Empezaba 5º de EGB, todo parecía fluir, no tenía por qué ser diferente que el curso anterior, cuando las buenas notas acudían con facilidad. Pero allí estaba él, don Baltasar, el ogro que nos obligaba a aprender largas listas de verbos de todo tipo y cuya mano dura me tenía amargado. “Es injusto”, “me tiene manía”, y así una larga lista de frases de ese tipo se oían entre algunos de mis compañeros. El odio que cogimos a los jueves porque nos ponía en fila para hacer un ranking en función de aciertos y fallos. Sin embargo, conseguimos aprender bien los verbos – y de la vida – y todos lo recordamos con cariño cuando falleció, incluso aquellos que no consiguieron alcanzar el objetivo. Era un tipo justo y solo buscaba enseñarnos algunas cosas que debes aprender.
Acaba de terminar el partido Liverpool – Chelsea en Anfield Road. El equipo blue ha jugado con un estilo de juego defensivo, con hasta 9 jugadores por detrás del balón cerrando los espacios para no recibir gol. El resultado final ha sido de 0-2 y, como siempre, han surgido millones de críticas al juego planteado por José Mourinho. Incluso he escuchado que plantea el antifútbol y otros conceptos sin sentido relacionados con la legalidad. Sin embargo nadie piensa en las lecciones que el técnico portugués, que nadie puede negar que hace muchas cosas mal fuera de sus labores como entrenador, nos enseña cada vez que vemos a sus equipos. Sonará fuerte, pero Mourinho nos enseña sobre la vida.
El fútbol consiste en un deporte en el que gana el equipo que tenga un valor mayor en el marcador que su rival, se trata de una competición. Por lo tanto, es tan válida una victoria por 9-8 como un 1-0, dispone de dos vertientes que deben ser optimizadas en función de los elementos que dispongas: ataque y defensa. La labor de un entrenador es tratar de ganar la competición que disputa, identificada en una serie de encuentros. Para ello, gestiona un grupo de personas jóvenes para conseguir que realicen su trabajo de la mejor forma posible individual y colectivamente, en resumen trata de que cumplan con sus objetivos.
Cuando veo, por ejemplo, a Willian, Hazard, Oscar o Torres defender como lo hacen, admiro la capacidad que tiene Mourinho para motivar a un jugador a hacer algo que no le gusta. A todo el mundo le toca alguna vez trabajar en algo que no le gusta, y José consigue que sus jugadores lo hagan rozando la excelencia. Eso es verdaderamente difícil, e implica una capacidad motivadora y de gestión de grupo que normalmente acaba siendo planteada en prestigiosas escuelas de negocio. Más allá de fobias y gustos, la labor del entrenador de Setúbal es una lección para recordar que el trabajo a veces no es agradable pero debe ser realizado con la misma tenacidad con la que se disfruta de las cosas que sí lo son.
No se usa ninguna ilegalidad en el desarrollo del juego, y es realmente debatible (dicho de un modo elegante) que alguien diga que se trata de un insulto. En primer lugar, se trata de un deporte competitivo y no de una exhibición, por otro lado la defensa forma parte del juego y así viene estipulada en el reglamento. No veo diferencia alguna en la calificación de una hazaña defensiva del Chelsea, del Eibar o del Esperança de Lagos, sin embargo los términos usados varían según quién lo realiza. Se ve como un desmérito que un jugador habilidoso defienda, cuando realmente se está aportando un valor enorme a las condiciones que ya tiene por las virtudes que posee. No cabe duda que conseguir que Romário defienda es algo bastante más complicado de conseguir que hacer lo mismo con Fernando Hierro, y ahí está el mérito.
Todo el mundo puede tener su preferencia en cuanto al juego de los equipos, y sin ninguna duda siempre será más entretenido para el espectador un partido con muchos goles que un empate a 0. Pero no debemos olvidar que los 22 jugadores que salen al terreno de juego lo hacen para conseguir un objetivo: vencer. El fútbol profesional no puede ser tratado como una película, está claro que su difusión es para entretener a quien lo ve, pero no es objetivo principal. En muchos campos del mundo se juegan cada minuto partidos en los que ambos equipos van a ganar sin pensar en lo bonito y abierto que debería ser el encuentro para los que lo estén viendo. En el deporte existen miles de similitudes en este sentido que añaden coherencia a lo explicado: ¿se deben dejar los pilotos de Fórmula 1 adelantar por sus rivales solo en pro del espectáculo? ¿un jugador de baloncesto debe evitar un tapón solo porque el mate va a ser bonito? No es así. Pero para ello existen exhibiciones de diverso tipo como el All Star de la NBA.
En relación con los distintos términos usados para definir el planteamiento del Chelsea: ilícito, insulto, etc. Obviando comportamientos no relacionados con su labor de entrenador dudo que puedan aplicarse estos conceptos. Hoy había 11 jugadores del Chelsea sobre el campo, como el Liverpool, nadie ha metido un gol con la mano, o ha tratado de lesionar de forma premeditada al rival, o han drogado a Luis Suárez con sustancias para reducir su rendimiento. Estas son algunas de las cosas que han pasado en la historia del fútbol y que sí pueden ser calificadas en ese sentido.
Por ello, me es imposible no recordar a Don Baltasar cada vez que observo cómo Mourinho – y Simeone – consigue que sus jugadores cumplan con lo que es su trabajo y aporten su granito de arena para recordar al mundo que el trabajo debe ser hecho y no siempre será reconfortante, porque la vida es una competición y no siempre un espectáculo. Lo bueno es que si no nos gusta lo que vemos en el fútbol, siempre es posible ir al cine a ver una buena película.
@Kriok