En el año 56, en los albores de la liga, llegaría a Massachussets un hombre destinado a cambiar el signo de la liga, 2,08 y 97 kilos de trabajo incansable sobre la cancha dotaron a los Celtics de una pieza maestra, su éxito fue tal, que ganarían el título en 11 de sus 13 temporadas. Hablamos por supuesto de Bill Russell, un jugador que dominó la NBA sin haber promediado jamás en su carrera más puntos que rebotes. 16,2 puntos y 24,9 rebotes de promedio, amén de 4,7 asistencias en play offs; 15,1 puntos y 22,5 rebotes (4,3 asistencias) en su carrera. Su impacto se ganaría el reconocimiento de todas las generaciones posteriores, pero su sello no volvería a ser replicado jamás con tanto éxito. Nacía con él el prototipo de jugador defensivo, especialista en el rebote.

En 1968 llegaría a la NBA un jugador que se acercaría a la producción de Russell. El mismo año de su llegada a la liga fue novato del año y MVP, anotando además 13,8 puntos, la cantidad más baja anotada por un MVP en la historia. Wes Unseld ganaría el anillo con 31 años. Dejó su marca en la liga colocando bloqueos que hoy en día saldrían en las mejores jugadas de la semana. Una roca que jugaba de pívot con 2,01 y 110 kilos oficiales, pero hecha de metal pesado y con una cabeza como un noray. Aquel primer año capturó 18,2 rebotes, el tope de su carrera, que terminó con 10,8 puntos y 14,0 rebotes.
En aquellos años no era extraño ver a jugadores interiores promediando cantidades muy grandes de rebotes, en muchas ocasionas superando sus medias de puntos. Nate Thurmond terminó su carrera promedian 15,0 puntos y 15,0 rebotes (27 rebotes más que puntos en realidad); pero hablamos de un jugador que promedió por encima de los 20 puntos durante cinco campañas consecutivas. En su haber está el primer cuádruple doble documentado. Jerry Lucas era un 2,03 que fue capaz de promediar 17 puntos y 15,6 rebotes en su carrera, sin embargo hablamos de jugadores más dotados para la anotación, y en este artículo buscamos a los ogros de los tableros. Walter Dukes, Red Kerr, Julius Keye (7,6 puntos y 11 rebotes), Gerald Govan (7,7 y 10,5), Clyden Lee (7,7 y 10,3), Harry Gallatin… era un tipo de jugador que en los primeros años abundaba en la liga, interior dedicado al rebote y la defensa. Los descartamos porque más o menos por aquellos años, Russell duplicaba su rendimiento en todo.
Bill Bridges es un caso llamativo, vamos a ver unos cuantos «undersized» en éste artículo, pero él, con su 1,98 fue uno de los pioneros. 13 campañas en la NBA cifradas en 11,9 puntos y 11,9 rebotes (42 rebotes más que puntos en 926 partidos). Superó los 1000 rebotes en 6 temporadas consecutivas. Fue campeón de la liga con 35 años y como residual en los Warriors de Rick Barry, pero firmó buenas actuaciones en post-temporada como los 9,8 puntos y 20,8 rebotes con los Hawks en 5 partidos en el 71.
Paul Silas es el siguiente en nuestra lista, un jugador de 2,01 que jugaba por dentro y se ganó el respeto de la liga como jugador y como entrenador. Trabajo serio y buen rendimiento en 16 temporadas que dieron para 9,4 puntos y 9,9 rebotes. Fue All-Star promediando 10,6 puntos y ganó tres anillos, dos con los Celtics y uno con los SSonics en los locos años 70. Un ganador.

Por los 70 deambulaba por la liga un gigante que respondía al nombre de Tom Boerwinkle, 2,13 y 120 kilos de peso le valieron para labrarse una carrera profesional en la que firmó 7,2 puntos y 9 rebotes. Una tamaño nada desdeñable en una liga en la que uno era un gigante con los 2,08 de Sam Lacey. 10,3 puntos y 9,7 rebotes en más de 1000 partidos le contemplaron, nunca ganó un anillo, pero llegó a ser All-Star con 11,5 puntos de media.
Happy Hairston ganó un anillo con los Lakers adaptando su juego a las necesidades del equipo, pasó de 20,6 puntos y 12,5 rebotes en la primera campaña en Los Ángeles a 10,3 y 12,8. Se trataba de un alero fuerte de 2,01 apreciado por su trabajo. Gar Heard fue otro jugador de poco ruido y buen trabajo que dejó en su carrera medias de 8,7 puntos y 7,5 rebotes con 1,98.
