A la cuarta tampoco fue la vencida. El rodillo alemán aplastó a España (24-17), que se tendrá que conformar con la medalla de plata, la cuarta en un Europeo. Cuatro platas (1996, 1999, 2006 y 2016) y dos bronces (2000 y 2014) conforman el balance de nuestra selección en los campeonatos continentales, la eterna asignatura pendiente de nuestro balonmano. Al menos ya se ha garantizado una plaza para el próximo Mundial de Francia 2017, al margen de la consiguiente en el Preolímpico que dirimirá qué selecciones estarán el próximo verano en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, una cita en la que se merecen estar los Hispanos.
Ni la incontestable derrota en esta final del Europeo deberá impedir a nuestros representantes estar muy orgullosos del inmejorable campeonato que disputaron hasta llegar a la final. Ya dice el tópico que las finales solo las pierden los que las juegan y no lo vamos a discutir a estas alturas, menos todavía después de ver que los Sterbik, Tomás, Dujshebaev, Aguinagalde, Cañellas y Entrerríos han devuelto al balonmano al primer plano de la actualidad, que ya iba siendo hora. Todos ellos, bajo la batuta de Manolo Cadenas, han revalorizado este deporte y deberían seguir revalorizándolo en Río.
Al contrario de lo que ocurrió en la semifinal ante Croacia, no empezaron nada bien las cosas para los Hispanos. Una vez más, arrancaron a trompicones y esta vez no se escribió el guión derecho en renglones torcidos. A los 10 minutos, España ya perdía por 5-1 tras anotar Reichmann. Ni siquiera los dos minutos a Schmidt por darle un codazo a Aguinagalde espoleó a los nuestros, estrellados una y otra vez contra la defensa alemana. Hasta que no apareció Entrerríos en el minuto 10 no se marcó el 5-2, que sería rápidamente replicado por Kohlbacher (6-2). Falló Cañellas, no perdonó Dahmke a la contra y el marcador se fue ya a un 7-2 demasiado abultado. Los dos minutos para Kühn por darle un golpe en la cara a Entrerríos sirvieron para que Dujshebaev recortara distancias (7-3), sacándole otros dos minutos a Schmidt. Tras un intercambio de faltas en ataque, marcó Pekeler, no valió y la respuesta de Cañellas a la contra acercó aún más a la selección española (7-4). Pero la desventaja nunca bajaría de los tres goles.
Pérdidas al contragolpe, faltas en ataque, pocos balones ofensivos… Fue un cóctel que supuso ir a contracorriente durante todo el primer periodo, llegando a estar más de 5 minutos sin anotar, hasta que lo hizo Dujshebaev en el 23 para poner el 8-5. Sterbik se llegó a jugar el tipo haciendo paradas incluso con la cara, afortunadamente se sobrepuso rápidamente, aunque la agresividad alemana concedía pocas opciones a los nuestros. Por si esto fuera poco, la mala suerte se reflejó en el noveno y décimo tanto de los germanos, entre los cuales se coló el sexto de los hispanos, firmado por Entrerríos. Así, se llegó al descanso con un marcador en contra de 10-6.
A España le iba a tocar la pesada carga de remontar en la segunda parte. Alemania no estaba dispuesta a dar tregua porque Reichmann anotó el 11-6 en el primer ataque. Y menos mal que Sterbik paró el siete metros al propio Reichmann para evitar que el correctivo todavía fuese mayor. Perdonaron los nuestros ante Wolff y no hizo lo mismo Pekeler a la contra, haciendo el 12-6 que duplicaba la ventaja alemana. Pero España no lo estaba haciendo mal, defendía bien, aunque esa buena defensa no se plasmó en transformar las ocasiones que se iban sucediendo. Víctor Tomás hizo el 12-7 desde su costado, pero Ugalde desaprovechó la ocasión tras pérdida y dio pie a que luego Dahmke firmara el 13-7 demostrando que Alemania tenía totalmente dominada la situación. Wolff se volvió a aparecer ante Víctor Tomás, pero justo después sí aprovechó Antonio García su oportunidad para hacer el 13-8. La desventaja de 5 duró poco porque a continuación Schmidt marcó desde los seis metros (14-8).
No era el día de los Hispanos, que se encontraron en un minuto con un siete metros desperdiciado por Valero Rivera antes de que Cañellas estrellara el suyo en la madera. Suerte que Sterbik salvó el siguiente intento alemán y a la tercera fue la vencida de Víctor Tomás para hacer el 14-9. Alemania ni se inmutó y a Häffner no le tembló el brazo para hacer el 15-9 acto seguido. El partido estaba perdido. Wolff se mostraba prácticamente infranqueable, al igual que Häffner, otra vez insaciable en ataque para el 16-9. Mitigar daños y tratar de maquillar el resultado iban a ser los dos objetivos de España en el último cuarto de hora con el fin de culminar un Europeo, hasta entonces, inmejorable.
Wolff siguió excelso bajo palos y España se aferraba a los siete metros y al talento individual para mantener el tipo. Alemania prácticamente anotaba cada lanzamiento y solo la superioridad temporal motivada por alguna exclusión compensaba la enorme distancia que separa a ambas selecciones. Pero las paradas de Sterbik fueron replicadas por los poderosos ataques de los alemanes, que no se inquietaron ni en las situaciones de inferioridad. El cansancio pasó factura a los españoles que acabaron cayendo de 7 (24-17) y asumiendo abiertamente que el rodillo alemán les había pasado por encima para vengarse así de su derrota en el primer duelo de este Europeo.