El Barcelona cae en San Siro víctima de su inoperancia ofensiva
El Milan saca petróleo a la contra y encarrila la eliminatoria con goles de Boateng y Muntari
Este resultado obliga a una remontada histórica el 12 de marzo en el Camp Nou
Por Alejandro Rozada (@alexrozada)
Nunca se puede subestimar a un equipo italiano. Y menos al Milan. La historia les avala. Pensaban muchos barcelonistas que el partido de esta noche en San Siro iba a ser un trámite antes de afrontar la quincena fantástica de marzo, con el Real Madrid a la vuelta de la esquina en la Copa y el Camp Nou dispuesto a dictar sentencia en la Copa de Europa. Entonces sucedió lo inesperado: el Milan se puso por delante en el marcador y cogió una ventaja de dos goles que pueden valer una eliminatoria. Esta vez le toca nadar a contracorriente a un Barcelona acostumbrado a navegar con el viento a favor.
Lo que se ha vivido en el coliseo milanista ha sido una tragicomedia. Sólo había que ver la juerga que tenían Balotelli y compañía en el palco para saber que San Siro estaba viviendo una noche de fiesta. Tragedia para los barcelonistas, comedia para los milanistas. Un harakiri en toda regla del equipo de Roura. Y en el peor momento, aunque la vuelta en Barcelona permite aplazar las sentencias apocalípticas sobre un equipo que depende demasiado de Messi. Cuando el argentino no tiene el día, el Barça es menos Barça. Y eso se puede solucionar en determinadas circunstancias, pero al final tanta dependencia se paga.
El primer tiempo salió a la italiana. Dominó la posesión el Barcelona, pero no creó grandes ocasiones. Todo lo contrario que el Milan. Como buenos italianos no necesitan ponerse un traje para lucir elegantes y no necesitan tener el balón para generar peligro. Un zurdazo de Muntari que se marchó alto, un cruce providencial de Puyol ante El Shararawy y un remate de Boateng a la salida de un córner que se fue lamiendo la escuadra izquierda de Valdés, completaron el bagaje ofensivo italiano en la primera parte. El Barça sólo pudo inquietar a Abbiati con un disparo cargado de veneno de Xavi que exigió una buena intervención del guardameta milanista.
En un escenario de riguroso fútbol táctico se desplegó el segundo acto. Sorprendía la pachorra del Barcelona tocando el balón; parecía que tenían el partido finiquitado. Nada más lejos de la realidad. Astuto, paciente y ordenado, el Milan aguardaba su oportunidad a la espera de dar el golpe. Y como buen equipo italiano, sacó petróleo a balón parado. Botaron una falta al corazón del área del Barça, Zapata controló el esférico con la mano, el árbitro dejó seguir y el cuero le llegó mansamente a Boateng para marcar a placer. Los barcelonistas protestaron enérgicamente, y con razón, la mano de ese viejo conocido de nuestra Liga, pero el escocés Craig Thomson no quería saber nada y de postre le mostró la cartulina amarilla a Piqué por protestar.
En ausencia de Villa y con Messi muy apagado, Alexis, que entró por un Fábregas más apagado que de costumbre, tomó la responsabilidad en el ataque. El chileno trataba de complicar la salida de balón del Milán. Intentos infructuosos porque los milanistas se deshacían rápidamente del esférico a base de pelotazos. En uno de esos, Puyol y Pazzini acabaron por los suelos después de un choque de trenes por alto; afortunadamente, ambos se pudieron reincorporar al terreno de juego, aunque el defensa catalán terminó sustituido por Mascherano. Golpes y más golpes para un Barça al que aun le quedaba por pasar lo peor.
Como buena tragicomedia, el público esperaba más sangre. Y el espectáculo no defraudó las expectativas del respetable. Aun reservaba otra desgracia para el barcelonismo. Con todos los azulgranas volcados hacia el campo del Milan, Muntari ganó cómodamente la espalda a la zaga del Barça, se plantó con facilidad ante Valdés y marcó el segundo de la noche. Un gol que no hubiera imaginado ni en sus mejores sueños. Se sintió Ronaldo y gordito por un día el ghanés para jolgorio de los rossoneri, en especial de un tal Balotelli que disfrutaba de su particular partido en la grada con su novia y demás amigos. Un espectáculo muy bizarro para desesperación y rabia de los barcelonistas, que contemplaban impotentes tan esperpéntico cuadro.
El asedio final del Barcelona no sirvió para nada. Los jugadores se retiraron del campo cabizbajos y despechados, como ese Romeo sin Julieta que se siente víctima del más absurdo de los enredos amorosos. Mientras, el dedo acusador de algunos aficionados comienza a señalar culpables en el seno de la plantilla del Barça. No se libra ni el presidente. El apuntador, de momento. Suerte para ellos que el destino les depara una segunda oportunidad en el Camp Nou dentro de unos días. El recuerdo de las eliminatorias contra el Inter (2010) y el Chelsea el año pasado, alimentan la incertidumbre y el pesimismo. Las estadísticas culminan el cúmulo de despropósitos. El Barça jamás ha remontado un 2-0 en su contra y desde que deciden los goles fuera de casa, nunca ha remontado este resultado en competición europeo. Muy pronto se sabrá si este Barcelona tiene fuerza hasta para dar la vuelta a tan maquiavélico guión.
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