Si hablamos de rebotes en los 70, el año de la década fue el 73. Ese año llega a la liga Jim Brewer, un alero de 2,06 dedicado a labores de intendencia y que acabaría ganando un anillo con los Lakers siendo titular en 9 encuentros (pese a promediar 2,4 puntos y 3,7 rebotes). Su carrera de 5,8 y 6,3 rebotes se interrumpió a los 30 años. También lo hace Kermit Washington, un alero fuerte de 2,03 que tuvo una carrera extraña. Llegó a unos Lakers perdedores de los que salió por la puerta de atrás tras su brutal puñetazo a un desprevenido Rudy Tomjanovich, se le recuerda más por aquello que por su juego, siendo la sanción más grande de la liga hasta ese día (y se quedaron cortos). De menos a más, llegó a ser All-Star con 13,4 puntos y 10,5 rebotes con 28 años. Con 30 se retiraría, pero tras 5 campañas sin jugar, volvería para disputar 6 partidos con los Warriors (1 como titular). 9,2 puntos y 8,3 rebotes en su carrera.
El mismo año, pero a otra liga, la legendaria ABA, llegaron dos monstruos del rebote. Caldwell Jones era un 2,11 que al llegar a la ABA mostró el mejor juego de su carrera, con los Conquistadors promedió 15 puntos 13,9 rebotes y 4 tapones como rookie para hacer 19,5 puntos 14,1 rebotes y 3,2 tapones en su segundo año (All-Star en la ABA). Su llegada a los Sixers de Julius Erving y George McGinnis (21,4 puntos y 11,5 rebotes) le relegó al papel de jugador de intendencia, en el que se resolvió con bastante éxito. En aquel equipo jugaban los que serían entrenadores de gran éxito, Doug Collins y Mike Dunleavy, quizá esa madurez para entender el juego le ayudó. 8 equipos, 1299 partidos, 7,9 puntos, 8,2 rebotes y 1,8 tapones hablan muy bien de ese papel de jugador de apoyo. Y por último, completamos éste póquer de reboteadores con Swen Nater. Nacido en Den Helder (Holanda) se trata del olvidado primer europeo en triunfar en el baloncesto americano. Formado, eso sí, en la universidad de UCLA. Un 2,11 ciclópeo que paseó su bigote por tres equipos de cada una de las ligas americanas. 2 veces All-Star en la ABA y 1 vez máximo reboteador de cada liga, Nater promedió 12,4 puntos y 11,6 rebotes en su carrera. Tan sólo jugó play-offs en 3 temporadas de 11. Aquellos años que lideró la liga firmó 15,1 puntos y 16,4 rebotes en la ABA y 13,4 puntos y 15 rebotes con los Clippers en la NBA. Su nombre de nacimiento era Swen Langeberg.

Los 80 descorcharían la botella de las esencias reboteadoras con la llegada a la liga de dos jugadores antagónicos, pero a la vez, similares. James Donaldson era una torre de 2,18 y 124 kilos que anotaba con dificultad pero reboteaba con frecuencia, como Nater, Donaldson nació en Europa, esta vez en Inglaterra. Llegó a ser All-Star tras una serie de carambolas con unas medias dramáticas de 7,0 puntos y 9,3 rebotes. 8,6 puntos y 7,8 rebotes en su carrera, no dejó de jugar al dejar la NBA y su peregrinaje le llevó a disputar la EBA con el Breogán de Lugo. El otro hombre es Larry Smith, un jugador atlético de 2,03 absoluto especialista en el rebote. Entró en la liga con 9,6 puntos y 12,1 rebotes con los Warriors, con los que firmó 5 temporadas por encima de los 10 rebotes. En trece temporadas tan sólo superó los 10 puntos de media en una ocasión, en la única que promedió más puntos que rebotes. Su 53% en tiros libres avanza lo que será la clase de reboteadores de los 90. Esa misma temporada llega Rick Mahorn, un trabajador que ofrecía poco más que mucha defensa y alguna que otra bronca, un musculado bruto que firmó 6,9 puntos y 6,2 rebotes pero que se ganaba sitio en rotaciones potentes.
