Un gol en el 88’ de Iago Aspas da los tres puntos a un Sevilla que jugó buena parte del partido con uno más, y que sudó sangre ante el Espanyol para no descolgarse de la parte alta de la tabla
No es la primera vez ni la última que se desarrolla esta misma película sobre el césped del Sánchez-Pizjuán, y no por el gol conseguido en el tramo final, que también, sino por perdonarle la vida a un rival mermado y acabar pagándolo. Inexplicable que el Sevilla no haya sido capaz de golear, o al menos, rematar un partido que se le puso de cara en la primera parte con la expulsión de Kiko Casilla cuando ya ganaba 2-1. Lo curioso de esta locura en la que se convirtió el partido es que el Sevilla, al contrario que otras veces, no jugó mal, sino todo lo contrario. Mereció ganar más cómodamente, pero la fortuna no estuvo hoy de su lado. La única verdad es que este Sevilla no pierde en casa desde febrero de 2013, y sigue sumando.
Sergio González salió de paseo tras comerle la tostada a los nervionenses el pasado jueves en Copa del Rey. No jugaron ni Lucas Vázquez, ni Sergio García, ni Caicedo. El Sevilla ya lleva algunas semanas plagado de bajas, y mirando al partido del Bernabéu esta misma semana. Tremoulinas, Krychowiak, M’Bia, Pareja o Gameiro son algunos de una larga lista de lesionados que no estuvieron hoy. Formó Unai con Iago Aspas en punta, y el gallego se marcó un partido soberbio. La primera parte fue un monólogo sevillista, ocasiones una detrás de otra de principio a fin, pero en medio de eso, Diogo regaló un penalti, que según el colegiado no mereció la expulsión de Beto, algo cuanto menos discutible, pero que sirvió para que Stuani adelantase al Espanyol. El Sevilla tenía todo el partido para ir a remolque y tratar de remontar. No bajó los brazos y continuó con su acoso. Se lesionó Héctor Moreno en el equipo perico y los de Emery iniciaron la remontada pronto. En apenas diez minutos le dieron la vuelta al partido. Primero con un gol de Diogo Figueiras casi desde el centro del campo tras un rechace de la defensa. Una joya, porque además se aprecia como el golpeo es intencionado, que después le puede salir un melón o el golazo, y salió cara. El portugués participó también en el segundo. Una nueva pérdida blanquiazul la aprovecha Aleix para recuperar la pelota en carrera, hacer una pared con Diogo y ponerla en horizontal en el área pequeña para que Vitolo la empujase. 2-1 y más de lo mismo, sobre todo gracias a dos laterales y extremos muy enchufados, y al manejo de la pelota que tiene Ever Banega. Es el único que aporta algo distinto a pesar de sus limitaciones físicas, y el Sevilla lo notó cuando fue sustituido en la segunda mitad. Todavía en la primera mitad llegó la jugada clave, buscando el Sevilla el tercero, Banega le puso la pelota por delante a Aspas, que quedándose solo propició la salida de Casilla al centro del campo, tocando con la mano el balón. Tarjeta roja y el Espanyol con diez. El partido tenía tintes de goleada, pero nada más lejos.
En la segunda mitad hubo tiempo para todo. El Sevilla le dejó opciones al Espanyol en algunos momentos. La entrada de Sergio García también ayudó, le dio vida a un equipo muerto y lo metió en el partido. Las contras de los catalanes tenían sus réplicas en su área pero con mucho más peligro. Los sevillistas estrellaron dos balones en los palos, el primero Iborra y el segundo, más claro, Aspas, que no daba crédito a su falta de gol. El gallego tuvo alguna que otra más. Clarísima la que le saca Kiko Casilla en un remate de cabeza a bocajarro en la primera mitad. Las ocasiones del Sevilla se toparon con el empate en el 77. El público local no daba crédito a los puntos que se les iban. Incomprensible. Pero en esas apareció Bacca, que le dio otro aire al equipo con su entrada. Una jugada suya, un desmarque perfecto de Aspas, y un fallo de la zaga perica tirando el fuera de juego, dieron como resultado el gol de Iago en el 88 de disparo cruzado perfecto. Se volvió loco, y no es para menos. El Sevilla mereció más pero al final se llevó el premio, que al fin y al cabo, son los tres puntos y seguir luchando por la Liga de Campeones.