respondió Nasri con un colocado disparo antes del descanso aprovechando una buena dejada de Agüero, otro íslote desaprovechado en el ataque, pero Ter Stegen lo rechazó con una buena estirada.
El City apretó, pero no ahogó
Mantener la intensidad y buena actitud del primer tiempo era el primer mandamiento del Barcelona en la segunda parte. Y no lo cumplieron. Porque el City los arrinconó contra su portería, primero con un cabezazo desviado de Dzeko y a continuación con un intento de Nasri que salvó Mascherano in extremis. Después de estos dos envites de los locales, el Barcelona se sacudió el marasmo, aunque aún quedaba otro disparo de Agüero que se perdió muy cerca del palo izquierdo de Ter Stegen. En los primeros minutos del segundo tiempo, el City fue más intenso y vertical que en el primero, obligado por la desventaja en el marcador. Necesitaban, al menos, un gol para meterse en la eliminatoria.
Atacando a golpe de corneta, el Manchester no inquietaba en exceso a Ter Stegen, todo lo contrario de la inquietud que sentían los locales cada vez que Messi entraba en contacto con el balón y se sacaba de la chistera controles tan exquisitos como el que se inventó junto a la línea de fondo y que no pudo ser culminado con un gol. El que sí culminó fue su compatriota Agüero para sacar el mayor partido posible a un genial taconazo de Silva. El gol aunó la potencia y velocidad del argentino con la clase a espuertas del canario, dejando al recién ingresado Wilfred Bony como espectador de lujo. Revivió el partido y la eliminatoria, con el City volcado a la contra.
Las prisas y la precipitación les terminaron jugando una mala pasada a los blues cuando Clichy, que ya había visto una amarilla en el primer tiempo que le impediría disputar el partido de vuelta, se pasó de frenada y le hizo una dura entrada a la altura de la rodilla a Alves. Roja para el lateral e importante contratiempo para las aspiraciones de remontada. En inferioridad, el City bajó de revoluciones y, ayudado por los cambios introducidos por Luis Enrique, que incluso sacrificó la movilidad y distribución de Rakitic por el sacrificio defensivo de Mathieu, el Barça volvió a manejar el escenario a su antojo, sin necesidad de crear ocasiones para gestionar su ventaja.
El propio Pellegrini transmitió la impresión de conformarse con el 1-2, consciente del suicidio que implicaría irse con todo al ataque en inferioridad numérica y con un partido por delante en el Camp Nou. Así que replegó velas y retiró a un marinero de postín como Silva para dar entrada a un polizón raso como Sagna. Ahí murió el juego de creación del City y encontró oxígeno el Barcelona, que manejó con tranquilidad el pulso del encuentro justo hasta que el árbitro pitó un penalti claro de Zabaleta sobre Messi que el argentino no pudo transformar porque Hart le adivinó la intención y realizó una gran parada con un rechace centrado que el argentino no se esperaba y cabeceó desviado. Fue la emoción final del primer asalto de una eliminatoria de fuertes emociones que vivirá su segundo y decisivo capítulo el próximo 18 de marzo, a cuatro días del clásico.