Un año después llega a la liga Kurt Rambis, llega al equipo ideal y le ofrece lo necesario. 4 anillos formando parte importante de un equipo en el que él era el menos dotado para el basket, pero en donde supo dar lo que otros no estaban dando. 5,2 puntos y 5,6 rebotes, pero sobre todo esos anillos… De la misma clase era Buck Williams, un jugador con un instinto reboteador espectacular que hizo un carrerón en la liga. Tres veces All-Star en sus 5 primeras temporadas en los Nets (Fue All-Star como novato), dejó huella tanto en la costa Este como en la Oeste con los Blazers. Había sido un hombre de 18 puntos y 12 rebotes, pero cuando llegó a Oregón se reconvirtió en especialista dejando de mirar el aro. En los Blazers promedió 10,2 puntos y 8,7 rebotes para 12,8 y 10 en su carrera.
Mark Eaton pertenece a esa rara clase de jugadores que componen básicamente él, Manute Bol y Shawn Bradley. Llegó muy tarde a la liga, con 26 años, pero se perdió tan sólo 9 partidos en 10 temporadas, algo muy extraño para un jugador de 2,24. Una mole que cerraba el aro como nadie, y que promedió 5,4 tapones en una temporada, dejando atrás al mismísimo Bol. En ataque lo justo, 6,0 puntos, 7,9 rebotes y 3,5 tapones. Llegó a ser All-Star.
Michael Cage era un titán de 2,06 en imponente presencia que se hizo una carrera de 1140 partidos a base de empujones y rebote. 15,7 puntos y 11,5 rebotes en los Clippers en su tercera temporada que mejoró hasta los 13,0 (14,5 puntos) en la siguiente en la que liderará la NBA. Terminó sus días en la liga con 7,3 puntos y 7,6 rebotes. Aquellas dos temporadas fueron un espejismo en su anotación, y volvió a hacer lo que mejor se le daba en su exitosa etapa en los SSonics. Del mismo perfil pero con más calidad era Charles Oakley. Su segunda y tercera temporada en la liga ya sumaba 13 rebotes, terminó su carrera muy veterano y habiéndose ganado el respeto de todos los rivales y compañeros a golpes. Hombre poco dado a la frivolidad terminó con 9,7 puntos y 9,5 rebotes en 1282 partidos. Con los Bulls llegó a firmar 26 puntos y 35 rebotes en un encuentro.
A mitad de la década llegó a la liga el sucesor natural de Unseld y Russell. Dennis Rodman, el gusano, un jugador que jamás tuvo peso para ganarse los rebotes, que no era alto, pero que mantenía unas condiciones físicas de flexibilidad, movilidad lateral, resistencia y salto que tienen poca réplica histórica. Con los años fue ganando protagonismo al mismo ritmo que tatuajes y cortes de pelo, hacia el final de su carrera ya no se molestaba ni en mirar al aro, llegó a promediar 4,7 puntos y 17,3 rebotes en una temporada, 7 años consecutivos mejor reboteador de la liga. 2 veces mejor defensor, 2 veces All-Star, 2 veces en el tercer quinteto ideal. Ganó 5 anillos con Pistons y Bulls, perdió por lesión la posibilidad clara de un 6º en el año del lock out. Dejó huella en el público por su actitud, pero siempre rindió bien en el plano deportivo. Un poco más tarde llegaba a la liga Jerome Lane, un jugador del estilo de Rodman pero más fuerte que dejó una campaña de 7,5 puntos y 9,3 rebotes en 22 minutos con los Nuggets antes de irse a Europa, comerse el tocino que habría hecho obesas a cinco personas y coleccionar récords reboteadores allí por donde pasaba.

Los 90 abren época con la llegada de dos jugadores que se hicieron hueco hasta el All-Star a base de rebotes. El heterodoxo Tyrone Hill, llegó al All-Star con 13,8 puntos y 10,9 rebotes. Ni alto ni pesado, si era un jugador con un físico muy notable, firmó 9,4 puntos y 8,6 rebotes en su carrera. Jayson Williams vió su carrera abruptamente cerrada por las lesiones, y terminó siendo acusado de homicidio. Con 12,9 puntos y 13,6 rebotes llegaría a ese partido de las estrellas. Otro pívot de los 90 que llegó al All-Star a base de rebotes fue Dale Davis. Jugador muy limitado, jugó por la falta de pívots y el buen récord de su equipo promediando unos tristes 10 puntos y 9,9 rebotes. Su trabajo sucio le valió 77 millones de dolares en salarios. En la 91-92 llegó a la liga Dikembe Mutombo M´Polondo Mukamba Jean Jaques Wamutombo, en su primera temporada firmó 16,6 puntos, pero poco a poco vería bajar su producción. Fue un jugador longevo, terminó con 42 años y 1196 encuentros. 8 veces All-Star, 4 veces mejor defensor, 2 veces mejor reboteador y 3 mejor taponador de la liga.
Las temporadas 94-95 y 95-96 fueron para Dallas dos de los peores momentos de su historia. En aquel infame equipo había talento, pero no juego, y entre sus integrantes destacamos la presencia de Lorenzo Williams y Popeye Jones. Ambos jugaban de titulares y se encargaban de cerrar el aro, defender, rebotear y nada más. El primero promedió 4,0 puntos 8,4 rebotes y 1,8 tapones y 3,0 puntos 8,0 rebotes y 1,9 tapones siendo el titular en su puesto; el segundo 10,3 puntos y 10,6 rebotes y 11,3 puntos y 10,8 rebotes respectivamente. Probablemente el único caso en que un equipo optó por dos jugadores así a la vez en cancha. Lorenzo promedió 3 puntos y 6,3 rebotes en su carrera.
Aquellos años deambuló con poco éxito por la liga Ervin Johnson, era tan imponente físicamente como malo jugando. Su mejor año se fue a 7,1 puntos, 11,1 rebotes y 2,8 tapones. Se hizo una carrera en base a esa temporada y a su trabajo defensivo en el resto.
Otros que pasaron en los 90 por la NBA gracias a su capacidad reboteadora fueron Michael Smith, que firmó 5,6 puntos y 7,1 rebotes en su carrera y Jamie Feick, que hizo varias temporadas buenas en el rebote, 6,3 puntos 10,3 rebotes, 5,7 puntos y 9,3 rebotes y 3,7 puntos y 9,3 rebotes hasta que se lesionó aquiles; 4,7 puntos y 7,1 rebotes que pasaron antes por una Málaga de la que se fugó de mala manera. Para cerra la década hay que hablar de Jerome Williams, un cuatro delgado y tremendamente luchador que se hizo un sitio en la liga a base de sudor.
Bo Outlaw y Michael Ruffin son dos ejemplos de especialista de los 90. Demasiado malos para Europa por su ineptitud en ataque, pero jugando mucho en la NBA como especialistas en el rebote. El primero jugó 914 partidos con sólo 5,4 puntos y el segundo abre el siglo XX con sus 414 partidos pese a promediar 1,7 puntos y 3,9 rebotes.

El rey del rebote en la primera década del siglo fue Ben Wallace. Llego en 1996 a la liga y se ganó contratos a base de rebotes, pero fue su llegada a Detroit en el 200 lo que catapultó su carrera. Pequeño (dicen que 1,96 pero la NBA registra 2,06) y musculadísimo, era un jugador al que tirar a canasta le suponía una tortura. 1 anillo, 4 veces All-Star, 4 veces mejor defensor de la NBA, 2 veces máximo reboteador y 1 vez máximo taponador. En su «prime» llegó a ser una estrella y jugador bastante popular en la liga. 5,7 puntos, 9,6 rebotes y 2,0 tapones de media en su carrera, nunca llegó a promediar 10 puntos por encuentro y recibió votos para MVP de la temporada (1 en la 2002-03).
Jamal Magloire llegó a la NBA en el 200 y firmando una carrera discreta se encontró con el premio del All-Star pese a ser un jugador normal. Dos años después estaba promediando 9,2 puntos y 9,5 rebotes. Marcus Camby llegó a la liga con cartel de estrella en el 96, pero forjó una carrera sólida (aunque llena de problemas físicos) en el siglo XX a base de rebote y defensa. 9,5 puntos, 9,8 rebotes y 2,4 tapones 1 vez mejor defensor y 3 veces mejor taponador en 17 temporadas. Otro jugador de sólida carrera y mucho rebote fue P.J.Brown. Llegó a la NBA desde Europa, pero se quedó allí 15 temporadas con 9,1 puntos y 7,7 rebotes. Uno de los elemntos cuya carrera es más extraña e irregular es Danny Forston. Retirado con 30 años y 440 partidos, en los 6 encuentros que jugó en la 2000-01 promedió 16,7 puntos y 16,3 rebotes. Rondó los 12 rebotes en dos temporadas pero nunca se sobrepuso a sus problemas físicos.
Cuatro hombres altos que hicieron números en esa época fueron Jeff Foster (4,9 puntos 6,9 rebotes 49,8% TL), Joel Przbylla (3,9 puntos, 6,2 rebotes 55,7% TL), Kendrick Perkins (5,4 puntos, 5,8 rebotes 59,4% TL) o Samuel Dalembert (7,7 puntos 7,8 rebotes 52,1% TL).

Si prolongamos hasta nuestros días tenemos algunos nombres más. Reggie Evans 4,1 puntos y 7,1 rebotes; superó los 11 en dos ocasiones, un temporero del rebote. Chuck Hayes se ganó una carrera en la zona con 3,7 puntos y 5 rebotes de media. Brillando más están Tyson Chandler (8,2 puntos 9,0 rebotes y alguna presencia en el Team USA) que fue All-Star en 2012-13, Joakim Noah (8,8 puntos y 9,1 rebotes) que fue 2 veces All-Star y mejor defensor una temporada; DeAndre Jordan (9,5 puntos y 10,8 rebotes) 2 veces máximo reboteador, 5 veces mejor % en TC, 47,4% en TL en su carrera y una vez en el mejor quinteto de la temporada (amén de sus triunfos con el Team USA). Tristan Thompson (9,4 puntos y 8,7 rebotes) también se ha ganado un hueco en un anillo de los Cavs a base de rebote (sobre todo ofensivo en partidos decisivos). Ed Davis (6,3 puntos y 6,7 rebotes) muestra llamativas cifras cuando encuentra continuidad, pero no suele ser a menudo.
No podían faltar los internacionales en el repaso, Biedrins llegó muy verde a la liga, nunca se desarrolló bien como jugador, pero gracias a 6,3 puntos y 7 rebotes hizo carrera con alguna temporada brillante. Varejao hizo 7,3 puntos y 7,2 rebotes en su carrera, con punto álgido de 14,4 rebotes en su mejor temporada. Omer Asik llegó a promediar 11,7 y jugó 471 partidos sin ser capaz prácticamente de hacer nada en ataque. Y por último Bogut que fue de más a menos en importancia ofensiva, ganó un anillo con los Warriors promediando 4,7 puntos y 8,1 rebotes en play offs.

Los tiempos han cambiado y la versión actual del pívot que en los 50 hacía mucho más trabajo en el rebote que en puntos, son ahora jugadores enormes y atléticos que terminan muchas jugadas machacando el aro tras pick and roll, pero que son eminentemente el mismo tipo de jugador. El póquer final lo componen Clint Capela (13,9 puntos y 13,8 rebotes antes de su lesión esta temporada), ha progresado en ataque, pero es básicamente un finalizador, destacando muchísimo su defensa y rebote sobre su ataque. Hassan Whiteside, 13,8 puntos y 11,8 rebotes en su carrera, no elude los ataques, sin embargo brilla realmente cuando se enfoca en defender, enorme, taponador y sólido reboteador. Y para el final, los dos máximos exponentes:
Andre Drummond y sus monstruosos 13,8 rebotes de media, pasando de los 15 en las tres últimas temporadas y con 4 títulos de máximo reboteador en las 5 últimas campañas. Ha ido ganando protagonismo en ataque, pero su carrera refleja un parejo 14,5 puntos y 13,8 rebotes. Y por otro lado el gigante francés, Rudy Gobert. 11,7 puntos y 11 rebotes en su carrera, éste año ya había alcanzado los 13,7. El tiempo dirá si superan su estigma de jugadores de tablero, o se ganan una carrera a base de rebote.
Nota del autor: En éste artículo hemos hecho un repaso a los jugadores de la NBA (alguno se habrá quedado en el tintero) que han basado su juego en su fortaleza reboteadora. Es decir, un jugador que además de ser un gran reboteador, tiene otras capacidades ofensivas, no cabe en éste artículo. Algunos de los nombrados tienen cifras más que decentes en ataque, caso de Bill Russell, pero entiendo que el balance puntos/rebotes o la manera en la que consiguen esos puntos no cambia la realidad. Wilt Chamberlain, Moses Malone, Bob Pettit, Elvin hayes, Charles Barkley, Karl Malone, Olajuwon, David Robinson, Elgin Baylor, Kevin Love, Kevin Garnett, Artis Gilmore etc… son jugadores con muchas más dimensiones que el rebote. Meter a Bill Russell ha supuesto un desafío, pero su figura es algo así como el precursor del jugador defensivo y entiendo que es clave en ésta procesión. Quizá el caso más complicado ha sido Dwight Howard, jugador que ha ofrecido un rendimiento ofensivo demasiado grande para éste artículo pero que encajaría perfectamente en esa definición de jugador que basa su juego en el rebote.